By PHILEAS
Bafomet en la serie de Netflix
Hace pocas semanas atrás, la figura de Bafomet volvió
a la palestra a raíz de la demanda por 150 millones de dólares que una
agrupación norteamericana conocida como “El Templo Satánico” le
presentó a Netflix por el uso de una estatua de Bafomet en la serie “Las
escalofriantes aventuras de Sabrina”.
Como en nuestra sociedad del espectáculo
parece ser que Netflix es el eje del mundo, la insólita noticia apareció
en la portada de los periódicos más prestigiosos del planeta, algunos de los
cuales trataron de explicar (torpemente) quién era este misterioso Bafomet.
El Bafomet templario
La primera mención a Bafomet que puede
rastrearse de forma documental aparece en una carta del conde Anselmo de
Ribemont, quien escribió -en julio de 1098- una carta al Rey de Jerusalén
Godofredo de Bouillon lo siguiente: “Al día siguiente, al aparecer el
amanecer, hicieron un llamamiento a la voz desde lo alto del Bafomet; mientras
nosotros orabamos silenciosamente a nuestro Dios en nuestros corazones; luego
haciendo un asalto en contra de ellos, los empujamos fuera del muro y los
expulsamos de toda la ciudad” (1).
Aunque generalmente se relacione el origen
del Bafomet con los Templarios, esta carta habla de él 20 años antes de la
fundación de esta Orden caballeresca.
Con la supresión de la Orden Templaria (1312)
y como consecuencia de las torturas a las que fueron sometidos los caballeros
derrotados, la palabra “Bafomet” pasó a ser conocida por la Santa
Inquisición, la cual llegó a la conclusión de que el Bafomet era un ídolo
pagano, una horrible cabeza barbada “in figuram baffometi” (“con
la figura de un bafomet”) que era utilizada en los rituales del Temple, lo cual
terminaba confirmando la acusación de herejía.
Sin evidencias o pruebas físicas concluyentes
sino basándose únicamente en los testimonios de los caballeros torturados, la
idea del Bafomet como una figura demoníaca y secreta permaneció durante siglos
en el imaginario popular hasta que -en 1818- el investigador Joseph von
Hammer-Purgstall publicó una obra titulada “Mysterium Baphometis
revelatum” donde hablaba del ídolo bafomético al mismo tiempo que acusaba al
Temple de apostasía, idolatría e impureza, así como de profesar las doctrinas
gnósticas e incluso las ofitas.
Aunque la obra de Hammer-Purgstall era un
sinsentido y rápidamente se evidenció su falsedad, Bafomet volvió a cautivar a
los historiadores europeos, que aún seguían sin entender el sentido último del
Bafomet.
La respuesta de Eliphas Lévi
A mediados del siglo XIX, el francés Eliphas
Lévi escribió una obra fascinante que supuso una revolución en el ámbito
mágico-esotérico y que tituló “Dogma y Ritual de Alta Magia”.
En este libro, Lévi reinterpretó al Bafomet templario
y le otorgó atributos caprinos a fin de darle un sentido hermético que -al
parecer- originalmente no tenía.
En palabras de este autor: “El macho
cabrío que está representado en el frontispicio de esta obra y aquí
reproducimos, lleva sobre la frente el signo del pentagrama, con la punta hacia
arriba, lo que basta para considerarle como símbolo de luz; hace con ambas
manos el signo del ocultismo y muestra en alto la luna blanca de Chesed y en
bajo la luna negra de Géburah. Este signo expresa el perfecto acuerdo de la
misericordia con la justicia. Uno de sus brazos es femenino y el otro
masculino, como en el andrógino de Khunrath, atributos que hemos debido reunir
con los de nuestro macho cabrío, puesto que es un solo símbolo.
La antorcha de la inteligencia, que
resplandece entre sus cuernos, es la luz mágica del equilibrio universal;
es también la figura del alma elevada por encima de la materia aunque teniendo
la materia misma, como la antorcha tiene la llama. La repugnante cabeza del
animal manifiesta el horror al pecado, cuyo agente material, único responsable,
es el que debe llevar por siempre la pena; porque el alma es impasible en su
naturaleza, y no llega a sufrir más que cuando se materializa. El caduceo que
tiene en vez de órgano generador, representa la vida eterna; el vientre,
cubierto de escamas, es el agua; el círculo, que está encima, es la atmósfera;
las plumas que vienen de seguida, son el emblema de lo volátil; luego la
humanidad está representada por los dos senos y los brazos andróginos de esa
esfinge de las ciencias ocultas” (2).
En las doctrinas de Eliphas Lévi, el Bafomet
representaba el gran agente mágico universal(Telesma), es decir la llave
maestra de la Madre Naturaleza, aquel poder o energía escondida que permitía a
los alquimistas la transmutación del plomo en oro. Según Levi: “El gran
agente mágico, la doble -corriente de luz, el fuego vivo y astral de la tierra,
ha sido figurado por la serpiente con la cabeza de toro, de macho cabrío o de
perro en las antiguas teogonías. Es la doble serpiente del caduceo; es la
antigua serpiente del Génesis; pero es también la serpiente de cobre de
Moisés, entrelazada en la tau, es decir, en el lingam generador; es también el
macho cabrío del Sabbat y el Bafomet de los templarios” (3).
La cabra de Mendes, que fue vinculada por
Lévi al Bafomet en su aspecto de macho cabrío, es -en verdad- un símbolo muy
antiguo cuyo origen se remonta a Egipto, más precisamente a los mendesios.
Según el testimonio deHerodoto: “Honraban con particularidad a
los cabreros, y adoran sus ganados, siendo aun menos devotos de las cabras que
de los machos de cabrío. (…) En Egipto se da el nombre de Mendes así al dios
Pan como al cabrón., e incluso pude observar en mi visita la monstruosidad de
juntarse en público un cabrón con una mujer: bestialidad sabida de todos y
aplaudida” (4). El nombre que los egiptólogos dan a la cabra de Mendes
es Banebdjedet (literalmente “Ba del señor de djed”).
Valiéndose de la imagen de Bafomet
popularizada por Eliphas Lévi, el escritor antimasónico Leo Táxil acusó
a la Masonería de adorar en sus ceremonias a este ser monstruoso.
En su trabajo de 1886 “Los Misterios de la
Francmasonería”, Táxil divulgó los rituales masónicos para intentar demostrar
la vinculación de los masones con el Bafomet argumentando que éste era “una
representación diabólica de las más caracterizadas. Llévasele procesionalmente
por la sala y por los pasillos del local masónico, y el graduando inclina ante
él la bandera que le fue confada. Con tan execrable exhibición termínase el
acto de recibir a los graduandos, y una vez que el Bafomet ha sido proclamado
símbolo sagrado de la naturaleza, lánzase el anatema contra todo aquel que se
atreva a condenar a sus adoradores, es decir, contra la Iglesia”. (5)
En una de las imágenes que acompañan su obra,
Táxil muestra “un areópago de Caballeros Kadosch, agrupados alrededor
del horroroso ídolo llamado el Bafomet, mientras el presidente reza una oración
á Lucifer”.
Desde el punto de vista simbólico, Leo Táxil
prácticamente calcó la figura bafomética de Lévi con una diferencia: en lugar
del caduceo de Mercurio colocó en el tronco del ídolo una rosacruz (6) y en
ocasiones un pelícano alimentando a sus polluelos, dos elementos que aluden al
grado 18º de la Masonería “Príncipe Rosacruz”, un grado que -según la versión
del propio Taxil- “lleva el anti-cristianismo hasta los más refinados
sacrilegios” (7).
Ocultismo, Alquimia y Satanismo
Eliphas Lévi fue determinante en la difusión
del ocultismo decimonónico, en especial en la Teosofía blavatskiana, el
rosacrucismo francés de Peladan y Stanislas de Guaita, el martinismo papusiano
y la Golden Dawn inglesa.
Inspirado en el Bafomet de Lévi, Aleister
Crowley lo adoptó como nombre místico en el seno de la Ordo Templi
Orientis (O.T.O.) y destacó su carácter andrógino, símbolo de la perfecta unión
de los opuestos, el “jeroglífico de la arcana perfección”.
Otro inglés, Arthur E. Waite, tomó la
imagen emblemática de “Dogma y Ritual de Alta Magia” para plasmarla en el
arcano 15 (el Diablo) del conocido mazo de tarot “Rider-Waite-Smith”, con dos
cambios que pueden pasar desaparecibidos para los profanos pero que tienen un
valor simbólico enorme. En primer lugar, la estrella de la frente del Diablo de
Waite tiene la punta hacia abajo mientras que la de Levi apunta hacia arriba
(este tema de las puntas de las estrellas y todo lo referente al “sigilo de
Bafomet” probablemente lo abordaré en un futuro artículo). Por otro lado, las
posiciones de las manos son bien diferentes, pues mientras el Bafomet de Lévi
realiza con sus dos manos la “bendición frigia” (véase artículo sobre “el simbolismo de los dedos”), el personaje
del arcano 15 realiza el popular “signo del señor Spock” de la serie “Star
Trek” y que tiene un origen hebreo (“kohanim”), como el mismo Leonard Nimoy
confesó en una entrevista (8).
En su obra maestra “Las moradas filosofales”,
el alquimista Fulcanelli brindó otra explicación del Bafomet
templario, señalando que éste era “la imagen sintética en la que los
iniciados del Templo habían agrupado todos los elementos de la alta ciencia y
de la tradición” (9), para luego aclarar lo siguiente: “Esta imagen
sobre la cual no se posee más que vagas indicaciones o simples hipótesis, jamás
fue un ídolo, como algunos lo han creído, sino tan solo un emblema
completo de las tradiciones secretas de la Orden empleado sobre todo
exteriormente como paradigma esotérico, sello de caballería y signo de
reconocimiento. Se reproducía en las joyas, así como en el frontón de las
residencias de los comendadores y en el tímpano de las capillas templarias” (10).
El Bafomet de Fulcanelli
De acuerdo con Fulcanelli, el Bafomet era
un compendio de símbolos alquímicos, triángulos y círculos que daban forma
a un rostro (11), bastante extraño por cierto. De este modo podría
explicarse “la diversidad de las descripciones que de él se han hecho,
y en las cuales se ve el bafomet como una cabeza de muerto aureolada
o como un bucráneo, a veces como una cabeza de Hapi egipcio de
buco y, mejor aún, el rostro horripilante ¡de Satán en persona!” (12).
En los años 60, el Bafomet se convirtió en
uno de los tantos íconos de la cultura pop. En 1968, la película de la Hammer
Productions sobre rituales de magia negra titulada “The Devil Rides Out”
(protagonizada por Christopher Lee) utilizó sin ningún criterio varias imágenes
de los libros de Eliphas Lévi y llamó la atención de algunos jóvenes que se
sentían atraídos por el satanismo, entre ellos Anton Szandor LaVey,
fundador de la iglesia de Satán.
En su “Biblia satánica”, LaVey afirmó
sin tapujos que “el símbolo de Bafomet fue utilizado por los Caballeros
del Temple para representar a Satán. A través del tiempo, éste símbolo ha sido
llamado por nombres muy diferentes. Entre éstos están: El Chivo de Mendes, El
Chivo de Mil Crías, El Chivo Negro, El Chivo de Judas, y el que tal vez sea el
más apropiado, El Chivo Expiatorio” (13).
Para estos satanistas -una mezcla extraña de
hippies y burgueses aburridos- el Bafomet era la representación de la
sensualidad, de los instintos carnales del hombre, es decir todo lo opuesto a
la naturaleza espiritual.
Sentido del Bafomet
Como no hay un argumento definitivo ni
pruebas contundentes acerca del significado que daban los Templarios al
Bafomet, todas las explicaciones deberían ser consideradas meras conjeturas,
incluso las que daremos en el presente artículo. La teoría de Fulcanelli es
interesante pero muy improbable, mientras que las opiniones de Eliphas Lévi
relativas al Bafomet podrían ser interpretadas como un intento de vincular el
símbolo templario con el ocultismo efervescente de mediados del siglo XIX.
Desde una perspectiva iniciática, podríamos
aventurar que el Bafomet era un símbolo marcante de la ritualística templaria y
que probablemente constituía una prueba para los novicios.
Creo que el español Juan G. Atienza se
acerca bastante a develar el enigma al afirmar que el Bafomet “no sería
objeto de la adoración idolátrica que se atribuyó [a los Templarios], sino un
elemento de meditación que se encontraría en muchos casos en la sala de
reuniones de las encomiendas” (14).
Todo parece indicar que el pretendido ídolo
pagano no era otra cosa que un elemento simbólico que -en un ambiente sagrado,
lúgubre y cavernoso- tenía por función proporcionar miedo o cautela a los
candidatos. Interpretado en este sentido, en la ritualística iniciática de
Occidente, podemos encontrar a un personaje que ha desempeñado una función
análoga al Bafomet y que hoy conocemos bien como el “Guardián del Umbral”.
