Beatriz Leveratto y Alejandro
Lodi
Desde la reacción conflictiva
(¿Por que se pelea?).
En el zodíaco ambos signos están
en oposición. Y, si bien es un rasgo de complementariedad, en este nivel de la
relación habrán de enfatizar lo conflictivo. Tauro es simple, explícito y
concreto: “al pan, pan, y al vino, vino”. Desde esta llana forma de ser, la
estratégica y compleja naturaleza escorpiana resulta intolerable.
Tauro siente una constante
desconfianza, porque tiene la sensación de que Escorpio “ve algo más” de lo que
él puede ver. Y esa es una ventaja que, tarde o temprano, Escorpio usará a
favor de imponer su voluntad y someterlo. En extremos de paranoia severa, el
vínculo puede resultar nocivo, tóxico y destructivo. Fijos, voraces y
absolutistas, pueden convertir la relación en un trágico drama, llegando a
niveles de sometimiento, sadismo y perversión que ningún otro par de signos
podría soportar.
Ejemplo: Sigmund Freud (Sol en
Tauro y Ascendente en Escorpio)
.- Desde el acuerdo por
conveniencia (¿Por qué lo tolera?)
Tauro percibe que la particular
sensibilidad a lo oculto y negado de Escorpio es un talento que debe ser capaz
de aprovechar. La intensidad emocional de Escorpio es una dimensión de la
realidad que es necesario transitar. Y nada mejor que vincularse con un
personaje escorpiano para lograrlo.
Por cierto, Tauro debe aceptar
que, por momentos, el control de la situación deje de estar en sus manos. Sabe
que esto es necesario para poder manejarse en esos misteriosos territorios y
que, entonces, tendrá que aceptar vincularse con alguien que siempre estará
intentando transformarlo.
La personalidad taurina sabe que
el desafío de relacionarse con Escorpio es grande porque está, nada más y nada
menos, que aprendiendo acerca del poder. Pero también serán importantes los
beneficios, ya que Escorpio sabrá registrar “operaciones ocultas” que
interfieren los proyectos de Tauro, tramas inconscientes e intenciones no
declaradas que la inocencia taurina no es capaz de percibir. De modo que Tauro
sabe que detenerse en las oscuras intrigas que Escorpio registra, aunque
resulte incómodo y doloroso, es algo que habrá de redundar en un disfrute
futuro más pleno.
…
.- Desde la respuesta creativa
(¿Qué aprende?)
Tauro descubre que disfrutar de
la vitalidad de los procesos naturales implica incluir el dolor, la destrucción
y la intensidad transformadora. No se puede gozar de los placeres de la vida
sin aceptar la muerte.
En el plano más personal, el
vínculo con Escorpio le revela a la personalidad taurina la clave emocional
para comprender nuestros apegos. Gracias a lo que Escorpio aporta a su vida,
Tauro descubre que, creyéndose reconfortado en sus posesiones materiales
acumuladas, en verdad, es esclavo de una demanda emocional de seguridad
absoluta que nunca dejará de presionarlo.
Llevando la mirada hacia su mundo
interno, Tauro percibe que su relación con Escorpio deja al descubierto la
necesidad de una transformación interior para operar en el mundo exterior.
Trabajando sobre esa dimensión emocional del apego, sobre su hondo origen
inconsciente, puede ser efectiva la acción consciente en el mundo.
Con su magnetismo y poder,
Escorpio abre a la conciencia de Tauro todo aquello que hasta el momento había
permanecido desconocido en lo profundo de su alma. Penetrante y misterioso, su
presencia provoca una intensidad dolorosa en la que, en algún momento, Tauro
descubrirá la fuente de sanación que le permite registrar y ayudar a curar
viejas heridas. El apacible y relajado hacendado descubre que su talento
productivo es, en verdad, el efecto de su activa capacidad de regeneración, de
su don natural para transformar la realidad tanto externa como interna.
(Fragmento de “El zodíaco y las
relaciones”, Editorial Kier).
Los 15 de Trump (y sus correspondencias)
Alejandro Lodi
(Abril 2018)
Si nos dejamos sorprender por la
astrología, los ciclos planetarios revelan tramas de las que quizás no
seamos conscientes, vinculan sucesos de la vida y transparentan patrones de
destino que resultan invisibles desde nuestros habituales relatos.
El actual contexto invita a
observar qué relevancia podría tener Plutón en tránsito a 15º (punto
medio) de signos zodiacales. ¿Qué acontecimientos de repercusión mundial
(con destacada incidencia de EEUU) resultan sincrónicos a ese clima?
Consideremos los desarrollados desde el siglo XX al presente.
Técnicamente, considerando “3º de
orbe”, la incidencia de ese tránsito se extiende desde 12º hasta 18º
(en color verde), alcanzando “zona crítica” en 15º (en color rojo).
Cáncer (1924–1926-1928–1930):
Crisis de la Bolsa de New York
(octubre 1929).
Leo (1946–1948-1949–1951):
Creación del Estado de Israel (14
mayo 1948).
