Por Karen Berg
Para
la mayoría de nosotros llega un momento en el que deseamos encontrar a esa
persona especial con la cual compartir nuestra vida. Siempre he creído que
podemos atraer más fácilmente nuestra alma gemela a nuestra vida cuando
reconocemos que no podemos llevar a cabo todo nuestro trabajo espiritual solos.
Cuando se cultiva la humildad, dentro del alma se despierta un profundo deseo
de tener una pareja. La humildad es la conciencia de que no estamos destinados
a recorrer solos esta vida y que a todos nos convendría un poco d
e ayuda en el
camino. Hasta que no nos abramos a la verdad de que necesitamos a los demás, no
podremos crear el espacio necesario para que entre nuestra “otra mitad”. Cuando
estamos abiertos a ver que se necesitan dos pares de manos para construir una
vida, emerge el deseo de encontrar nuestra pareja. No obstante, la alianza de
la que hablo no está necesariamente limitada a otra persona física. La mejor
alianza, que también incluyo en lo que digo, es la alianza con el Creador. El
Creador es nuestro tranquilo, y a veces silencioso, socio y compañero de vida.
Dependemos del Creador y de Su Fuerza de Luz en cada momento del día. Puede que
pensemos que nosotros solos navegamos nuestro barco, pero en realidad es el
viento del Creador lo que impulsa nuestras velas. Esta semana nos es otorgado
el regalo de la humildad para saber que dependemos de la Luz del Creador.
Desarrollamos un mayor deseo de formar esta alianza. Ya que sólo cuando
reconocemos que necesitamos ayuda, creamos el espacio para que ésta entre.
Cuando creamos una apertura, la Luz siempre se apresura a acompañarnos. Ya sea
que la Luz llegue a nosotros en forma de cónyuge, alma gemela, pareja o
milagro, todas las alianzas son hechas en el Cielo para ayudarnos en nuestro
viaje. Fuimos enviados aquí para recorrer nuestro propio sendero en la vida,
pero seguramente somos motivados a tomar la mano de alguien en el camino.
Esta
semana, nuestra guía cósmica es la porción de Behaalotjá. Behaalotjá significa
en hebreo “cuando eleves”. Esto se refiere a Aharón que enciende la sagrada
menorá en el Tabernáculo. La menorá atraía la Luz del Creador a los israelitas
y al mundo. Fue otra herramienta para crear nuestra Alianza Sagrada con el
Creador. La menorá fue un vehículo para crear esta unión perfecta y sagrada con
la Fuerza de Luz. Toda persona exitosa te dirá que no logró su grandeza por sí
sola. En efecto, detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y detrás de
nosotros siempre está el Creador apoyándonos, guiándonos, dándonos la fuerza y
los milagros que necesitamos para alcanzar la plenitud que buscamos. Incluso la
construcción de la mismísima menorá fue una hazaña que ni Moshé pudo realizar
solo. El Creador le mostró a Moshé la visión de cómo construir la menorá y lo
ayudó en el proceso. La porción y la energía de esta semana en el cosmos
ablanda nuestro corazón y abre nuestra mente para que veamos la necesidad de
unirnos con la Divinidad. La unión con el Creador es esa silenciosa, pero
necesaria, alianza que necesitamos para lograr nuestras metas y materializar
nuestros sueños. Sólo tenemos que estar dispuestos a escuchar los mensajes
enviados por Él y a dar pasos en esa dirección. Además, esta porción describe
hermosamente la manera en la que el Creador dio instrucciones a los israelitas
para viajar por el desierto. La Biblia nos dice: “Y cuando la nube se levantaba
de sobre la Tienda, enseguida los hijos de Israel partían; y en el lugar donde
la nube se detenía, allí acampaban los hijos de Israel”. Al igual que a los
hijos de Israel, nuestro Socio nos envía señales de nuestra próxima parada,
pero sólo lo escucharemos si estamos abiertos a las respuestas. A veces la
respuesta no es lo que deseamos escuchar y por eso fingimos que no escuchamos
nada en absoluto.
Hay
momentos en los que podríamos estar luchando en la vida porque rehusamos que
entre la ayuda que necesitamos. El orgullo puede excluir a los demás de nuestra
vida porque quizá tememos ser vulnerables o necesitar ayuda. Pero la humildad
nos enseña que todos necesitamos ayuda. Hasta Moshé necesitó ayuda. Dependemos
de la ayuda de nuestros maestros, vecinos, cónyuges, socios, amigos y, más
importante aún, de la ayuda del Creador. Puede que pensemos que somos
brillantes, pero nuestra visión y capacidades son limitadas. Nuestros grandes
planes a menudo pueden derrumbarse, y esos son los momentos en los cuales nos
dirigimos al Creador para unir las piezas nuevamente. Crear un espacio en
nuestro corazón y nuestra mente para que entre la Luz del Creador es permitir
que nuestras bendiciones se manifiesten. Extender nuestra mano hacia el Creador
es la alianza que necesitamos para tener el éxito y la capacidad de conectarnos
con el Universo Perfecto en el que no hay caos. Caminar solos mientras
construimos nuestra carrera y nuestra vida puede parecer una buena idea
inicialmente, pero tarde o temprano todos nos encontramos con una barrera de
dificultades que ni siquiera las mentes más brillantes pueden superar. En ese
momento de desesperación sí buscamos ayuda. ¿Pero no sería mejor haber unido
fuerzas con el Creador antes de llegar a esa situación? Esta semana el Creador
nos tiende Su mano. Todo lo que necesitamos es la disposición y el deseo de
acercarnos y tomarla.
Esta
semana en tus meditaciones visualízate en una bella y cálida playa. El ligero
color rosa del sol aparece por encima del azul oscuro del océano. Caminas por
la playa listo para enfrentar el día. Luego, de repente, sientes la calidez y
el toque de otra persona que te toma de la mano. Podría ser la mano del
Creador, la de tu ángel guardián o la de tu verdadero amor. Se toman de la mano
y sientes una sensación renovada de fuerza, seguridad y certeza. Juntos caminan
por el mundo como un equipo, una unión sagrada que es hecha en el Cielo. Como
un ángel enviado desde las alturas, ambos atraen bendiciones a la vida del otro
y al mundo entero.
Recuerdo
el cuento del hombre a quien el Creador pidió empujar una roca. Todos los días
el hombre empujaba la roca, pero siempre en vano; no podía moverla. Pasó
bastante tiempo, por lo que el hombre decidió dirigirse al Creador. Con el
corazón derrotado, lloró frente al Creador mientras explicaba que no pudo
lograr la tarea que Él le había puesto. No había logrado mover la roca. El
Creador respondió: “Hijo mío, te pedí sólo empujar la roca. Yo sería quien la movería”.
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