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6 de diciembre de 2018

Simbolismo de los dedos


By PHILEAS 

Si prestamos atención a su simbolismo más esencial, los dedos no son otra cosa que una prolongación de la mano y -por lo tanto- los instrumentos por los cuales la energía de la mano puede ser encauzada y canalizada.
Cada dedo, al estar separado de los demás, puede concebirse como un elemento independiente supeditado a algo mayor que le brinda cohesión y sentido (la mano). En otras palabras, mientras que los dedos simbolizan la diversidad, la mano representa la unidad y toda ilusión de separación se termina esfumando cuando los dedos se reúnen en la mano para formar un puño, que significa la fuerza concentrada de todos los dedos, el trabajo en equipo, la sinergia.

De acuerdo a la antropología, el sistema decimal de numeración surgió como consecuencia lógica del uso cotidiano de nuestros dedos y en ello también podemos hallar el origen de los decálogos (los diez mandamientos, las diez plagas sobre Egipto, etc.), así como de los diez sefirots de la Kabbalah o la Tetraktys pitagórica.
Según el cristianismo, “para andar el largo camino, dio la naturaleza al hombre diez dedos en los pues; y el peregrino del Cielo, si quiere llegar al Santuario de la Gloria, ha de andar por el camino real de los diez preceptos del Decálogo” (1).
Manly Hall va un poco más allá y asegura que “los dedos de los pies representan los Diez Mandamientos de la ley física y los dedos de la mano los Diez Mandamientos de la ley espiritual. Los cuatro dedos de cada mano representan los cuatro elementos y las tres falanges de cada dedo representan las divisiones del elemento, de manera que en cada mano hay doce partes de los dedos, que son análogas a los signos del zodíaco, mientras que las dos falanges y la base de cada pulgar suponen la triple Deidad. La primera falange corresponde al aspecto creativo, la segunda al aspecto preservativo, y la base al aspecto generativo y destructivo. Cuando se juntan las manos, el resultado es los veinticuatro Mayores y los seis Días de la Creación” (2).

Dedos y dioses
En Islam sunnita, la mano es un símbolo importante y los cinco dedos recuerdan los cinco pilares fundamentales: la profesión de fe, la oración cinco veces al día, la limosna, el ayuno durante el mes el ramadán y la peregrinación a la Meca. De acuerdo con René Guénon, el nombre de Dios (Allah) está inscrito en los dedos de este modo: “el meñique corresponde a la alif, el anular a la primera lam, el medio y el índice a la segunda lam que es doble y el pulgar a la ha (que, normalmente, debe trazarse en su forma “abierta”); y éste es el motivo principal del uso de la mano como símbolo, tan difundido en todos los países islámicos” (3).
Los chiítas, por su lado, relacionan a los cinco dedos con la familia sagrada del Profeta: el propio Mahoma, Alí, Fátima, Hassan y Hussein. Esta idea se observa perfectamente en la mano de Fátima o “khamsa”, un amuleto popularísimo en el Norte de África y Cercano Oriente.
Algunos investigadores han tratado de conectar esta mano de Fátima con un amuleto pagano conocido como “mano pantea” (o mano de la Diosa), cuyo origen estaría en Egipto y donde se representaba a Isis (dedo mayor), Osiris (índice) y Horus (pulgar). Este gesto de los tres dedos (en ocasiones llamado “bendición frigia”) fue recogido posteriormente por los romanos y más tarde por los cristianos como signo de bendición.





Eliphas Lévi llama a esta posición de los tres dedos “el signo del ocultismo” y en su obra “Dogma y Ritual de Alta Magia” aparece la imagen de una mano sacerdotal que bendice con los dos dedos mientras que intercepta la luz, produciendo “una sombra cornuda y monstruosa” (4).