Este Guardián o “morador” del Umbral
representa todo aquello que bloquea el tránsito hasta la Puerta del Templo, es
decir todas las pruebas u obstáculos que nos dificultan el acceso a otra
realidad. A lo largo de la historia éste se ha representado de diversas
maneras: como el Dragón, el Diablo (Satanás), la Esfinge, la Sombra, e incluso
con deidades liminares (aquellas que custodian un “límite”) como Hermes, Jano,
Ganesha, Hécate, Caronte, Perséfone, etc. Por lo tanto, no sería extraño que el
Bafomet templario tuviera esta connotación iniciática.
Sin embargo, con Eliphas Lévi, el sentido del
Bafomet inevitablemente se trastocó y pasó a tener un significado completamente
distinto, apreciándose en él el inmenso poder de Telesma, el agente mágico
universal, mientras que su androginia marca claramente una integración de los
opuestos, resaltada en sus brazos (Solve et Coagula) así como en el caduceo de
Mercurio.
Palabras finales
En la serie de Netflix “Las escalofriantes
aventuras de Sabrina” el Bafomet tiene un valor netamente decorativo y
marginal, pero los satanistas vieron en él una forma de darse a conocer, de
llegar al gran público mediante usando como excusa una demanda por plagio. Es
altamente probable que el reclamo por los derechos de propiedad de una imagen
creada hace exactamente 164 años atrás no habría triunfado en los tribunales,
pero finalmente Netflix prefirió llegar a un acuerdo con “El Templo
Satánico”, comprometiéndose a reconocer en los créditos la propiedad
intelectual de esta organización sobre el Bafomet televisivo.
Win-win: gracias a la insólita demanda
Netflix tuvo más visibilidad para su nueva serie (y publicidad gratis en los
grandes medios) mientras que “El Templo Satánico” obtuvo exactamente lo mismo:
visibilidad y publicidad. De hecho, este artículo surge como consecuencia de la
noticia.
En rigor de verdad, si vamos a las fuentes e
investigamos a LaVey y sus sucesores (entre los que se cuenta este “Templo
Satánico) comprobaremos que este satanismo no pasa de ser un postureo, una
moda, puro papel pintado. Si he de ser sincero, me genera más respeto el
absurdo personaje satánico de Peter Capusotto “Quiste Sebáceo” que los satanistas
organizados de hoy en día.
Imágenes
Portada de la obra de
Leo Táxil, donde aparece el Bafomet en el fondo
Los artistas suelen representar al Bafomet templario exactamente como el
de Lévi
Anton Szandor LaVey y sus rituales satánicos, donde puede apreciarse el
“sigilo de Bafomet”
El Bafomet fue (y es) un
estandarte de la prensa antimasónica
Como símbolo pop, el bafomet ha sido tomado a broma por muchos artistas,
especialmente los amantes de las conspiraciones
Otra fantasía histórica mezclando el Bafomet de Lévi con el Bafomet
templario
Diferentes estrellas: pentagrama hacia abajo (Waite), hacia arriba
(Lévi) y de seis puntas (Hammer productions)
Notas del texto
(1) “Godefridi Bullonii epistolae et
diplomata; accedunt appendices”
(2) Lévi, Eliphas: “Dogma y ritual de Alta Magia”
(3) Levi: op. cit.
(4) Herodoto: “Los nueve libros de historia”, tomo II
(5) Táxil, Leo: “Los misterios de la Masonería”
(6) Dice Táxil: “El Bafomet templario tenía en este punto un caduceo: en las exhibiciones masónicas se reemplaza este último por la cruz con rosa”. Nótese que Taxil acepta a pie juntillas que el Bafomet de Lévi es el Bafomet templario. (“La francmasonería descubierta y explicada”)
(7) Táxil, Leo: “Los misterios de la Masonería”
(8) Gershom, Rabbi Yonassan: “Jewish Themes in Star Trek”
(9) Fulcanelli: “Las moradas filosofales”
(10) Fulcanelli, op. cit.
(11) La descripción de Fulcanelli es la siguiente: “Se componía de un triángulo isósceles con el vértice dirigido hacia abajo, jeroglífico del agua, primer elemento creado, según Tales de Mileto, que sostenía que «Dios es ese Espíritu que ha formado todas las cosas del agua». Un segundo triángulo semejante, invertido con relación al primero, pero más pequeño, se inscribía en el centro y parecía ocupar el espacio reservado a la nariz en el rostro humano. Simbolizaba el fuego y, más concretamente, el fuego contenido en el agua o la chispa divina, el alma encarnada, la vida infusa en la materia. En la base invertida del gran triángulo de agua se apoyaba un signo gráfico semejante a la letra H de los latinos o a la hta (ηά) de los griegos pero más ancha y cuyo vástago central cortaba un círculo en la mitad. En estenografía hermética, este signo indica el Espíritu universal, el Espíritu creador, Dios. En el interior del gran triángulo, un poco por encima y a cada lado del triángulo de fuego, se veía, a la izquierda, el círculo lunar con el creciente inscrito y, a la derecha, el círculo solar de centro aparente. Estos círculos se hallaban dispuestos a la manera de los ojos. Finalmente, solada a la base del triángulo interno, la cruz rematando el globo completaba así el doble jeroglífico del azufre, principio activo, asociado al mercurio principio pasivo y disolvente de todos los metales. A menudo, un segmento más o menos largo, situado en la cúspide del triángulo, aparecía cruzado de líneas de tendencia vertical en la que el profano no reconocía en absoluto la expresión de la radiación luminosa, sino una especie de barbichuela. Así presentado, el bafomet afectaba una forma animal grosera, imprecisa y de identificación problemática”.
(12) Fulcanelli: op. cit.
(13) LaVey, Anton Szandor: “La Biblia Satánica”
(14) Atienza, Juan: “La meta secreta de los templarios”
(2) Lévi, Eliphas: “Dogma y ritual de Alta Magia”
(3) Levi: op. cit.
(4) Herodoto: “Los nueve libros de historia”, tomo II
(5) Táxil, Leo: “Los misterios de la Masonería”
(6) Dice Táxil: “El Bafomet templario tenía en este punto un caduceo: en las exhibiciones masónicas se reemplaza este último por la cruz con rosa”. Nótese que Taxil acepta a pie juntillas que el Bafomet de Lévi es el Bafomet templario. (“La francmasonería descubierta y explicada”)
(7) Táxil, Leo: “Los misterios de la Masonería”
(8) Gershom, Rabbi Yonassan: “Jewish Themes in Star Trek”
(9) Fulcanelli: “Las moradas filosofales”
(10) Fulcanelli, op. cit.
(11) La descripción de Fulcanelli es la siguiente: “Se componía de un triángulo isósceles con el vértice dirigido hacia abajo, jeroglífico del agua, primer elemento creado, según Tales de Mileto, que sostenía que «Dios es ese Espíritu que ha formado todas las cosas del agua». Un segundo triángulo semejante, invertido con relación al primero, pero más pequeño, se inscribía en el centro y parecía ocupar el espacio reservado a la nariz en el rostro humano. Simbolizaba el fuego y, más concretamente, el fuego contenido en el agua o la chispa divina, el alma encarnada, la vida infusa en la materia. En la base invertida del gran triángulo de agua se apoyaba un signo gráfico semejante a la letra H de los latinos o a la hta (ηά) de los griegos pero más ancha y cuyo vástago central cortaba un círculo en la mitad. En estenografía hermética, este signo indica el Espíritu universal, el Espíritu creador, Dios. En el interior del gran triángulo, un poco por encima y a cada lado del triángulo de fuego, se veía, a la izquierda, el círculo lunar con el creciente inscrito y, a la derecha, el círculo solar de centro aparente. Estos círculos se hallaban dispuestos a la manera de los ojos. Finalmente, solada a la base del triángulo interno, la cruz rematando el globo completaba así el doble jeroglífico del azufre, principio activo, asociado al mercurio principio pasivo y disolvente de todos los metales. A menudo, un segmento más o menos largo, situado en la cúspide del triángulo, aparecía cruzado de líneas de tendencia vertical en la que el profano no reconocía en absoluto la expresión de la radiación luminosa, sino una especie de barbichuela. Así presentado, el bafomet afectaba una forma animal grosera, imprecisa y de identificación problemática”.
(12) Fulcanelli: op. cit.
(13) LaVey, Anton Szandor: “La Biblia Satánica”
(14) Atienza, Juan: “La meta secreta de los templarios”
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