Virgo (1963–1964-1965–1967):
Aprobación del Acta de los
Derechos Civiles para los afroamericanos en EEUU (2 julio 1964). Martin Luther
King obtiene el Premio Nobel de la Paz (14 octubre 1964).
Intervención de tropas
estadounidenses en Vietnam (agosto 1964-marzo 1965).
Libra (1976–1977-1978–1979):
Caída del Sha de Irán y triunfo
de la revolución islámica del Ayatollah Khomeini (1 abril 1979).
Escorpio (1988–1989-1990–1991):
Caída del Muro de Berlìn (10
noviembre 1989).
Sagitario (2000–2001-2002–2003):
Caída de Torres Gemelas en New
York (11 septiembre 2001).
Capricornio (2014–2015-2016–2017):
Donald Trump es electo presidente
de EEUU (8 noviembre 2016).
En este último caso, la
sincronicidad es exacta. El día de las elecciones en EEUU en las que Trump fue
elegido presidente Plutón se ubicada en “zona crítica”: 15º 23´ de Capricornio.
Los 15 de Trump.
Confiando en la astrología, el
movimiento de Plutón nos indica que todos esos acontecimientos están vinculados
a su símbolo. La concreción de la experiencia del poder, la explicitación del
vinculo con la sombra y el encanto de su proyección en “el otro”, la emergencia
de lo negado, temido o reprimido en la humanidad, la descarga pulsional de
contenidos del inconsciente colectivo, el hechizo del sacrificio purificador.
.
Sólo se trata de Plutón
EEUU, la primera democracia
constitucional de la historia, está a punto de cumplir su primer ciclo de
Plutón. En 2022 Plutón vuelve a transitar, por primera vez, la posición que
ocupaba en el momento de la independencia. Se cierra un proceso completo de la
expresión de la potencia de esa entidad colectiva. La fase XII de un ciclo
es de agotamiento y consumación. Con Plutón, es el momento propicio para
encontrarse con los fantasmas y la sombra del poder. Es tiempo de agotar el
pasado, de saldar las deudas pendientes, nada menos, respecto a la circulación
del poder en su propia comunidad y el despliegue dominante en el mundo. Y,
para este trance de Plutón en fase XII, iniciado con el impacto de un
presidente afroamericano -Barack Obama en 2008- asumiendo la presidencia del
país, aparece un líder como Trump, con Plutón en su casa XII natal. La energía
sabe lo que hace, sin importarle nuestra opinión.
Una inquietud comienza a recorrer
el inconsciente colectivo de la humanidad. ¿Quién será el presidente de EEUU cuando
esa nación inaugure un nuevo ciclo de poder en 2022? ¿Será el mismo Trump en un
segundo mandato? ¿O será Michelle Obama, una (la primera) mujer afroamericana
en la cima del poder mundial? No hay duda acerca de qué imagen resultaría una
verdadera transformación de la psique colectiva.
.
Crisis de conciencia, crisis de
civilización
Con Plutón en Capricornio, la
crisis de transformación es algo que afecta a las estructuras del mundo, al
orden y a los modelos de autoridad de la civilización. Su último tránsito en
Capricornio (1762-1777) fue sincrónico a la entronización del último monarca
absoluto de Francia, Luis XVI. Pocos años después, en 1793 con Plutón en
Acuario, la suerte del nuevo orden revolucionario fue su desgracia.
Hoy, en su tránsito por Capricornio
que abarca de 2008 a 2024, lo nuevo parece venir por fuera de las formas
institucionales que sostienen las democracias de occidente (no sólo la
norteamericana). El sistema de partidos políticos de nuestras repúblicas
democráticas aparece desbordado, disfuncional ante los desafíos de este
específico momento de la dinámica de la historia. Y, antes que un salto de
mutación hacia el futuro, se activan memorias regresivas, viejos y
simplificantes modos de “resolver la cuestión de una buena vez”.
Asistimos a un tiempo en el que
“lo nuevo” trae recuerdos del pasado, mientras que la forma conocida ya no
resulta funcional a la necesidad de futuro. Lo que aparece como novedosa
alternativa alienta a fantasmas del ayer. Y ya sabemos que ante el desconcierto
del presente y la angustia de futuro, en la conciencia humana crece el encanto
por las formas seguras conocidas en tiempos idos.
La crisis de lo constituido
estimula el apetito de quienes están en los márgenes. Es tiempo para su
emergencia y aparición, con la creatividad necesaria para que el sistema
se revitalice, o la destructiva acción de los miedos más arcaicos (algo de
esto supo Gorbachov y Yeltsin, el sha de Irán y aquel Ayatollah).
De ser así, seríamos
contemporáneos de una auténtica crisis de civilización. La cultura
occidental no parece ser capaz de mantener el centro hegemónico. ¿Se acercará
un tiempo de mandarines del siglo XXI? Control estatal en la política, libertad
de mercado en la economía. Un mundo chino. Casi tan inaudito y atractivo como
una presidente negra gobernando la primera potencia de occidente. ¿El próximo
Marx será tántrico?
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