De acuerdo al sistema de las correspondencias planetarias entre microcosmos y el macrocosmos, la astrología clásica ha vinculado a los dedos con cinco grandes dioses del Olimpo, a saber: Venus (pulgar), Júpiter (índice), Saturno (medio), Apolo (anular) y Mercurio (meñique).
Con el tiempo, esta correspondencia de los dedos con deidades se cristianizó y la versión romana de la “mano pantea” se terminó convirtiendo en la “mano poderosa” del catolicismo con estas relaciones: San Joaquín (meñique), Santa Ana (anular), San José (medio), Virgen María (índice) y Niño Jesús (pulgar). En nuestros días, la oración de la mano poderosa se ha vulgarizado al máximo y el cristianismo popular la suele utilizar para cosas tan triviales como ganar la lotería, conseguir un amor imposible o curar el mal de ojo.
Una versión esotérica de esta mano la podemos observar en la “Mano del Filósofo” o “de los Misterios” creada por el alquimista flamenco Johann Isaac Hollandus 1667 donde se sintetizan algunos aspectos de la Gran Obra.
En los cinco dedos se encuentra también el origen de los sistemas iniciáticos quinarios, especialmente los que utilizan cinco grados y los vinculan a los cinco elementos, que también tienen su correspondencia en las falanges de la mano: Tierra (medio), Agua (índice), Aire (meñique), Fuego (anular) y Éter (pulgar). En casi todos los casos el dedo pulgar (relacionado con Horus, Jesús, el elemento Éter) es el que brinda cohesión a los demás (5).
Los dáctilos
Cuando la diosa Rea estaba dando a luz a Zeus apretó sus dedos contra la tierra a fin de aliviar los dolores del parto. De esta acción nacieron los dáctilos (daktyloi idaioi), divinidades menores que representan a los dedos de la mano: cinco varones de la derecha y cinco mujeres de la izquierda.
Los dáctilos descubrieron las propiedades del fuego y trabajaron con habilidad toda clase de metales.
Según Mircea Eliade, “se ha observado que en la Grecia arcaica algunos grupos de personajes míticos —Telquinos, Kabiros, Curetas, Dáctilos— constituyen a la vez cofradías secretas en relación con los misterios y hermandades de trabajadores de los metales. Los Dáctilos eran sacerdotes de Cibeles, divinidad de las montañas, pero también de las minas y las cavernas, que tenía su morada en el interior de las montañas” (6).
Reconocidos como magos, estos personajes aparecen ligados a la Tradición Primordial y celebraban ritos mistéricos de carácter iniciático. Uno de sus principales discípulos fue Orfeo, “el primer adepto que la historia vislumbra tenuemente entre las nieblas de la era precristiana” (7), el que -de acuerdo a estos relatos- habría recibido su iniciación en Samotracia a través de estos dáctilos (dedos).
Apolonio de Rodas llama a tres de los Dáctilos como Acmón (“yunque”), Damnaméneo (“martillo”) y Celmis (“fundidor”), obviamente en relación con la metalurgia. Estos tres dedos reunidos ejecutaban la bendición frigia ya citada en honor a la Diosa Madre.
El filósofo Porfirio comenta que estos dáctilos también iniciaron a Pitágoras en una cueva del monte Ida, donde tuvo que permanecer veintisiete dias (8) y donde fue purificado con la piedra del rayo, al mismo tiempo que era instruído sobre el uso del monocordio (9).

Dedos y Sefirots
Antes comenté que los diez dedos de la mano recuerdan a los diez sefirots de la Cábala y este detalle se resalta en uno de los textos cabalísticos mas conocidos, el Sepher Yetzirah. En el mismo comienzo de esta obra se dice: “Existen diez sefirot inefables correspondientes a los diez dedos, cinco opuestos a cinco, y el pacto está ubicado en el medio, en la palabra de la lengua y en la circuncisión del órgano reproductivo”.
Al hablar de “cinco opuestos a cinco” se está aceptando una disposición diferente de los sefirots del árbol de la vida, que habitualmente se ubican en tres pilares: el derecho (Hokhmah, Hesed y Netzah), el izquierdo (Binah, Geburah y Hod) y el central (Kether, Tipheret, Yesod, Malkuth)
Arye Kaplan dice: “Las cinco sefirot masculinas suelen recibir el apelativo de los cinco Amores (Chasadim) puesto que están del lado de Chesed (Amor). Del mismo modo, suele llamarse a las cinco Sefirot masculinas las cinco Fuerzas (Gevurot) por estár del lado de Gevurah (Fuerza)” (10).
Para esta tradición hebrea, la mano es un modelo cosmogónico o un “pequeño todo” (11) mientras que los dedos son los instrumentos de acción de la mano y -por lo tanto- puentes de la luz.
Mesmer y el agente mágico universal
Como extensiones de la mano, los dedos son canales a través de los cuales se encauza la energía de las manos. En palabras de Eliphas Lévi: “Las extremidades de los dedos, a las cuales vienen a terminar todos los nervios, hacen irradiar la luz astral, o la aspiran según nuestra voluntad” (12).
Este punto es importante para comprender todos los sistemas de curación esotérica donde es habitual la práctica de la imposición de manos para la sanación espiritual. 







En las prácticas de terapéutica rosacruz se usan los tres primeros dedos de cada  mano (pulgar, índice y medio) reunidos en forma de punta para la canalización de las energías corporales, las cuales pueden ser de carácter positivo (mano derecha) o negativo (mano izquierda).





En las enseñanzas de Franz Mesmer, los dedos tienen una relevancia capital, pues de ellos emana un fluido invisible o “magnético” que es también el “gran agente mágico” de Eliphas Lévi, la Luz Astral el sustento de todo sistema de magia, llamado por los hermetistas “telesma” que -según puede leerse en la Tabla Esmeralda- “vence la cosa más sutil y penetra toda cosa sólida”.
Toda varita mágica tiene la facultad de canalizar esta energía de los dedos para “apuntar”, es decir para tener ser más precisa, actuando como puente y conectando diferentes planos de existencia.
Todos los temas vinculados a este artículo merecen ser profundizados, pero hacerlo en este momento nos desviaría demasiado del tema central (los dedos), por lo cual los tendré que abordar a su debido tiempo. ¡Paz profunda!

Imágenes



Mano alquímica de los filósofos











Bendición frigia: Bafomet, Juan Pablo II, Pio IX y Tarot Rider-Waite-Smith
















La mano poderosa en el Smithsonian American Art Museum de Washington D.C.












La mano pantea

Notas del texto
(1) Marsal, Antonio: “Cathecismo explicado y predicado”
(2) Hall, Manly Palmer: “Simbolismo del cuerpo humano”
(3) Guénon, René: “Apreciaciones sobre el esoterismo islámico y el taoísmo”
(4) Lévi, Eliphas: “Curso de filosofía oculta”
(5) Dice Eliphas Lévi: “El pulgar, pollex, es el dedo de la fuerza y el poder. Corresponde en el simbolismo cabalístico a la primera letra del nombre de Jehová. Por sí solo, este dedo es como una síntesis de toda la mano, así que si es fuerte, la persona será normalmente fuerte, y viceversa si es débil” (“La Clave de los Grandes Misterios”)
(6) Eliade, Mircea: “Herreros y Alquimistas”
(7) Eliade, Mircea: “Historia de las Creencias”, vol. II
(8) Véase: 
http://www.tertullian.org/fathers/porphyry_life_of_pythagoras_02_text.htm
(9) Véase: “The Pythagorean Sourcebook and Library” de Kenneth Sylvan Guthrie y David R. Fideler, así como “La idea del cosmos” de Radamés Molina y Daniel Ranz.
(10) Kaplan, Arye: “Sepher Yetzirah”
(11) González Frías, Federico: “Diccionario de símbolos y temas misteriosos”
(12) Lévi, Eliphas: “Dogma y ritual de Alta Magia”


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