Por Michael Berg
Tanto
en el Talmud como en el Zóhar, en lugares, maneras y modos distintos, el
Creador dice: “Hazme una abertura del tamaño del ojo de una aguja y Yo te
abriré las Puertas Celestiales”. La mayoría de nosotros entiende que esta
enseñanza significa que sólo tenemos que hacer un poco, crear una pequeña
abertura, y la Luz del Creador fluirá hacia nosotros y hará el resto. Sin
embargo, tenemos que entender esta enseñanza en un modo más profundo.
Natán
en realidad no sabía qué decirle al Rey David y respondió: “Ve y haz lo que
está en tu corazón. El Creador está contigo”. Esa noche, el Creador se revela
ante el Profeta Natán para darle la siguiente profecía dirigida directamente al
Rey David:
“Ve y
di a Mi siervo David: Nunca he tenido casa. Hubo una tienda en la que estuve
con Moshé y hubo un Tabernáculo en el desierto, pero siempre he sido una
especie de viajero. En todo este tiempo, cientos de años, desde la salida de
Egipto, nunca le he ordenado a nadie que Me construya una casa. Tu idea es
correcta, Rey David. Yo construiré un lugar físico de reposo en el que morará
la Luz del Creador. Se edificará una construcción. Una vez que sea edificada
habrá paz en el mundo y una gran cantidad de Luz será atraída, no sólo a este
lugar, sino a todo el mundo”.
Hubo
un período muy agitado, desde la época de los Profetas hasta la de los Jueces,
luego hasta la de los Reyes, hasta el tiempo del Rey David. Por eso, el Creador
le dice a Natán que le diga al Rey David: “Te prometo que cuando dejes este
mundo, el reino de tu hijo también será muy pacífico. Él construirá un lugar en
el que Yo moraré y Yo le daré paz para siempre”. Cuando habla del hijo sabemos
que se refiere al Rey Shlomó. Y el Zóhar nos dice que no hubo tiempo más
pacífico en Israel o en el mundo entero que el tiempo del Rey Shlomó.
El
Creador dice: “Seré para tu hijo, Shlomó, como un padre, y él será como un hijo
para Mí”. Luego continúa prometiendo algunas cosas más al Rey David: “Toda Mi
bondad estará siempre con el Rey Shlomó. Y todo el tiempo, hasta el Final de la
Corrección, tú serás el canal”. Los kabbalistas enseñan que Mashíaj,
el alma que vendrá a este mundo para acabar con el dolor, el sufrimiento y la
muerte, será el alma del Rey David; allí es donde él recibe este poder.
Natán
despierta de la visión y le dice al Rey David todo lo que vio. Pero ¿por qué el
Rey David merecía todo esto en ese momento?
El
Creador dice algo muy interesante: “En todos estos años, nadie pidió un lugar
de reposo, Yo no lo pedí. Pero tú lo pediste”. Luego es casi como si se abriera
un torrente de bendiciones, un torrente de Luz, para el Rey David. Este es el
secreto de “Hazme una abertura del tamaño del ojo de una aguja”. Ya que hay momentos,
muy frecuentes, en los que el Creador sólo está esperando bañarnos de
bendiciones. En este caso ocurrió porque el Rey David dejó de pensar en sí
mismo y preguntó: “¿Qué puedo hacer por el mundo? ¿Qué puedo hacer por la Luz
del Creador?”. Eso es todo, él sólo tuvo que hacer la pregunta para que el
torrente lo bañara.
La Luz
del Creador está esperando bañarnos de bendiciones. ¿Cómo activamos eso? A
través de este entendimiento. No se trata de lo que hacemos, sino de hacer una
simple pregunta y despertar un simple deseo. De no haberse hecho el Rey David
esta pregunta, no se habría revelado el despertar de la Luz del Templo ni la
promesa de que el Rey David sería Mashíaj y provocaría el fin
del dolor, el sufrimiento y la muerte en este mundo.
Son
increíbles las cosas que bloqueamos debido a nuestra falta de aberturas. ¿Por
qué nuestras pequeñas aberturas no crean el flujo que creó la abertura del Rey
David? Porque no las apreciamos. Lo decimos y lo entendemos, pero ¿realmente lo
creemos? El hecho de que el Rey David hiciera la pregunta “¿Cómo es posible que
yo esté en esta hermosa casa y la Luz del Creador no tenga un lugar de reposo
definitivo?” significó que apreciaba lo que las pequeñas aberturas podían hacer
y, por ende, la Luz del Creador fluyó hacia él. Debemos ser verdaderamente
capaces de saber que lo que le ocurrió al Rey David (la promesa del Creador y
la Luz que vino con ella) también puede ocurrirnos por medio de nuestras
pequeñas aberturas.
Oramos
siempre, leemos el Zóhar todo el tiempo, pero ¿cuántos de nosotros pensamos
realmente que ese torrente pueda bañarnos? La profecía que tuvo Natán para el
Rey David y todas esas bendiciones maravillosas y la Luz que el Rey David
recibió fueron provocadas por una pequeña conexión. No obstante, si no creemos
en ello o no lo apreciamos, no podrá ocurrir. Tenemos que saber genuinamente
que las pequeñas aberturas pueden atraer enormes flujos de Luz. Si tenemos
conciencia de eso, podremos crearlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario