Por José L. Stevens
¿Qué es esta cosa que llamamos resonancia? ¿Cómo entramos en resonancia
y cómo podemos liberarnos de la loca adicción que los humanos tenemos de entrar
en resonancia con algo que a la larga no se siente bien? Una de las
definiciones del diccionario de resonancia es reverberación o eco, lo que
significa que cuando estamos resonantes con algo le hacemos eco, estamos de
acuerdo con ello hasta el punto en que vibramos con la misma frecuencia.
Podrías decir que nos convertimos en eso, como cuando captamos la tonada y cantamos
junto con la melodía, nos unimos al coro, al estribillo. Entonces, consideremos
con qué elegimos vibrar y las consecuencias para nosotros de hacerlo.
Mientras observa a las aves volar, el inventor repentinamente desarrolla
curiosidad acerca de cómo pueden volar y se pregunta si estos mismos principios
se pueden usar para hacer una máquina voladora artificial que pueda transportar
seres humanos. Quizás el inventor formule mentalmente varias imágenes tratando
de imaginar variadas formas de cómo se vería u operaría. Estas imaginaciones
estimulan el campo cuántico que contiene, en forma vibratoria, variaciones
infinitas de máquinas voladoras. Esta información se mantiene infinitamente en
el campo cuántico en forma de onda vibratoria. Las imaginaciones del inventor
estimulan el efecto observador que transforma las ondas en partículas. Las partículas
se activan en el ámbito físico para estimular la energía, activar la actividad
física, formar pensamientos y, finalmente, manifestar formas físicas de
máquinas de vuelo experimentales. Con curiosidad y preguntas continuas, el
campo cuántico sigue emitiendo más y más material sobre nuevos desarrollos
hasta que el inventor pueda construir una máquina voladora efectiva de acuerdo
con su inspiración.
Todo lo que sucede en la vida física surge desde este proceso. Dado que
el campo cuántico es neutral y responde sólo a la curiosidad, ya sea consciente
o subconsciente, el mismo proceso produce un rango que va desde lo que
consideramos las experiencias más sublimes hasta las guerras, los desastres y
las catástrofes más terribles. Si imaginamos avances, eso es lo que obtenemos.
Si nos imaginamos la guerra, eso es lo que obtenemos.
Entonces, ¿qué tiene todo esto que ver con la resonancia? Todo. Los
campos vibratorios con los que solemos resonar son lo que más podemos obtener
de ese gran recurso, el campo cuántico. Ahora en este punto uno puede
preguntarse, ¿cuál es el papel del Espíritu en todo esto, si todo es tan
mecánico? El Espíritu nos proporciona el campo cuántico para utilizarlo como
herramienta a fin de ayudarnos a manifestar nuestras curiosidades en realidades.
El espíritu nos da libertad total para hundirnos o nadar, algo que es un
tremendo regalo, pero que a menudo interpretamos como una maldición cuando no
queremos asumir la responsabilidad de lo que manifestamos. O bien tenemos
libertad para elegir o bien no la tenemos. No podemos tener ambas cosas. En
última instancia, no sirve de nada culpar al Espíritu de nuestros males, ya que
todos son, en última instancia, auto-creados.
Si a nivel de la esencia elegimos criarnos en una cultura o en una
familia que promueve el martirio, entonces eso es con lo que aprendemos a
resonar. Dado que el patrón del martirio está almacenado en el campo cuántico y
tiene todo lo que se ha conocido o experimentado como martirio de todos los
tiempos, del pasado al futuro, es un campo vibratorio poderoso y potente con el
que estamos eligiendo resonar. A medida que resonamos con él y creemos
firmemente en él como una realidad, nos conducimos hacia experiencias de
martirio una y otra vez. Eventualmente, estas experiencias llevarán a una
muerte temprana o a una miseria en gran escala, o tal vez no. Digamos que
después de algunas experiencias miserables de martirio empezamos a imaginar que
podría haber otra manera. Tal vez tenemos que vencer la presión de nuestra
familia, cultura o religión para hacerlo, pero expresamos curiosidad sobre la
posibilidad de que pueda haber una vida mucho más gratificante para nosotros
sin una victimización constante. Esto comienza a ayudarnos a manifestar
experiencias más positivas desde fuera del mismo campo cuántico y somos capaces
de dejar atrás la vibración del martirio, y dejar de resonar con ella por
completo.
Constantemente elegimos campos con los cuales resonar y elegimos ignorar
otros campos que están igual de disponibles. Esto es un poco como elegir
emisoras de radio o televisión para escuchar o ver mientras no elegimos otras
igualmente viables. Podríamos ver algo edificante o podríamos sintonizar un
espectáculo de terror sangriento y violento. A la televisión o la radio en sí
no les importa lo que elijamos.
A menudo elegimos inconscientemente simplemente porque es a lo que
estamos acostumbrados y esperamos de la vida. Por ejemplo, si hemos sido
sometidos a golpes, adicción a las drogas, abandono y violencia, entonces
podemos sentirnos atraídos a más de lo mismo como una polilla a la llama y, por
supuesto, viceversa. Esta es la base de la adicción. La adicción no es más que
resonar con algo con consecuencias desastrosas porque creemos en cierto nivel
que la repetición contiene la clave de la redención. Hay una gratificación muy
breve en el proceso seguida de las predecibles vergüenza y culpabilidad. Este
proceso es tan aburrido y jamás sucede con alguna variación, pero la
personalidad parásita y falsa nos arrulla para que lo creamos una vez más por
enésima vez.
Ahora aquí hay un hecho muy importante que sería bueno recordar. No
puedes cambiar las resonancias desde la resonancia en la que estás operando.
Simplemente no es posible. Es como esperar que una pieza de punk rock suene
repentinamente como una pieza clásica. No va a suceder. Para cambiar las
frecuencias tienen que suceder dos cosas. Tienes que estar dispuesto a apagar
la frecuencia con la que estás resonando y al mismo tiempo abrirte a una nueva
frecuencia que se siente superior y mejor. Y debes continuar ese proceso a lo
largo del tiempo hasta que hayas logrado el cambio exitoso.
Esta comprensión está bien descripta en el campo de la neurociencia.
Todos tenemos vías neurológicas fuertes y débiles. Una fuerte creencia o
experiencia sobre algo a lo largo del tiempo desarrolla una fuerte ruta
neurológica en tu cerebro, mientras que una idea o pensamiento aleatorio puede
tener una vía neurológica muy débil. Puedes cambiar la fuerza de las vías
neurológicas con tiempo y disciplina. Puede llevar meses de reorientación, pero
funcionará. Las vías neurológicas son la evidencia del cerebro de que estás
resonando con creencias y campos vibratorios particulares.
De la misma manera que el cerebro exhibe vías neurológicas físicas
fuertes y débiles, la humanidad tiene el equivalente colectivo en lo que
algunos pensadores como C.G. Jung denominó el inconsciente colectivo. Durante
miles de años de historia humana, los humanos hemos creído en la efectividad de
la guerra para defendernos y para lograr ciertos resultados en la construcción
de la nación y cosas por el estilo. Podríamos decir que existe un camino
neurológico gigante llamado "La guerra de todas las cosas" en el
cerebro humano colectivo. Puedes ver la evidencia de esto en el hecho de que nuestra
cultura expresa todo en términos de guerra, la guerra contra las drogas, la
guerra contra el cáncer, contra el Alzheimer, y así sucesivamente. Incluso las
personas bien intencionadas están dispuestas a veces a ser violentas en nombre
de terminar la guerra.
Incluso aunque no todos los humanos crean que la guerra es efectiva y
viable, es la mayoría la que lleva las de ganar. Entonces, incluso si no crees
en la guerra y la violencia como una solución al conflicto, aún estás sujeto al
hecho de que las guerras continúan porque la mayoría de la gente está resonando
en el campo de la guerra. ¿Puede esto cambiar? Por supuesto que sí, pero se
necesita tiempo y disciplina para salir de la resonancia con la guerra y entrar
en una nueva resonancia con un campo de cooperación. Recuerda que no puedes
cambiar los campos de vibración desde el interior del cual estás vibrando y
esto va también por la especie entera. Por lo tanto, el mundo debe dejar de
lado la viabilidad de la guerra mientras abraza una resonancia totalmente nueva
para reemplazar la anterior. Este proceso ocurre lentamente a través de la
evolución gradual de la edad y la madurez del alma. Afortunadamente está
sucediendo ahora y dentro de cien años se habrá logrado exitosamente.
Antes de terminar nuestra discusión sobre la resonancia, me gustaría
simplemente tocar otro aspecto pues se relaciona con nuestros cuerpos humanos.
En una persona sana, su cuerpo está colectivamente en resonancia con su entorno
y marco de tiempo. Así es como los cuerpos fueron diseñados para funcionar. Si
vives en las montañas, entonces tu cuerpo entra en resonancia con la altitud,
la vida vegetal de allí, los niveles de oxígeno, el contenido mineral del
suelo, la vida silvestre y un gran número de variables. Por ejemplo, si mudas
repentinamente tu cuerpo de la costa a las montañas altas, tomará un poco de
tiempo adaptarte a la altura. Todo el mundo sabe esto por experiencia.
El desafío en la vida llega porque nuestros cuerpos no siempre vibran
colectivamente en el mismo marco de tiempo y ubicación. Esto es en gran parte
el resultado de traumas, accidentes y trastorno de estrés postraumático junto
con sistemas de creencias rígidos y similares. Si experimentas un shock en tu
cuerpo, digamos una caída grave que lastima tu espalda baja, esta parte de tu
cuerpo puede atascarse en el tiempo y no progresar con el resto de tu cuerpo.
Debido a un patrón de shock, la parte inferior de la espalda aún resuena con el
tiempo del accidente mientras el resto del cuerpo avanza. Del mismo modo, la
parte inferior de la espalda también puede estar resonando con la locación del
accidente y no con la ubicación actual del resto del cuerpo. Si tienes varios
traumas, entonces varios órganos y partes del cuerpo pueden estar resonando en
diferentes marcos de tiempo y ubicaciones, produciendo confusión para la
personalidad. Es posible que ya no sepas quién eres o dónde te encuentras. Esto
puede ocasionar muchos síntomas tales como confusión mental, sentirse atontado,
fuera de control, no ser uno mismo, y cosas por el estilo. Es como si
diferentes partes del cuerpo y, por ello, la personalidad también, estuvieran
resonando en diferentes frecuencias o campos de experiencia. Esto equivaldría a
escuchar una variedad de estaciones de radio reproduciendo diferentes tipos de
música, todo al mismo tiempo. Eso sería confuso y desconcertante y puede
provocar que desees renunciar y simplemente irte a la cama hasta que se
detenga.
Muchas culturas indígenas identificaron este problema y crearon
ceremonias y estrategias curativas para traer a las partes del cuerpo hasta el
tiempo presente. Un método, para nombrar uno de muchos, es el proceso de
recuperación del alma. A pesar de lo que puedas haber escuchado, este proceso
es en realidad muy simple, una vez que conoces los pasos. La parte más difícil
es creer que funciona, ya que no está respaldada por el cartel que es nuestra
institución médica actual, la cual quiere manejar el campo de la curación con
una definición muy estrecha. Esa es otra historia.
Una de las mejores maneras de poner el cuerpo en resonancia con el
presente es simplemente hablar con él y comenzar una relación real aquí y ahora
con él. Díle que lamentas que se haya lastimado o que esté trabado de alguna
manera y que harás todo lo posible para corregirlo. Discúlpate por culparlo y
juzgarlo, por no valorarlo por no poder cumplir con todas tus demandas
irrazonables. Díle que lo amas y agradécele por el arduo trabajo que ha
realizado para cumplir con todos tus requerimientos. Ese es un buen comienzo
para hacer que todo el cuerpo colectivo vuelva a tener resonancia con todas sus
diversas partes, con su ubicación, con su marco de tiempo actual.
Por último, considera esto. Cada campo vibratorio tiene octavas más
altas y más bajas. Siempre puedes moverte a una octava más alta si lo tienes
presente en tu mente para recordar esto y comandarlo. Por ejemplo, tu cuerpo
tiene hábitos y es probable que tenga la costumbre de vibrar en ciertos campos
operativos, de salud, de bienestar. Tu personalidad funciona de la misma
manera. Si estás deprimido, hay una manera de despegarse muy rápido.
Pero las octavas más altas de vibración no son realmente el mismo campo.
Son un campo similar pero diferente. Digamos que te sientes desalentado al
despertar por la mañana. No estás comenzando bien el día. Hay algo que puedes
hacer. Puedes hacerte cargo. Agradece al Espíritu por tu vida. Date cuenta de
que no eres el contenido físico de tu cuerpo, tus pensamientos, tus
sentimientos o incluso tu personalidad. En realidad eres el contexto, el
espacio en el cual tu vida está sucediendo. Ese espacio es vasto, infinito en
tamaño, dentro de ti y a tu alrededor. Date cuenta de que este espacio es
totalmente neutral. No hay una personalidad real con tu nombre en ella. Es tan
solo una historia, una ficción. Eres una posibilidad infinita. Comienza a
resonar con este nuevo campo, posibilidad infinita. Llámalo. Dile al viejo
campo que ya no tiene poder sobre ti y déjalo ir. Durante cinco minutos
contempla lo que significa ser una posibilidad infinita. Luego, lentamente,
muuuuuuuuy lentamente, con la mano en el corazón, dí en voz baja: Yo estoy
aquí, Yo estoy aquí, Yo estoy aquí. Yo puedo, yo puedo, yo puedo.
Muchas Bendiciones, José.
Traducción: Marcela Borean
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario