Por Karen Berg
Si alguna vez tienes el
privilegio de ver algunas de las montañas más hermosas del mundo, te darás
cuenta del gran poder y belleza que poseen. Altas y magnificentes, son las
reinas del cielo y de la tierra. Pero, curiosamente, incluso las más grandes
montañas están compuestas por muchas piedras pequeñas. Hablamos de esto en la
festividad de Yom Kipur. