Michael Berg
La porción Bejukotái comienza con Im bejukotái teleju, “Si
siguen Mi camino”, venatati guishmeijem beitam, “merecerán todas
las bendiciones que la Luz del Creador les pueda dar”. Y el Midrash habla en
esta porción sobre el secreto de lo que significa “seguir un camino” aquí. Nos
dice que el Rey David dijo: “Cada mañana me levantaba y tenía el plan de mi
día, luego algo pasaba y mis pies me llevaban a un lugar de estudio u oración”.
No alcanzaremos la verdad primordial ni la respuesta para cualquier
pregunta que tengamos o cualquier orientación que necesitemos
simplemente a través del entendimiento de nuestra mente. De nuevo, esto no
niega la necesidad de usar la mente, pero sí que necesitamos tener la humildad
y la claridad para aceptar que nuestra mente no nos llevará al final… no puede,
está fuera de su capacidad. No obstante, al simultáneamente usar y atenuar
nuestra mente, y constantemente recordar que el final del camino no puede ser
el lugar al que nuestra mente quiere llevarnos porque ésta es limitada,
recibimos los mensajes y orientaciones desde un nivel más alto, desde la Luz
del Creador. A través de ese trabajo de conciencia —de atenuar nuestra
dependencia en la manera en la que nuestra mente ve las cosas y comprender que
nuestra mente por sí sola no nos llevará a donde necesitamos ir—, nuestra mente
se eleva a un nivel superior.
La mente puede ser una cosa muy poderosa, pero también puede ser una
barrera entre nuestra vida y la Luz del Creador. Por eso, si bien tenemos que
usar siempre nuestra mente, también tenemos que estar conscientes del hecho de
que no debemos depender sólo de ella. Tenemos que atenuar constantemente
nuestra mente en un modo que les permita a nuestros pensamientos elevarse y
recibir desde un plano superior. Esto fue lo que dijo el Rey David. Él sabía
que su mente estaba limitada y, como lo recordaba constantemente, siempre
terminaba teniendo el pensamiento correcto y estando en el lugar exacto en el
que necesitaba estar para aprender o conectarse. Y este difícil equilibrio
entre la mente y la atenuación de la mente puede llevar a cada uno de nosotros
al camino y al pensamiento correcto, tal y como le ocurrió al Rey David.
Ya antes hemos hablado de cómo las dudas y los miedos dañan los canales
de apoyo que el Creador preparó para nosotros cuando nacimos, y hemos
preguntado por qué esas dudas y miedos tienen que ser constantes. ¿Por qué no
podemos pasar una semana sin que nada externo ni interno nos cause
preocupación? La respuesta, la cual está relacionada con esta enseñanza, es que
hay que luchar contra la mente. La mente tiene que pasar por la lucha para
recibir la verdad. La mente tiene que ser bombardeada diariamente para que,
cuando luchemos, la elevemos con el fin de encontrar la verdad y llevarnos al
lugar correcto.
Por lo tanto, aunque queramos despertar la fuerza y el deseo de no caer
ante la duda o el miedo, porque entendemos que hacerlo daña los canales de ayuda
que el Creador preparó para nosotros, también queremos aceptar la batalla de la
certeza. Ya que esa batalla permite que sea atenuada la mente en modo tal que
luego podamos encontrar la verdad y estar en una situación en la que estemos
abiertos a ver el camino correcto. Así pues, la batalla debe ser constante.
Mientras más Luz recibamos en Shabat Bejukotái, más posibilidades tendremos de
ganar esa batalla y de que nuestra mente comience a orientar nuestra vida hacia
donde debe ir. Este es un gran regalo de elevación y conciencia que podemos
recibir en este Shabat; uno con el que realmente podemos encontrar, de manera
regular, tanto el lugar en el que debemos estar como la verdad de cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario