Si prestamos atención a su simbolismo más esencial, los dedos no son
otra cosa que una prolongación de la mano y -por lo tanto- los instrumentos por
los cuales la energía de la mano puede ser encauzada y canalizada.
Cada dedo, al estar separado de los demás, puede concebirse como un
elemento independiente supeditado a algo mayor que le brinda cohesión y sentido
(la mano). En otras palabras, mientras que los dedos simbolizan la diversidad,
la mano representa la unidad y toda ilusión de separación se termina esfumando
cuando los dedos se reúnen en la mano para formar un puño, que significa la
fuerza concentrada de todos los dedos, el trabajo en equipo, la sinergia.
De acuerdo a la antropología, el sistema decimal de numeración surgió
como consecuencia lógica del uso cotidiano de nuestros dedos y en ello también
podemos hallar el origen de los decálogos (los diez mandamientos, las diez
plagas sobre Egipto, etc.), así como de los diez sefirots de la Kabbalah o la
Tetraktys pitagórica.
Según el cristianismo, “para andar el largo camino, dio la
naturaleza al hombre diez dedos en los pues; y el peregrino del Cielo, si
quiere llegar al Santuario de la Gloria, ha de andar por el camino real de los
diez preceptos del Decálogo” (1).
Manly Hall va un poco más allá y asegura que “los dedos de
los pies representan los Diez Mandamientos de la ley física y los dedos de la
mano los Diez Mandamientos de la ley espiritual. Los cuatro dedos de cada mano
representan los cuatro elementos y las tres falanges de cada dedo representan
las divisiones del elemento, de manera que en cada mano hay doce partes de
los dedos, que son análogas a los signos del zodíaco, mientras que las dos
falanges y la base de cada pulgar suponen la triple Deidad. La primera falange
corresponde al aspecto creativo, la segunda al aspecto preservativo, y la base
al aspecto generativo y destructivo. Cuando se juntan las manos, el resultado
es los veinticuatro Mayores y los seis Días de la Creación” (2).
Dedos y dioses
Los chiítas, por su lado, relacionan a los cinco dedos con la familia
sagrada del Profeta: el propio Mahoma, Alí, Fátima, Hassan y Hussein. Esta idea
se observa perfectamente en la mano de Fátima o “khamsa”, un amuleto
popularísimo en el Norte de África y Cercano Oriente.
Algunos investigadores han tratado de conectar esta mano de Fátima con
un amuleto pagano conocido como “mano pantea” (o mano de la Diosa),
cuyo origen estaría en Egipto y donde se representaba a Isis (dedo mayor),
Osiris (índice) y Horus (pulgar). Este gesto de los tres dedos (en ocasiones
llamado “bendición frigia”) fue recogido posteriormente por los romanos y más
tarde por los cristianos como signo de bendición.
Eliphas Lévi llama a esta posición de los tres dedos “el signo del
ocultismo” y en su obra “Dogma y Ritual de Alta Magia” aparece la imagen de una
mano sacerdotal que bendice con los dos dedos mientras que intercepta la luz,
produciendo “una sombra cornuda y monstruosa” (4).
Con el tiempo, esta correspondencia de los dedos con deidades se
cristianizó y la versión romana de la “mano pantea” se terminó convirtiendo en
la “mano poderosa” del catolicismo con estas relaciones: San Joaquín (meñique),
Santa Ana (anular), San José (medio), Virgen María (índice) y Niño Jesús
(pulgar). En nuestros días, la oración de la mano poderosa se ha vulgarizado al
máximo y el cristianismo popular la suele utilizar para cosas tan triviales
como ganar la lotería, conseguir un amor imposible o curar el mal de ojo.
Una versión esotérica de esta mano la podemos observar en la “Mano del
Filósofo” o “de los Misterios” creada por el alquimista flamenco Johann Isaac
Hollandus 1667 donde se sintetizan algunos aspectos de la Gran Obra.
En los cinco dedos se encuentra también el origen de los sistemas
iniciáticos quinarios, especialmente los que utilizan cinco grados y los
vinculan a los cinco elementos, que también tienen su correspondencia en las
falanges de la mano: Tierra (medio), Agua (índice), Aire (meñique), Fuego
(anular) y Éter (pulgar). En casi todos los casos el dedo pulgar (relacionado
con Horus, Jesús, el elemento Éter) es el que brinda cohesión a los demás (5).
Los dáctilos
Cuando la diosa Rea estaba dando a luz a Zeus apretó sus dedos contra la
tierra a fin de aliviar los dolores del parto. De esta acción nacieron los
dáctilos (daktyloi idaioi), divinidades menores que representan a los
dedos de la mano: cinco varones de la derecha y cinco mujeres de la izquierda.
Los dáctilos descubrieron las propiedades del fuego y trabajaron con
habilidad toda clase de metales.
Según Mircea Eliade, “se ha observado que en la Grecia
arcaica algunos grupos de personajes míticos —Telquinos, Kabiros, Curetas,
Dáctilos— constituyen a la vez cofradías secretas en relación con los misterios
y hermandades de trabajadores de los metales. Los Dáctilos eran sacerdotes de
Cibeles, divinidad de las montañas, pero también de las minas y las cavernas,
que tenía su morada en el interior de las montañas” (6).
Reconocidos como magos, estos personajes aparecen ligados a la Tradición
Primordial y celebraban ritos mistéricos de carácter iniciático. Uno de sus
principales discípulos fue Orfeo, “el primer adepto que la
historia vislumbra tenuemente entre las nieblas de la era precristiana” (7),
el que -de acuerdo a estos relatos- habría recibido su iniciación en Samotracia
a través de estos dáctilos (dedos).
Apolonio de Rodas llama a tres de los Dáctilos como Acmón
(“yunque”), Damnaméneo (“martillo”) y Celmis (“fundidor”), obviamente en
relación con la metalurgia. Estos tres dedos reunidos ejecutaban la bendición
frigia ya citada en honor a la Diosa Madre.
El filósofo Porfirio comenta que estos dáctilos también
iniciaron a Pitágoras en una cueva del monte Ida, donde tuvo que permanecer
veintisiete dias (8) y donde fue purificado con la piedra del rayo, al mismo
tiempo que era instruído sobre el uso del monocordio (9).
Dedos y Sefirots
Antes comenté que los diez dedos de la mano recuerdan a los diez
sefirots de la Cábala y este detalle se resalta en uno de los textos
cabalísticos mas conocidos, el Sepher Yetzirah. En el mismo comienzo
de esta obra se dice: “Existen diez sefirot inefables
correspondientes a los diez dedos, cinco opuestos a cinco, y el pacto está
ubicado en el medio, en la palabra de la lengua y en la circuncisión del órgano
reproductivo”.
Al hablar de “cinco opuestos a cinco” se está aceptando una disposición
diferente de los sefirots del árbol de la vida, que habitualmente se ubican en
tres pilares: el derecho (Hokhmah, Hesed y Netzah), el izquierdo (Binah,
Geburah y Hod) y el central (Kether, Tipheret, Yesod, Malkuth)
Arye Kaplan dice: “Las cinco sefirot masculinas suelen recibir
el apelativo de los cinco Amores (Chasadim) puesto que están del lado de Chesed
(Amor). Del mismo modo, suele llamarse a las cinco Sefirot masculinas las cinco
Fuerzas (Gevurot) por estár del lado de Gevurah (Fuerza)” (10).
Para esta tradición hebrea, la mano es un modelo cosmogónico o un “pequeño
todo” (11) mientras que los dedos son los instrumentos de acción de la
mano y -por lo tanto- puentes de la luz.
Mesmer y el agente mágico universal
Como extensiones de la mano, los dedos son canales a través de los
cuales se encauza la energía de las manos. En palabras de Eliphas Lévi: “Las
extremidades de los dedos, a las cuales vienen a terminar todos los nervios,
hacen irradiar la luz astral, o la aspiran según nuestra voluntad” (12).
Este punto es importante para comprender todos los sistemas de curación
esotérica donde es habitual la práctica de
la imposición de manos para la sanación espiritual.
En las
prácticas de terapéutica rosacruz se usan los tres primeros dedos de
cada
mano (pulgar, índice y medio) reunidos en forma de punta para
la canalización de las energías corporales, las cuales pueden ser de carácter
positivo (mano derecha) o negativo (mano izquierda).
Toda varita mágica tiene la facultad de canalizar esta energía de los
dedos para “apuntar”, es decir para tener ser más precisa, actuando como puente
y conectando diferentes planos de existencia.
Todos los temas vinculados a este artículo merecen ser profundizados,
pero hacerlo en este momento nos desviaría demasiado del tema central (los
dedos), por lo cual los tendré que abordar a su debido tiempo. ¡Paz profunda!
Imágenes
Notas del texto
(1) Marsal, Antonio: “Cathecismo explicado y predicado”
(2) Hall, Manly Palmer: “Simbolismo del cuerpo humano”
(3) Guénon, René: “Apreciaciones sobre el esoterismo islámico y el taoísmo”
(4) Lévi, Eliphas: “Curso de filosofía oculta”
(5) Dice Eliphas Lévi: “El pulgar, pollex, es el dedo de la fuerza y el poder. Corresponde en el simbolismo cabalístico a la primera letra del nombre de Jehová. Por sí solo, este dedo es como una síntesis de toda la mano, así que si es fuerte, la persona será normalmente fuerte, y viceversa si es débil” (“La Clave de los Grandes Misterios”)
(6) Eliade, Mircea: “Herreros y Alquimistas”
(7) Eliade, Mircea: “Historia de las Creencias”, vol. II
(8) Véase: http://www.tertullian.org/fathers/porphyry_life_of_pythagoras_02_text.htm
(9) Véase: “The Pythagorean Sourcebook and Library” de Kenneth Sylvan Guthrie y David R. Fideler, así como “La idea del cosmos” de Radamés Molina y Daniel Ranz.
(10) Kaplan, Arye: “Sepher Yetzirah”
(11) González Frías, Federico: “Diccionario de símbolos y temas misteriosos”
(12) Lévi, Eliphas: “Dogma y ritual de Alta Magia”
(2) Hall, Manly Palmer: “Simbolismo del cuerpo humano”
(3) Guénon, René: “Apreciaciones sobre el esoterismo islámico y el taoísmo”
(4) Lévi, Eliphas: “Curso de filosofía oculta”
(5) Dice Eliphas Lévi: “El pulgar, pollex, es el dedo de la fuerza y el poder. Corresponde en el simbolismo cabalístico a la primera letra del nombre de Jehová. Por sí solo, este dedo es como una síntesis de toda la mano, así que si es fuerte, la persona será normalmente fuerte, y viceversa si es débil” (“La Clave de los Grandes Misterios”)
(6) Eliade, Mircea: “Herreros y Alquimistas”
(7) Eliade, Mircea: “Historia de las Creencias”, vol. II
(8) Véase: http://www.tertullian.org/fathers/porphyry_life_of_pythagoras_02_text.htm
(9) Véase: “The Pythagorean Sourcebook and Library” de Kenneth Sylvan Guthrie y David R. Fideler, así como “La idea del cosmos” de Radamés Molina y Daniel Ranz.
(10) Kaplan, Arye: “Sepher Yetzirah”
(11) González Frías, Federico: “Diccionario de símbolos y temas misteriosos”
(12) Lévi, Eliphas: “Dogma y ritual de Alta Magia”
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