A medida que vamos entrando más profundamente en nuevas oleadas de luz y
consciencia, la astrología se va tornando insuficiente para dar una mínima
explicación a la intensidad de estos tiempos. Vamos a recurrir a ella, como un
marco de apoyo que nos permita relajarnos y comprender parte de nuestro proceso
con el dolor físico.
2018 es un Año de Aceleración de la Ascensión. Cada día más, cada día
más intensidad. Pero qué entendemos por Ascensión?
A qué se debe esta insistencia, esta larga persistencia de los planetas
trascendentes en los signos de tierra? Quirón, desde el fuego de Aries, puede
que nos dé algunas claves. De hecho, Quirón es en sí una Clave, su símbolo
astrológico, es nada menos que una Llave.
Desde principios de año, y, sobre todo en Abril, muchos pasamos por una
intensidad inusitada en nuestras relaciones más cercanas. Para muchos, el dolor
de cintura para abajo comenzó en esos meses.
En esos momentos. Quirón estaba ya acercándose al grado 29 de Piscis,
grado crítico, grado de balance final, de sanación profunda de todo lo vivido a
lo largo de su viaje de cincuenta años a través del Zodíaco, y grado de
resolución de temas pendientes a nivel global, y de karma ancestral, vivido en
lo individual y en lo colectivo. Podríamos decir que esas tensiones en nuestras
relaciones, no obedecían sólo a enfrentamientos de esta encarnación. Tampoco
resonaban sólo con temas “personales”, si es que podemos creer todavía que hay
temas sólo personales, sino a memorias de muchas otras encarnaciones, vividas
con nuestros seres más cercanos, a sus temas pendientes, y a los de nuestros
ancestros. Por eso parecía tan difícil de completar y resolver.
Abril fue particularmente intenso, pero ya desde Enero, la intensidad en
los conflictos fue creciendo a unos niveles que por momentos parecían
inmanejables. Para muchos, muchos de nosotros, esta intensidad fue acompañada
por dolores de cintura para abajo. La cadera, los muslos en su parte externa,
los talones, la pantorrilla, y las rodillas afectadas, sobre todo la derecha.
Durante meses nos encontramos con que el cuerpo físico, al que hasta ahora
habíamos dado por sentado como medio para desplazarnos, comenzó a decir que NO.
Muchos de los síntomas en los miembros inferiores son la expresión de
sentirnos inhabilitados para integrar las demandas familiares con las
vocacionales, tener temor al avance, y, sobre todo, de negar las necesidades
corporales, olvidando arraigar y atender amorosamente al cuerpo.
Quirón entra en Aries, y ya desde su preparación en Piscis, el cuerpo
nos DETIENE. Aquí en el Hemisferio Norte, muchos pasamos un largo invierno
encerrados, parados, con proyectos hermosos, pero sin energías para llevarlos
adelante, y procesando y purificando nuestro mundo emocional y afectivo. En
muchos, muchísimos casos, estos procesos estuvieron conectados con dolores
corporales.
Quirón es un Centauro, tiene una parte humana y una parte animal,
justamente, su cuerpo es animal de cintura para abajo. Pero Quirón es también
una Llave, un Puente, y un Mentor.
Esta incapacidad en la que muchos nos vimos inmersos, esta sensación de
deficiencia y vulnerabilidad que el dolor físico nos produce, para qué vino a
SERVIRNOS, qué vino a ENSEÑARNOS?…
En primer lugar, salieron a la luz los patrones, frenos, miedos que nos
impiden tomar una sana iniciativa (Quirón en Aries), basada en nuestra propia
energía, y no en la renuncia para satisfacer deseos, demandas o juicios de los
demás. Quirón está en Aries, entre otras cosas, para sacarnos del bypass
espiritual, la tendencia a “irnos al cielo”, hacer como que las emociones no
están ahí, el cuerpo no está ahí, y, por tanto, nos falta el fuel para tomar
iniciativas.
Los transpersonales en signos de tierra están instalados, por muchos
años, para mostrarnos que la Ascensión es en realidad un proceso de DESCENSO de
nuestra parte divina en nuestra estructura corporal. Que Ascender es entrar en
total sintonía con la Tierra, y escuchar al vehículo físico. A través de la
corporalidad, entrar en coherencia con la enseñanza de Gaia, ya que ella sabe
cómo Ascender.
El dolor nos OBLIGÓ a mirar unas piernas que dábamos por sentadas. Y
también nos detuvo, nos llevó a dejar de correr y a comprobar, en la práctica
cotidiana del Silencio, que somos igualmente sostenidos, aunque no llevemos el
ritmo frenético de producción que antes nos movía.
A mediados de Mayo, mi parte derecha se curó. Se curó con el sólo “uso”
correcto de la energía, se curó con sólo detenerme y entregar la energía
retenida al Espacio del que todo surge y al que todo vuelve.
Quirón es el Maestro que enseña a sanar las heridas. Y cuál es la mayor
de todas las heridas? La base de toda herida es la Separación, la
creencia de estar separados, no acogidos, es creernos desconectados de nuestro
Sostén Real.
Los Dolores nos hacen bajar al cuerpo, mirarlo, recordarlo, y comenzar a
reconocer su consciencia, su sabiduría, y la presencia de la Esencia que nos
sostiene paciente y amorosamente, sin desmayo, sin descanso, desde el principio
de todos los tiempos. Quizás, en lugar de pretender que algún ángel nos lleve
“hacia arriba” podríamos considerar la Ascensión como la tarea de reconocer a
cada una de nuestras células, como un ser con plena consciencia, y comenzar un
diálogo constante de a tres: ellas, nosotros, y la Fuente que nos ha creado.
El propósito de esta nota es aportar unas luces para comprender algunos
de tus dolores, y llevarte a entrar en más profundo contacto con la pura
Presencia, con la Esencia que te sana, que es Inteligente, que sabe lo que tu
cuerpo necesita, y que está siempre lista para acoger tu Retorno y tu
Reconocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario