por
Jennifer Hoffman
Tenía la sospecha desde hace tiempo de que algunos
de mis asuntos pendientes se debían a experiencias difíciles de vidas
anteriores, experiencias como haber sido prisionera, ser encadenada, torturada
o juzgada -en resumen, por haber sufrido como resultado de la injusticia, del
abuso de poder, la persecución y el control.
No sabía exactamente de qué se trataba, hasta que
tuve graves problemas de salud que me obligaron a mirar en profundidad mi
núcleo energético y kármico para comprender qué me estaba ocurriendo. Debía
comprender además el origen de dichas improntas energéticas y hasta qué punto
habían condicionado mi vida.
Durante los últimos cinco años he observado esta
misma tendencia en mis clientes, ya que puedo diagnosticar problemas que
padecen su vida actual en traumas que vivieron en vidas anteriores y ayudarles
en su sanación y solución. Las cuestiones de vidas pasadas suelen acarrear serios
problemas que suponen un enorme desafío para ellos y a menudo se sienten
impotentes.
En mi caso, mi historia kármica comprendía
diferentes periodos. Un periodo en el cual morí de hambre encadenada a la pared
de una mazmorra francesa por expresar mis creencias políticas. En otro lugar
que me pareció la antigua Sumeria, fui un maestro perseguido por el gobierno,
encarcelado, y finalmente ejecutado por negarme a retractarme de unas creencias
que desafiaban al dogma existente. En el antiguo Egipto fui hecha prisionera,
encadenada por los tobillos y utilizada como trofeo de guerra para intimidar y
controlar a mi pueblo. En esas vidas fui perseguida, encarcelada e
inmovilizada, que son importantes temas kármicos para mí hoy día.
Pude ver cómo en todas ellas pasaba del miedo a la
desesperación por mi situación. Luchar era inútil, huir era imposible, y la
única forma de salir de prisión era la muerte (al igual que casi me ocurrió
hace algunos años, cuando tuve graves problemas de salud). Quienes me siguen saben
que cuando tenía cinco años sufrí una parálisis por una vacuna que no me
permitió moverme durante dos años, ni tampoco caminar hasta cinco años después.
También he vivido tres experiencias cercanas a la muerte en las cuales pude
escuchar que aún no había llegado mi hora y que debía continuar viviendo.
Si en otras vidas la única forma posible de salir
de prisión y de escapar de la persecución era la muerte, hoy día dispongo de
otras alternativas (por eso sigo aquí y sigo viva).
Una vez comprendido el núcleo kármico de la
cuestión traumática, la situación recurrente de ser perseguida, hecha
prisionera y encadenada o paralizada (tengo problemas crónicos en los
tobillos), y ser silenciada por decir lo que pensaba, supe qué estaba
provocando las circunstancias que he experimentado en esta vida.
De manera que ya conozco el escenario kármico y sé
también cuál es la energía nuclear del trauma. El siguiente paso consiste en
crear una solución diferente que me permita finalizar ese karma y poder salir
así del ciclo que se ha venido repitiendo durante todas mis vidas y también en
mi vida actual.
Si algo de esto te suena familiar, debes saber que
una vez podemos identificar el ciclo kármico y crear nuevas opciones para
nuestras vidas, experimentaremos una importante sanación. ¿Cuál es el tema
central de un ciclo kármico? Es aquello que continúa repitiéndose una y otra
vez, aunque nos parezca un poco diferente, pero que es en realidad la misma
situación.
¿Por qué es importante? Porque constituye la
principal razón de nuestra vida de hoy: la oportunidad de poder experimentarlo,
para conseguir esta vez un resultado diferente.
¿Cómo lo hacemos? A menos que seamos conscientes de
ello, haremos siempre lo mismo, sin darnos cuenta de lo que está ocurriendo ni
llegar a ver la repetición. Con consciencia, podremos ver el patrón recurrente,
crear múltiples soluciones alternativas y tendremos el valor de llevar a la
práctica al menos una de ellas. Normalmente, la solución es justo eso que no
queremos llevar a cabo o a lo que nos hemos estado resistiendo.
Hay una razón para todo ello (¿no hay siempre una
razón detrás de todo?), y tiene que ver con la Ascensión, la transformación,
las transiciones y los nuevos comienzos.
Como dijo Jesús: “No se puede verter vino nuevo en
odres viejos”, aunque no creo que estuviera hablando de bebidas alcohólicas. Si
nosotros somos el “vino nuevo”, no podremos tener acceso a los nuevos
paradigmas mientras aún carguemos con antiguas creencias, viejos hábitos,
energías, frecuencias y patrones kármicos. ¿Recuerdas la referencia que hice al
“ojo de la aguja” en el Informe de Energía de Mayo? ¿Cuánto bagaje kármico
crees que puedes llevar contigo mientras pasas por el ojo de la aguja (que es
el puente de 4D entre la 3D y las dimensiones superiores)…?
¿Qué podemos hacer para librarnos de ese bagaje?
Debemos llegar hasta su núcleo y descubrir la
verdad. Después, tendremos que profundizar un poco más para encontrar una
verdad aún mayor: las conexiones existentes entre toda situación, relación,
persona, creencia y acontecimiento que hayamos experimentado en vidas
anteriores con las que se relacionan.
A continuación, podremos observar en qué medida
hemos creado y ajustado nuestras vidas de hoy hasta llegar a recrear lo mismo.
Y, si todavía no estamos preparados para verlo, es probable que recibamos un
empujón (en forma de algún hecho que nos obligue a darnos cuenta y a explorar
esas áreas) hasta que estemos dispuestos a afrontar todos esos aspectos de
nuestra historia y de nuestra energía. Así sabremos con exactitud qué
necesitamos para poder volver a la plenitud.
Es un viaje que va de la sanación a la totalidad,
la congruencia, la armonía, y al origen de nuestro trauma nuclear que nos está
impidiendo ser “completos”. Los ciclos kármicos son grietas energéticas por
donde escapa nuestra energía, limitando nuestra capacidad de expandirnos hacia
aspectos superiores. Tampoco nos permiten dejar atrás la densidad que nos
impide alcanzar nuevas frecuencias y cruzar hacia dimensiones más elevadas.
La energía 3D que ahora llena nuestra alma de miedo
y de dolor ha estado siempre escondida en el núcleo de nuestro karma. Cuando
llega la hora de que un globo vuele, debe soltarse el lastre que lo sujetaba y
que no permitía que se elevara. La elección es nuestra: permanecer amarrados a
tierra o elevarnos, permanecer en un ciclo kármico o crear un nuevo camino.
No hay mejor momento que este para hacerlo, ya que
el Universo entero nos anima a pasar a la siguiente fase de nuestros ciclos de
Ascensión. Ha llegado tu momento y es tu turno, ¿estás dispuesto a arrojar por
la borda un poco de lastre y empezar a volar?
Jennifer Hoffmann
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Derechos de autor reservados © 2017 por Jennifer Hoffman. Pueden citar,
traducir, reimprimir o referirse a este mensaje si mencionan el nombre de la
autora e incluyen un vínculo de trabajo a: http://enlighteninglife.com
Traducción: Rosa García
Difusión: El Manantial del Caduceo en la Era del Ahora
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
https://www.facebook.com/ManantialCaduceo
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