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11 de diciembre de 2018

Bafomet, ayer y hoy


By PHILEAS 
Bafomet en la serie de Netflix

Hace pocas semanas atrás, la figura de Bafomet volvió a la palestra a raíz de la demanda por 150 millones de dólares que una agrupación norteamericana conocida como “El Templo Satánico” le presentó a Netflix por el uso de una estatua de Bafomet en la serie “Las escalofriantes aventuras de Sabrina”.
Como en nuestra sociedad del espectáculo parece ser que Netflix es el eje del mundo, la insólita noticia apareció en la portada de los periódicos más prestigiosos del planeta, algunos de los cuales trataron de explicar (torpemente) quién era este misterioso Bafomet.


El Bafomet templario
La primera mención a Bafomet que puede rastrearse de forma documental aparece en una carta del conde Anselmo de Ribemont, quien escribió -en julio de 1098- una carta al Rey de Jerusalén Godofredo de Bouillon lo siguiente: “Al día siguiente, al aparecer el amanecer, hicieron un llamamiento a la voz desde lo alto del Bafomet; mientras nosotros orabamos silenciosamente a nuestro Dios en nuestros corazones; luego haciendo un asalto en contra de ellos, los empujamos fuera del muro y los expulsamos de toda la ciudad” (1).


Aunque generalmente se relacione el origen del Bafomet con los Templarios, esta carta habla de él 20 años antes de la fundación de esta Orden caballeresca.
Con la supresión de la Orden Templaria (1312) y como consecuencia de las torturas a las que fueron sometidos los caballeros derrotados, la palabra “Bafomet” pasó a ser conocida por la Santa Inquisición, la cual llegó a la conclusión de que el Bafomet era un ídolo pagano, una horrible cabeza barbada “in figuram baffometi” (“con la figura de un bafomet”) que era utilizada en los rituales del Temple, lo cual terminaba confirmando la acusación de herejía.
Sin evidencias o pruebas físicas concluyentes sino basándose únicamente en los testimonios de los caballeros torturados, la idea del Bafomet como una figura demoníaca y secreta permaneció durante siglos en el imaginario popular hasta que -en 1818- el investigador Joseph von Hammer-Purgstall publicó una obra titulada “Mysterium Baphometis revelatum” donde hablaba del ídolo bafomético al mismo tiempo que acusaba al Temple de apostasía, idolatría e impureza, así como de profesar las doctrinas gnósticas e incluso las ofitas.
Aunque la obra de Hammer-Purgstall era un sinsentido y rápidamente se evidenció su falsedad, Bafomet volvió a cautivar a los historiadores europeos, que aún seguían sin entender el sentido último del Bafomet.
La respuesta de Eliphas Lévi


A mediados del siglo XIX, el francés Eliphas Lévi escribió una obra fascinante que supuso una revolución en el ámbito mágico-esotérico y que tituló “Dogma y Ritual de Alta Magia”.
En este libro, Lévi reinterpretó al Bafomet templario y le otorgó atributos caprinos a fin de darle un sentido hermético que -al parecer- originalmente no tenía.
En palabras de este autor: “El macho cabrío que está representado en el frontispicio de esta obra y aquí reproducimos, lleva sobre la frente el signo del pentagrama, con la punta hacia arriba, lo que basta para considerarle como símbolo de luz; hace con ambas manos el signo del ocultismo y muestra en alto la luna blanca de Chesed y en bajo la luna negra de Géburah. Este signo expresa el perfecto acuerdo de la misericordia con la justicia. Uno de sus brazos es femenino y el otro masculino, como en el andrógino de Khunrath, atributos que hemos debido reunir con los de nuestro macho cabrío, puesto que es un solo símbolo.
La antorcha de la inteligencia, que resplandece entre sus cuernos, es la luz mágica del equilibrio universal; es también la figura del alma elevada por encima de la materia aunque teniendo la materia misma, como la antorcha tiene la llama. La repugnante cabeza del animal manifiesta el horror al pecado, cuyo agente material, único responsable, es el que debe llevar por siempre la pena; porque el alma es impasible en su naturaleza, y no llega a sufrir más que cuando se materializa. El caduceo que tiene en vez de órgano generador, representa la vida eterna; el vientre, cubierto de escamas, es el agua; el círculo, que está encima, es la atmósfera; las plumas que vienen de seguida, son el emblema de lo volátil; luego la humanidad está representada por los dos senos y los brazos andróginos de esa esfinge de las ciencias ocultas” (2).
En las doctrinas de Eliphas Lévi, el Bafomet representaba el gran agente mágico universal(Telesma), es decir la llave maestra de la Madre Naturaleza, aquel poder o energía escondida que permitía a los alquimistas la transmutación del plomo en oro. Según Levi: “El gran agente mágico, la doble -corriente de luz, el fuego vivo y astral de la tierra, ha sido figurado por la serpiente con la cabeza de toro, de macho cabrío o de perro en las antiguas teogonías. Es la doble serpiente del caduceo; es la antigua serpiente del Génesis; pero es también la serpiente de cobre de Moisés, entrelazada en la tau, es decir, en el lingam generador; es también el macho cabrío del Sabbat y el Bafomet de los templarios” (3).

La cabra de Mendes, que fue vinculada por Lévi al Bafomet en su aspecto de macho cabrío, es -en verdad- un símbolo muy antiguo cuyo origen se remonta a Egipto, más precisamente a los mendesios. Según el testimonio deHerodoto:  “Honraban con particularidad a los cabreros, y adoran sus ganados, siendo aun menos devotos de las cabras que de los machos de cabrío. (…) En Egipto se da el nombre de Mendes así al dios Pan como al cabrón., e incluso pude observar en mi visita la monstruosidad de juntarse en público un cabrón con una mujer: bestialidad sabida de todos y aplaudida” (4). El nombre que los egiptólogos dan a la cabra de Mendes es Banebdjedet (literalmente “Ba del señor de djed”).
Valiéndose de la imagen de Bafomet popularizada por Eliphas Lévi, el escritor antimasónico Leo Táxil acusó a la Masonería de adorar en sus ceremonias a este ser monstruoso.
En su trabajo de 1886 “Los Misterios de la Francmasonería”, Táxil divulgó los rituales masónicos para intentar demostrar la vinculación de los masones con el Bafomet argumentando que éste era “una representación diabólica de las más caracterizadas. Llévasele procesionalmente por la sala y por los pasillos del local masónico, y el graduando inclina ante él la bandera que le fue confada. Con tan execrable exhibición termínase el acto de recibir a los graduandos, y una vez que el Bafomet ha sido proclamado símbolo sagrado de la naturaleza, lánzase el anatema contra todo aquel que se atreva a condenar a sus adoradores, es decir, contra la Iglesia”. (5)
En una de las imágenes que acompañan su obra, Táxil muestra “un areópago de Caballeros Kadosch, agrupados alrededor del horroroso ídolo llamado el Bafomet, mientras el presidente reza una oración á Lucifer”.

Desde el punto de vista simbólico, Leo Táxil prácticamente calcó la figura bafomética de Lévi con una diferencia: en lugar del caduceo de Mercurio colocó en el tronco del ídolo una rosacruz (6) y en ocasiones un pelícano alimentando a sus polluelos, dos elementos que aluden al grado 18º de la Masonería “Príncipe Rosacruz”, un grado que -según la versión del propio Taxil- “lleva el anti-cristianismo hasta los más refinados sacrilegios” (7).
Ocultismo, Alquimia y Satanismo
Eliphas Lévi fue determinante en la difusión del ocultismo decimonónico, en especial en la Teosofía blavatskiana, el rosacrucismo francés de Peladan y Stanislas de Guaita, el martinismo papusiano y la Golden Dawn inglesa.
Inspirado en el Bafomet de Lévi, Aleister Crowley lo adoptó como nombre místico en el seno de la Ordo Templi Orientis (O.T.O.) y destacó su carácter andrógino, símbolo de la perfecta unión de los opuestos, el “jeroglífico de la arcana perfección”.

Otro inglés, Arthur E. Waite, tomó la imagen emblemática de “Dogma y Ritual de Alta Magia” para plasmarla en el arcano 15 (el Diablo) del conocido mazo de tarot “Rider-Waite-Smith”, con dos cambios que pueden pasar desaparecibidos para los profanos pero que tienen un valor simbólico enorme. En primer lugar, la estrella de la frente del Diablo de Waite tiene la punta hacia abajo mientras que la de Levi apunta hacia arriba (este tema de las puntas de las estrellas y todo lo referente al “sigilo de Bafomet” probablemente lo abordaré en un futuro artículo). Por otro lado, las posiciones de las manos son bien diferentes, pues mientras el Bafomet de Lévi realiza con sus dos manos la “bendición frigia” (véase artículo sobre “el simbolismo de los dedos”), el personaje del arcano 15 realiza el popular “signo del señor Spock” de la serie “Star Trek” y que tiene un origen hebreo (“kohanim”), como el mismo Leonard Nimoy confesó en una entrevista (8).
En su obra maestra “Las moradas filosofales”, el alquimista Fulcanelli brindó otra explicación del Bafomet templario, señalando que éste era “la imagen sintética en la que los iniciados del Templo habían agrupado todos los elementos de la alta ciencia y de la tradición” (9), para luego aclarar lo siguiente: “Esta imagen sobre la cual no se posee más que vagas indicaciones o simples hipótesis, jamás fue un ídolo, como algunos lo han creído, sino tan solo un emblema completo de las tradiciones secretas de la Orden empleado sobre todo exteriormente como paradigma esotérico, sello de caballería y signo de reconocimiento. Se reproducía en las joyas, así como en el frontón de las residencias de los comendadores y en el tímpano de las capillas templarias” (10).


