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7 de mayo de 2018

Tres niveles de relación de Tauro con Escorpio


Beatriz Leveratto y Alejandro Lodi

Desde la reacción conflictiva (¿Por que se pelea?). 

En el zodíaco ambos signos están en oposición. Y, si bien es un rasgo de complementariedad, en este nivel de la relación habrán de enfatizar lo conflictivo. Tauro es simple, explícito y concreto: “al pan, pan, y al vino, vino”. Desde esta llana forma de ser, la estratégica y compleja naturaleza escorpiana resulta intolerable.
La personalidad taurina siente que en presencia de Escorpio las cosas nunca están claras, percibe la atmósfera de manipulación y control que irradia el ambiente. Siente que Escorpio es muy hábil en un terreno dónde él mismo se encuentra incómodo: las emociones. Para Tauro no hay mucha distancia entre la seguridad emocional y la material; sus emociones acompañan lo que perciben sus sentidos. Y aquí es donde choca con Escorpio, ya que para la personalidad escorpiana la realidad concreta y material depende del control de las emociones. Ambos valoran al extremo la seguridad y satisfacción de sus necesidades y, por eso, coinciden en el carácter posesivo y celoso, aunque privilegien distintas dimensiones: Tauro el mundo material, Escorpio el mundo emocional.
Tauro siente una constante desconfianza, porque tiene la sensación de que Escorpio “ve algo más” de lo que él puede ver. Y esa es una ventaja que, tarde o temprano, Escorpio usará a favor de imponer su voluntad y someterlo. En extremos de paranoia severa, el vínculo puede resultar nocivo, tóxico y destructivo. Fijos, voraces y absolutistas, pueden convertir la relación en un trágico drama, llegando a niveles de sometimiento, sadismo y perversión que ningún otro par de signos podría soportar.


 Ejemplo: Sigmund Freud (Sol en Tauro y Ascendente en Escorpio)
.- Desde el acuerdo por conveniencia (¿Por qué lo tolera?)
Tauro percibe que la particular sensibilidad a lo oculto y negado de Escorpio es un talento que debe ser capaz de aprovechar. La intensidad emocional de Escorpio es una dimensión de la realidad que es necesario transitar. Y nada mejor que vincularse con un personaje escorpiano para lograrlo.
Por cierto, Tauro debe aceptar que, por momentos, el control de la situación deje de estar en sus manos. Sabe que esto es necesario para poder manejarse en esos misteriosos territorios y que, entonces, tendrá que aceptar vincularse con alguien que siempre estará intentando transformarlo.
La personalidad taurina sabe que el desafío de relacionarse con Escorpio es grande porque está, nada más y nada menos, que aprendiendo acerca del poder. Pero también serán importantes los beneficios, ya que Escorpio sabrá registrar “operaciones ocultas” que interfieren los proyectos de Tauro, tramas inconscientes e intenciones no declaradas que la inocencia taurina no es capaz de percibir. De modo que Tauro sabe que detenerse en las oscuras intrigas que Escorpio registra, aunque resulte incómodo y doloroso, es algo que habrá de redundar en un disfrute futuro más pleno.
.- Desde la respuesta creativa (¿Qué aprende?)
Tauro descubre que disfrutar de la vitalidad de los procesos naturales implica incluir el dolor, la destrucción y la intensidad transformadora. No se puede gozar de los placeres de la vida sin aceptar la muerte.
En el plano más personal, el vínculo con Escorpio le revela a la personalidad taurina la clave emocional para comprender nuestros apegos. Gracias a lo que Escorpio aporta a su vida, Tauro descubre que, creyéndose reconfortado en sus posesiones materiales acumuladas, en verdad, es esclavo de una demanda emocional de seguridad absoluta que nunca dejará de presionarlo.
Llevando la mirada hacia su mundo interno, Tauro percibe que su relación con Escorpio deja al descubierto la necesidad de una transformación interior para operar en el mundo exterior. Trabajando sobre esa dimensión emocional del apego, sobre su hondo origen inconsciente, puede ser efectiva la acción consciente en el mundo.
Con su magnetismo y poder, Escorpio abre a la conciencia de Tauro todo aquello que hasta el momento había permanecido desconocido en lo profundo de su alma. Penetrante y misterioso, su presencia provoca una intensidad dolorosa en la que, en algún momento, Tauro descubrirá la fuente de sanación que le permite registrar y ayudar a curar viejas heridas. El apacible y relajado hacendado descubre que su talento productivo es, en verdad, el efecto de su activa capacidad de regeneración, de su don natural para transformar la realidad tanto externa como interna.
(Fragmento de “El zodíaco y las relaciones”, Editorial Kier).

Los 15 de Trump (y sus correspondencias)
Alejandro Lodi
(Abril 2018)















Si nos dejamos sorprender por la astrología, los ciclos planetarios revelan tramas de las que quizás no seamos conscientes, vinculan sucesos de la vida y transparentan patrones de destino que resultan invisibles desde nuestros habituales relatos.

