“Hay
un solo pan, del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos,
conformamos un solo cuerpo” (I Corintios 10:17).
En un contexto
iniciático, un ágape es una reunión fraternal en torno a una mesa con
alimentos, un espacio donde los “compañeros” hacen honor a su nombre y “comen
del mismo pan” (1).
El pan representa el
alimento espiritual, la síntesis perfecta de los cuatro elementos. La
semilla
de trigo necesita “morir” bajo tierra para germinar, luego el agua logra
convertir la harina en masa, fermentando y aumentando su tamaño con el aire
para finalmente ser sometida al fuego para cocinarse y hacerse comestible.
Desde esta perspectiva, el pan es un “fruto alquímico”, producido
artificialmente después de un largo proceso de cambios y transmutaciones, y
donde se puede contemplar un proceso virtuoso de la oscuridad a la luz.
Por lo tanto, el ágape
es, en su primera acepción, un espacio para compartir el pan con
hermanos, nuestros compañeros de camino, con aquellos que hablan nuestro
mismo idioma, que vibran con los mismos símbolos y que se emocionan con las
mismas historias. A diferencia de las reuniones profanas, donde muchas veces
debemos soportar charlas insípidas sobre los temas más absurdos y muchas veces
establecer contacto con personas carentes de valores, los ágapes son un
refugio, un lugar de encuentro espiritual.
Toda convocación debería
concluir con un ágape e incluso muchas veces, en broma, se dice que “después
de la mística, viene la mástica”. Incluso la santa misa católica
concluye con la eucaristía o “santa cena” donde los fieles entran en “común
unión” (comunión) con el arquetipo crístico (se hacen uno con él) a través del
pan y el vino.
Amor
fraternal
Si vamos al origen del
término griego “agape”, descubriremos que éste alude a una clase de amor
incondicional, espontáneo, altruista, fraternal. Los primeros cristianos lo
usaron para describir el amor bi-direccional del ser humano por Dios y de Dios
por la humanidad, mientras que también adoptaron la antigua costumbre de los
banquetes (symposion, marzeaḥ entre los pueblos
semitas) donde consumían diversos alimentos: pan, vino, leche, miel, y en
ocasiones queso y aceitunas.
Sobre esto, M.
Klinghardt sostenía que “el ágape del cristianismo primitivo debe
entenderse, pues, en toda su extensión como parte componente de la amplia
cultura del symposion de la antigüedad grecorromana: tanto el origen de la
praxis unitaria del banquete de los cristianos (no existían otras formas de
experimentar la comunidad) como las diferentes interpretaciones del ágape —no
sólo en los relatos institucionales sino también en los otros textos cristianos
sobre el ágape— representan acentuaciones diferentes de esta antigua ideología
del banquete” (2).
Tertuliano escribió acerca de
estos primeros ágapes cristianos y trató de diferenciarlos de los “symposion”
paganos al decir: “Nuestra cena da razón de sí por su nombre: se llama
lo mismo que el amor entre los griegos. (…) Si es honroso el motivo del
banquete, valorad, teniéndoos a la causa, el modo en que se desarrolla: lo que
se hace por obligación religiosa no admite ni vileza ni inmoderación. No se
sientan a la mesa antes de gustar previamente la oración a Dios; se come lo que
toman los que
tienen
hambre; se bebe en la medida en que es beneficioso a los de buenas costumbres
(…) Después de lavarse las manos y encender las velas, cada cual según sus
posibilidades, tomando inspiración en la Sagrada Escritura o en su propio
talento, se pone en medio para cantar a Dios: de ahí puede deducirse de qué
modo había bebido. Igualmente la oración pone fin al banquete. Entonces se
marchan agrupados, no en catervas de malhechores, ni en pandillas de
libertinos, sino con tenor modesto e intachable, como es propio no de quienes
han tomado un banquete, sino una enseñanza” (3).
El sentido primordial de
los ágapes además de brindar un marco propicio para la confraternización, es la
conversión o “transmutación” de los alimentos materiales en alimentos
espirituales. Por esta razón, esta costumbre tradicional -surgida
entre los paganos y refinada entre los primeros cristianos- prosperó también en
los ámbitos iniciáticos, especialmente en el Rosacrucismo y la Masonería.
Sobre los ágapes en la
Orden Masónica, dice Jean Marie Ragon: “Los banquetes
masónicos son esencialmente místicos por sus formas y filosóficos por sus
principios. Por lo tanto, el banquete que ahora celebramos no es una comida
vulgar. La sabiduría antigua no habría hecho obligatoria una reunión que sólo
tuviera un fin frívolo. Nuestros ágapes completan la gran alegoría que se
desarrolla en los diversos grados” (4).
Los ágapes vinculados a
las órdenes iniciáticas pueden ser de dos clases: formales (con un ritual
establecido) o informales, pero en todos los casos el leit-motiv es el mismo:
ágape como sinónimo de amor fraternal, del entendimiento claro que el otro no
es el otro ni está separado de mí sino que es mi Hermano, parte de mi familia.
Mantengamos la
Unión.
Recomendaciones
para un ágape fraternal
* Colocar una vela
encendida en el centro de la mesa para recordarnos el sentido del ágape.
* En la medida de lo posible, preferir bebidas naturales: agua, zumos y licuados, en lugar de gaseosas o bebidas alcohólicas, a excepción de vino o champagne para brindar.
* Brindar por la fortaleza del grupo, por el reencuentro y para recordar a los Hermanos que no están presentes o a aquellos que dejaron este plano.
* En la medida de lo posible, preferir bebidas naturales: agua, zumos y licuados, en lugar de gaseosas o bebidas alcohólicas, a excepción de vino o champagne para brindar.
* Brindar por la fortaleza del grupo, por el reencuentro y para recordar a los Hermanos que no están presentes o a aquellos que dejaron este plano.
Concordancia
“El
ágape es una celebración ritual de Hermandad y no se come por comer
simplemente, sino para compartir el alimento” (Guillermo de Miguel Amieva en “Viaje
masónico a bordo del Nautilus”)
Notas
del texto
(1) La palabra
“compañero” procede del latín “cumpanis” (“con pan”), lo que significa
“comer del mismo pan” o “compartir el pan”.
(2) M. Klinghardt citado por Raúl González Salinero en “El ágape y los banquetes rituales en el cristianismo antiguo”
(3) Tertuliano: “Apología”
(4) Ragon, Jean-Marie: “Curso filosófico de las iniciaciones antiguas y modernas”. Dentro del rito de Emulación el ágape es parte del ritual e incluso existen algunas “Singing Lodges” (Logias cantantes) donde todo el ritual del ágape es cantado.
(2) M. Klinghardt citado por Raúl González Salinero en “El ágape y los banquetes rituales en el cristianismo antiguo”
(3) Tertuliano: “Apología”
(4) Ragon, Jean-Marie: “Curso filosófico de las iniciaciones antiguas y modernas”. Dentro del rito de Emulación el ágape es parte del ritual e incluso existen algunas “Singing Lodges” (Logias cantantes) donde todo el ritual del ágape es cantado.
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