El Bafomet de Fulcanelli
De acuerdo con Fulcanelli, el Bafomet era un compendio de símbolos alquímicos, triángulos y círculos que daban forma a un rostro (11), bastante extraño por cierto. De este modo podría explicarse “la diversidad de las descripciones que de él se han hecho, y en las cuales se ve el bafomet como una cabeza de muerto aureolada o como un bucráneo, a veces como una cabeza de Hapi egipcio de buco y, mejor aún, el rostro horripilante ¡de Satán en persona!” (12).
En los años 60, el Bafomet se convirtió en uno de los tantos íconos de la cultura pop. En 1968, la película de la Hammer Productions sobre rituales de magia negra titulada “The Devil Rides Out” (protagonizada por Christopher Lee) utilizó sin ningún criterio varias imágenes de los libros de Eliphas Lévi y llamó la atención de algunos jóvenes que se sentían atraídos por el satanismo, entre ellos Anton Szandor LaVey, fundador de la iglesia de Satán.
En su “Biblia satánica”, LaVey afirmó sin tapujos que “el símbolo de Bafomet fue utilizado por los Caballeros del Temple para representar a Satán. A través del tiempo, éste símbolo ha sido llamado por nombres muy diferentes. Entre éstos están: El Chivo de Mendes, El Chivo de Mil Crías, El Chivo Negro, El Chivo de Judas, y el que tal vez sea el más apropiado, El Chivo Expiatorio” (13).
Para estos satanistas -una mezcla extraña de hippies y burgueses aburridos- el Bafomet era la representación de la sensualidad, de los instintos carnales del hombre, es decir todo lo opuesto a la naturaleza espiritual.
Sentido del Bafomet
Como no hay un argumento definitivo ni pruebas contundentes acerca del significado que daban los Templarios al Bafomet, todas las explicaciones deberían ser consideradas meras conjeturas, incluso las que daremos en el presente artículo. La teoría de Fulcanelli es interesante pero muy improbable, mientras que las opiniones de Eliphas Lévi relativas al Bafomet podrían ser interpretadas como un intento de vincular el símbolo templario con el ocultismo efervescente de mediados del siglo XIX.
Desde una perspectiva iniciática, podríamos aventurar que el Bafomet era un símbolo marcante de la ritualística templaria y que probablemente constituía una prueba para los novicios.
Creo que el español Juan G. Atienza se acerca bastante a develar el enigma al afirmar que el Bafomet “no sería objeto de la adoración idolátrica que se atribuyó [a los Templarios], sino un elemento de meditación que se encontraría en muchos casos en la sala de reuniones de las encomiendas” (14).
Todo parece indicar que el pretendido ídolo pagano no era otra cosa que un elemento simbólico que -en un ambiente sagrado, lúgubre y cavernoso- tenía por función proporcionar miedo o cautela a los candidatos. Interpretado en este sentido, en la ritualística iniciática de Occidente, podemos encontrar a un personaje que ha desempeñado una función análoga al Bafomet y que hoy conocemos bien como el “Guardián del Umbral”.
Este Guardián o “morador” del Umbral representa todo aquello que bloquea el tránsito hasta la Puerta del Templo, es decir todas las pruebas u obstáculos que nos dificultan el acceso a otra realidad. A lo largo de la historia éste se ha representado de diversas maneras: como el Dragón, el Diablo (Satanás), la Esfinge, la Sombra, e incluso con deidades liminares (aquellas que custodian un “límite”) como Hermes, Jano, Ganesha, Hécate, Caronte, Perséfone, etc. Por lo tanto, no sería extraño que el Bafomet templario tuviera esta connotación iniciática.
Sin embargo, con Eliphas Lévi, el sentido del Bafomet inevitablemente se trastocó y pasó a tener un significado completamente distinto, apreciándose en él el inmenso poder de Telesma, el agente mágico universal, mientras que su androginia marca claramente una integración de los opuestos, resaltada en sus brazos (Solve et Coagula) así como en el caduceo de Mercurio.
Palabras finales
En la serie de Netflix “Las escalofriantes aventuras de Sabrina” el Bafomet tiene un valor netamente decorativo y marginal, pero los satanistas vieron en él una forma de darse a conocer, de llegar al gran público mediante usando como excusa una demanda por plagio. Es altamente probable que el reclamo por los derechos de propiedad de una imagen creada hace exactamente 164 años atrás no habría triunfado en los tribunales, pero finalmente Netflix prefirió llegar a un acuerdo con “El Templo Satánico”, comprometiéndose a reconocer en los créditos la propiedad intelectual de esta organización sobre el Bafomet televisivo.
Win-win: gracias a la insólita demanda Netflix tuvo más visibilidad para su nueva serie (y publicidad gratis en los grandes medios) mientras que “El Templo Satánico” obtuvo exactamente lo mismo: visibilidad y publicidad. De hecho, este artículo surge como consecuencia de la noticia.
En rigor de verdad, si vamos a las fuentes e investigamos a LaVey y sus sucesores (entre los que se cuenta este “Templo Satánico) comprobaremos que este satanismo no pasa de ser un postureo, una moda, puro papel pintado. Si he de ser sincero, me genera más respeto el absurdo personaje satánico de Peter Capusotto “Quiste Sebáceo” que los satanistas organizados de hoy en día.




Imágenes


Portada de la obra de Leo Táxil, donde aparece el Bafomet en el fondo












Los artistas suelen representar al Bafomet templario exactamente como el de Lévi










Anton Szandor LaVey y sus rituales satánicos, donde puede apreciarse el “sigilo de Bafomet”











El Bafomet fue (y es) un estandarte de la prensa antimasónica













Como símbolo pop, el bafomet ha sido tomado a broma por muchos artistas, especialmente los amantes de las conspiraciones












Otra fantasía histórica mezclando el Bafomet de Lévi con el Bafomet templario














Diferentes estrellas: pentagrama hacia abajo (Waite), hacia arriba (Lévi) y de seis puntas (Hammer productions)





Notas del texto
(1) “Godefridi Bullonii epistolae et diplomata; accedunt appendices”
(2) Lévi, Eliphas: “Dogma y ritual de Alta Magia”
(3) Levi: op. cit.
(4) Herodoto: “Los nueve libros de historia”, tomo II
(5) Táxil, Leo: “Los misterios de la Masonería”
(6) Dice Táxil: “El Bafomet templario tenía en este punto un caduceo: en las exhibiciones masónicas se reemplaza este último por la cruz con rosa”. Nótese que Taxil acepta a pie juntillas que el Bafomet de Lévi es el Bafomet templario. (“La francmasonería descubierta y explicada”)
(7) Táxil, Leo: “Los misterios de la Masonería”
(8) Gershom, Rabbi Yonassan: “Jewish Themes in Star Trek”
(9) Fulcanelli: “Las moradas filosofales”
(10) Fulcanelli, op. cit.
(11) La descripción de Fulcanelli es la siguiente: “Se componía de un triángulo isósceles con el vértice dirigido hacia abajo, jeroglífico del agua, primer elemento creado, según Tales de Mileto, que sostenía que «Dios es ese Espíritu que ha formado todas las cosas del agua». Un segundo triángulo semejante, invertido con relación al primero, pero más pequeño, se inscribía en el centro y parecía ocupar el espacio reservado a la nariz en el rostro humano. Simbolizaba el fuego y, más concretamente, el fuego contenido en el agua o la chispa divina, el alma encarnada, la vida infusa en la materia. En la base invertida del gran triángulo de agua se apoyaba un signo gráfico semejante a la letra H de los latinos o a la hta (ηά) de los griegos pero más ancha y cuyo vástago central cortaba un círculo en la mitad. En estenografía hermética, este signo indica el Espíritu universal, el Espíritu creador, Dios. En el interior del gran triángulo, un poco por encima y a cada lado del triángulo de fuego, se veía, a la izquierda, el círculo lunar con el creciente inscrito y, a la derecha, el círculo solar de centro aparente. Estos círculos se hallaban dispuestos a la manera de los ojos. Finalmente, solada a la base del triángulo interno, la cruz rematando el globo completaba así el doble jeroglífico del azufre, principio activo, asociado al mercurio principio pasivo y disolvente de todos los metales. A menudo, un segmento más o menos largo, situado en la cúspide del triángulo, aparecía cruzado de líneas de tendencia vertical en la que el profano no reconocía en absoluto la expresión de la radiación luminosa, sino una especie de barbichuela. Así presentado, el bafomet afectaba una forma animal grosera, imprecisa y de identificación problemática”.
(12) Fulcanelli: op. cit.
(13) LaVey, Anton Szandor: “La Biblia Satánica”
(14) Atienza, Juan: “La meta secreta de los templarios”

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