El actual contexto invita a observar qué relevancia podría tener Plutón en tránsito a 15º (punto medio) de signos zodiacales. ¿Qué acontecimientos de repercusión mundial (con destacada incidencia de EEUU) resultan sincrónicos a ese clima? Consideremos los desarrollados desde el siglo XX al presente.
Técnicamente, considerando “3º de orbe”, la incidencia de ese tránsito se extiende desde 12º  hasta 18º (en color verde), alcanzando “zona crítica” en 15º (en color rojo). 
Cáncer (1924–1926-1928–1930):
Crisis de la Bolsa de New York (octubre 1929).
Leo (1946–1948-1949–1951):
Creación del Estado de Israel (14 mayo 1948).
Virgo (1963–1964-1965–1967):
Aprobación del Acta de los Derechos Civiles para los afroamericanos en EEUU (2 julio 1964). Martin Luther King obtiene el Premio Nobel de la Paz (14 octubre 1964).
Intervención de tropas estadounidenses en Vietnam (agosto 1964-marzo 1965).
Libra (1976–1977-1978–1979):
Caída del Sha de Irán y triunfo de la revolución islámica del Ayatollah Khomeini (1 abril 1979).
Escorpio (1988–1989-1990–1991):
Caída del Muro de Berlìn (10 noviembre 1989).
Sagitario (2000–2001-2002–2003):
Caída de Torres Gemelas en New York (11 septiembre 2001).
Capricornio (2014–2015-2016–2017):
Donald Trump es electo presidente de EEUU (8 noviembre 2016).
En este último caso, la sincronicidad es exacta. El día de las elecciones en EEUU en las que Trump fue elegido presidente Plutón se ubicada en “zona crítica”: 15º 23´ de Capricornio.
Los 15 de Trump.
Confiando en la astrología, el movimiento de Plutón nos indica que todos esos acontecimientos están vinculados a su símbolo. La concreción de la experiencia del poder, la explicitación del vinculo con la sombra y el encanto de su proyección en “el otro”, la emergencia de lo negado, temido o reprimido en la humanidad, la descarga pulsional de contenidos del inconsciente colectivo, el hechizo del sacrificio purificador.
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Sólo se trata de Plutón 
EEUU, la primera democracia constitucional de la historia, está a punto de cumplir su primer ciclo de Plutón. En 2022 Plutón vuelve a transitar, por primera vez, la posición que ocupaba en el momento de la independencia. Se cierra un proceso completo de la expresión de la potencia de esa entidad colectiva. La fase XII de un ciclo es de agotamiento y consumación. Con Plutón, es el momento propicio para encontrarse con los fantasmas y la sombra del poder. Es tiempo de agotar el pasado, de saldar las deudas pendientes, nada menos, respecto a la circulación del poder en su propia comunidad y el despliegue dominante en el mundo. Y, para este trance de Plutón en fase XII, iniciado con el impacto de un presidente afroamericano -Barack Obama en 2008- asumiendo la presidencia del país, aparece un líder como Trump, con Plutón en su casa XII natal. La energía sabe lo que hace, sin importarle nuestra opinión.

Una inquietud comienza a recorrer el inconsciente colectivo de la humanidad. ¿Quién será el presidente de EEUU cuando esa nación inaugure un nuevo ciclo de poder en 2022? ¿Será el mismo Trump en un segundo mandato? ¿O será Michelle Obama, una (la primera) mujer afroamericana en la cima del poder mundial? No hay duda acerca de qué imagen resultaría una verdadera transformación de la psique colectiva.
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Crisis de conciencia, crisis de civilización
Con Plutón en Capricornio, la crisis de transformación es algo que afecta a las estructuras del mundo, al orden y a los modelos de autoridad de la civilización. Su último tránsito en Capricornio (1762-1777) fue sincrónico a la entronización del último monarca absoluto de Francia, Luis XVI. Pocos años después, en 1793 con Plutón en Acuario, la suerte del nuevo orden revolucionario fue su desgracia.
Hoy, en su tránsito por Capricornio que abarca de 2008 a 2024, lo nuevo parece venir por fuera de las formas institucionales que sostienen las democracias de occidente (no sólo la norteamericana). El sistema de partidos políticos de nuestras repúblicas democráticas aparece desbordado, disfuncional ante los desafíos de este específico momento de la dinámica de la historia. Y, antes que un salto de mutación hacia el futuro, se activan memorias regresivas, viejos y simplificantes modos de “resolver la cuestión de una buena vez”.
Asistimos a un tiempo en el que “lo nuevo” trae recuerdos del pasado, mientras que la forma conocida ya no resulta funcional a la necesidad de futuro. Lo que aparece como novedosa alternativa alienta a fantasmas del ayer. Y ya sabemos que ante el desconcierto del presente y la angustia de futuro, en la conciencia humana crece el encanto por las formas seguras conocidas en tiempos idos.
La crisis de lo constituido estimula el apetito de quienes están en los márgenes. Es tiempo para su emergencia y aparición, con la creatividad necesaria para que el sistema se revitalice, o la destructiva acción de los miedos más arcaicos (algo de esto supo Gorbachov y Yeltsin, el sha de Irán y aquel Ayatollah).
De ser así, seríamos contemporáneos de una auténtica crisis de civilización. La cultura occidental no parece ser capaz de mantener el centro hegemónico. ¿Se acercará un tiempo de mandarines del siglo XXI? Control estatal en la política, libertad de mercado en la economía. Un mundo chino. Casi tan inaudito y atractivo como una presidente negra gobernando la primera potencia de occidente. ¿El próximo Marx será tántrico?



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