Es
un reto ver cómo la vida va cambiando tan aceleradamente con la llegada de la
Era de Acuario. Pero... ¿estamos conscientes lo que estos cambios
requieren? Acuario nos pide valores, nos
pide sutilidad, nos pide fraternidad, nos pide una cultura de paz, nos exige el
fin de la guerra...
Estamos
siendo impregnados por el Principio de Urano, energía regente de Acuario, que
penetra hasta lo más profundo de la materia con su fuerza desestructuradora. Es
la Llama Violeta en acción que está penetrando los éteres planetarios,
reclamando la expresión del arquetipo
que Dios soñó para este planeta en el principio de los tiempos. ¿Estamos
conscientes de este gran movimiento cósmico?
¿Nos damos cuenta que los cambios
se van a producir por un designio mayor que sobrepasa nuestras pequeñas
voluntades? Nuestro único poder de elección está en elegir cómo vamos a vivir
estos cambios y, por lo tanto, el dolor o la felicidad resultante dependerá de
cómo la humanidad elija vivirlos.
La
cultura y su expresión como civilización son prerrogativa de la humanidad; ése
es nuestro campo de acción. Y si no
expresamos el modo de vida que nos piden los nuevos tiempos nuestra
civilización no podrá prevalecer.
Nuestro
planeta es una escuela con tres grandes aulas, dirigida por un gobierno divino,
la Jerarquía Espiritual. La primera aula es el Aula de la Ignorancia, la que
más tiempo nos toma. En ella aprendemos a través del dolor que se produce
cuando violamos alguna ley natural. Sufrimos los eventos, nos quejamos,
atacamos y el dolor nos da mucho miedo. Luego pasamos al Aula del Conocimiento
y vamos reconociendo que los eventos no son externos, que la vida es como se
percibe y el trabajo para cambiar y aprender está dentro de cada uno de
nosotros. El dolor ya no produce tanto miedo; se convierte en un maestro que
hasta nos inspira poemas. Luego cursamos el Aula de la Sabiduría en donde el
conocimiento se convierte en comprensión y compasión, y se abre en el corazón
una dimensión que compenetra todo el universo. La cursamos cuando transitamos
el sendero de Iniciación.
Como
en toda escuela, los requerimientos de las aulas cambian de acuerdo a los
tiempos. Hace 100 años, lo que se le pedía a un niño de nuestras escuelas no es
lo que se le pide ahora, y estas tres grandes aulas, para seguir con la
metáfora, han cambiado su programa de estudios. En la Era de Piscis, la guerra
fue permitida porque no sabíamos cómo solucionar nuestros conflictos. Pero en
Acuario, la guerra está completamente fuera de toda consideración. Dicho de
otra manera, en Acuario, el karma producido por la guerra es mucho mayor que en
Piscis y, por lo tanto, también sus consecuencias. Un simple hecho lo
demuestra. Hoy podemos volar en pedazos el planeta, antes no.
Cuando
se producen los grandes cambios, el bien de ayer muy bien puede ser el mal de
hoy; y entonces, creyendo que estamos avanzando hacia la meta de luz y de amor,
podemos encontrarnos cooperando con las fuerzas de la oscuridad. Del aula del
conocimiento, podemos saltar al aula de la ignorancia en donde el sufrimiento
es un compañero inseparable porque vivimos con la creencia que todos los
enemigos están afuera y no respondemos a la vida sino que reaccionamos,
peleando, luchando, agrediendo y sintiéndonos víctimas.
Podemos
resumir el nuevo paradigma que Acuario nos trae en una sola palabra: FRATERNIDAD.
¿Quiénes son nuestros hermanos? Toda la humanidad. Toda, completa, incluyendo a
los que no profesan nuestra fe, a los que están en las cárceles, a los que
creemos malos, terroristas, criminales, corruptos, a todos, todos, todos... Por
lo tanto, la guerra queda fuera de toda consideración porque no se puede matar
a los hermanos. No se puede ajusticiar con la pena de muerte, no se puede
condenar al hambre a un segmento de la humanidad, porque eso también es una
forma de asesinato. Hay que sostener, aunque sea con nuestras oraciones, a
todos aquellos que de alguna forma u otra, buscan en la mediación y la
negociación, la solución a los conflictos bélicos del momento, porque es la
única solución posible.
Cuando
se presenta algún conflicto, ya sea entre personas, grupos o naciones, la
guerra ya no es una solución. Y cómo es un imperativo que nos llega del Cosmos,
nuestra escuela ha recibido la información necesaria para superar la guerra.
Las mentes más lúcidas de la humanidad han sido impresionadas con la ciencia de
las correctas relaciones humanas. Han florecido, dentro de las ciencias de la
conducta humana, todas las herramientas para lidiar con los conflictos sin
recurrir a la violencia. Hoy conocemos la conducta humana y su psiquis como
nunca antes. Lo único que falta es que este conocimiento llegue a las masas, a
las altas esferas políticas, a las escuelas, a todos y... se ponga en práctica.
El conocimiento está dado, lo que falta es su ejecución.
Dentro
de tu pequeña esfera de vida, ten presente que la pelea, el insulto, la
violencia no puede ser ya nunca más tú respuesta a una situación, por muy
difícil que sea, porque esa conducta ya no corresponde al nuevo tiempo y ahora,
su consecuencia es mucho más grave. En Acuario, la garra desaparece por completo
y la mano se hace humana expresando su función de dar, recibir, acariciar, pero
nunca pegar...
Si
no conoces las técnicas de la mediación
que nos enseña a resolver los conflictos sin la utilización de la violencia,
recuerda que tienes en tu corazón al Gran Mediador del Universo, al Ángel
Solar. Su función es mediar entre el espíritu y la materia, unir las dos
polaridades cósmicas en eso que los cielos llaman “humanidad”. Por lo tanto, es
un experto mediador.
Cuando
sientas que un conflicto toca tu puerta, busca Su ayuda. No reacciones, porque
la reacción te coloca en el aula de la ignorancia. Responde, medita, reflexiona
y busca en tu corazón la fuente de amor y de comprensión del Ángel que te
habita. Cuando se establece la conexión con él, que es tu alma, tu Ser Interno,
emanas la suficiente neutralidad capaz de unir las dos polaridades en pugna. Y
entonces, el amor divino fluye iluminándolo todo.
Que
ese Amor te acompañe siempre y sea la radiación que como ofrenda sagrada le
ofreces a la vida.
Con
ese amor te abrazo, Carmen Santiago
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