Espiritualmente hablando,
nosotros somos seres cargados de una energía única, que renueva y transforma
todo lo que hay en nuestra vida. A través de nosotros, la partícula divina que
habita el mundo, se manifiesta y nos guía hacia aquello que queremos alcanzar y
sobre aquello que debemos hacer. Aristóteles decía, que todo hombre tiene un
lado bueno y otro malo, solo éramos nosotros los encargados de decidir cuál de
esos lados debemos alimentar. Ahora mismo, en estos tiempos que transcurren en
la humanidad, debemos ser determinantes en cuanto a aquello que realmente
tenemos que alimentar como seres espiritualmente evolucionados, porque solo a
través de eso podremos entender cuál es el verdadero sentido esencial de
nuestra propia existencia como seres humanos.
Cuando nosotros venimos al mundo, venimos siendo seres completamente
puros, llenos de esencia e inocencia que nos permite conocer las bondades que
habitan en el universo, y también aquellas que no son tan buenas. Poco a poco
adquirimos fuerza, carácter y determinación y vamos entendiendo que el proceso
de la vida es intrincadamente complicado, que en cada suceso, aprendemos y nos
fortalecemos, e incluso, sentimos dolor, tristeza, pasión y sobretodo muchísimo
coraje. Aprendemos a ser más fuertes, e incluso, a través de las experiencias
vividas nos hacemos cada vez mejores o peores personas. Eso depende del lado
que deseemos alimentar.
Todo esto nos va ayudando a comprender qué sentido tiene nuestra vida y
de qué manera nosotros nos podemos conectar con la esencia universal que rige
el mundo. Cuando vamos aprendiendo a conocer todas estas cosas, ya nuestra
mente y corazón no es lo mismo, comenzamos a evolucionar, a mejorar, a ser
descaradamente únicos, peculiares, en ocasiones mejores y en otras un poco más
tensos y complicados. Pero a fin de cuentas, terminamos siendo seres humanos
aprendiendo a sobrevivir a los propios embates de la existencia, solo a través
de eso vivimos y aprendemos a vivir.
Cada experiencia es única pero lo que realmente nos hace ser únicos es
la forma en como nosotros abordamos cada situación, cómo a través de nuestra
propia madurez espiritual, entendemos lo que es verdaderamente importante para
nuestra vida y cómo debemos abordar cada experiencia para, a través de ella,
aprender, crecer y ser cada vez mejores seres humanos. Lo importante de estar
aquí, en este plano, no recae en tener la mejor casa, el mejor auto o las
mejores joyas, digamos que lo importante en todo esto es que seamos una versión
mejor de sí mismos. Pues solo a través de eso, podremos alcanzar profundamente
la elevación espiritual necesaria para ascender a la siguiente dimensión.
La evolución es un proceso en el que se implican muchos conceptos para
generar ese estado en donde, nos convertimos en seres elevados y conectados
espiritualmente con el inframundo, el supramundo y
el mundo terrenal. Cuando logramos entender la conexión mística de
estos tres mundos, nos habremos encontrado con un Yototalmente
distinto que conoce la esencia supra sensorial de lo que significa vivir
anclado a ambos mundos. Dentro de estos conceptos que son, en lo particular
esenciales para la evolución, en este artículo hablaremos de uno que me parece
el más importante de todos, ya que con él accedemos a mundos desconocidos y
nuevos que nos hacen comprender el verdadero sentido de la vida y de nuestra
forma de vivir las relaciones con los demás. Nos referimos a la acción
del Perdón.
El perdón es una acción espiritual única, una acción que nace desde el
centro más profundo, virgen e inmaculado de nuestro corazón. El valor
espiritual en el que recae la acción del perdón es la que nos hace ser cada vez
mejores, incluso es la que nos ayuda a comprender cuando fortalecido esta
nuestra espíritu, porque solo un hombre elevado espiritualmente puede perdonar
sinceramente. Esta acción es única, transforma y eleva. Las vibraciones
energéticas que se desprenden al pronunciar estas palabras se observan como una
onda expansiva que se centra en nuestro corazón y se propaga positiva y
progresivamente en nuestro entorno.
Esta es una acción de los seres elevados espiritualmente, pero el hecho
de dar el perdón y de pedir perdón, se centra en tiempos remotos de nuestra
historia, incluso antes de Cristo esta acción era considerada la más
benevolente de todas y la más arraigada y respetada. El perdón, es una acción
que nace del corazón, y así fue demostrado a lo largo del tiempo por los
grandes hombres, especialmente en la época de Jesucristo, en donde su máximo
exponente se inmolo por el perdón de los pecados del mundo. El deseo inmaculado
del perdón nació en el seno de un corazón puro y noble que no sentía rencor, ni
rabia, ni mucho menos deseo de venganza. Se fue perdonado y se fue liberado, la
paz reinó y el mundo se reorganizó.
Todo esto trabaja como una forma esencial de vida y de evolución
espiritual. El perdón nace como deseo de dejar rencillas atrás y olvidar todo
lo malo que en su momento sucedió. Solo damos el perdón cuando comprendemos que
aquello que nos hicieron no nos afecta y que lo mejor es darle el perdón a
quien nos hizo mal para demostrarles que en nuestro corazón y alma no hay
espacio para el dolor, la rabia y el resentimiento. Perdonar significa entender
que, aquello que pasó ya quedó en el pasado y lo mejor es centrarnos en el
futuro para estar y ser felices por completo.
Muchos han escuchado decir la famosa frase: ‘Yo perdono, pero jamás
olvido’. Lamentándolo mucho caen en la prefiguración errónea de que, el perdón
es solo una acción en donde decimos las cosas por decir. Aquel que dice que no
olvida el daño que le hicieron, pero que sí perdonaron, entonces para que
perdonan. De nada vale perdonar si realmente no sentimos, en esencia que lo
importante es olvidar lo malo y negativo que nos han hecho. Como he dicho,
perdonar es solo una acción que está centrada para aquellas personas
evolucionadas espiritualmente, de lo contrario, nadie, por más que lo diga,
puede perdonar, porque el perdón solo se da, cuando nuestro corazón y mente
entiende que el odio, la rabia y el resentimiento no son buenos para nuestra
vida.
El perdón nos libera. Es tan fundamental entender esto, que muchos, a lo
largo de sus vidas se sienten atados porque no comprender que el perdón es una
acción espiritual que nos libera de la rabia, el odio, el rencor, el
resentimiento e incluso de la tristeza. Cuando perdonamos accedemos a un campo
energético único que nos ayuda a entender que nosotros somos capaces de
auto-sanar nuestras propias heridas, esas que en su momento nos hicieron daño,
pero que, bajo la fortaleza espiritual del crecimiento y de la luz, entendimos
que todo puede ser mejor cuando trabajamos desde el interior.
Debemos trabajar esta acción, no como un suceso banal, sino al
contrario, como un suceso único, un suceso espiritual que eleva nuestra esencia
y nuestra luz, que debe ser trabajado desde el espíritu y que, bajo esta
poderosa luz, debemos saber manejar muy bien para así comprender ciertas cosas
relacionadas con nuestra propia manera de ver la vida y el mundo. Cuando
comenzamos a trabajar este cambio accedemos a un mundo nuevo, un mundo en donde
lo único que reina es la paz y la tranquilidad que necesitamos para seguir
viviendo en total paz y armonía en la vida.
Incluso, cuando accedemos a la esencia mística del perdón nuestro ser se
eleva y nuestra forma de ver y percibir la vida cambiará por completo, nos
vemos enfrentados a un proceso en donde tenemos que saber manejar nuestra
energía para disfrutar de los cambios esenciales que se pueden presentar en
nuestra vida. La fuerza mística de perdonar, radica en que, debemos saber
entender que el empleo de esta palabra en una frase siempre va a tener poder,
pero solo adquiere mayor energía cuando lo decimos y lo sentimos, cuando estas
palabras nacen de la fuerza interior que hay en nuestro corazón, ya que solo
con eso podremos estar en armonía con el mundo.
Ten cuidado con tus palabras, no olvides que ellas tienen poder y que
solo a través de ese poder podemos acceder a mundos únicos y desconocidos. Por
eso, recuerda que si vas a pedir perdón, es porque realmente sientes
arrepentimiento por todo lo que has hecho y estás dispuesto a enmendar el error
que cometiste. Sí eres de los que va a perdonar, recuerda que el perdón debe
nacer desde la geniuda de tu corazón, debe ser una acción y demostración
autentica de clemencia y composición. Que no existen puntos intermedios, se
perdona porque ya hemos olvidado y porque ya hemos dejado el rencor. Perdonar y
decir que no olvidarás lo que pasó, de nada vale, debes aprender a que, si
quieres ser un ser verdaderamente evolucionado, debes perdonar, olvidar y
sanar, porque con eso, puedes ser una persona verdaderamente mejor.
Comprender en sentido amplio, lleva su tiempo, solo debemos estar
dispuestos a mejorar eso, a tener la intensión de mejorar las cosas y de
verdaderamente perdonar. Perdona si te han hecho daño, olvida porque eso te
daña a ti y sana porque solo así podrás ser una persona, única a nivel
espiritual y podrás acceder a mundos desconocidos en donde solo serás tú con tu
propia esencia.
Es hora de que trabajes eso y encuentres la paz necesaria para tu vida.
EDUARDO LUZ
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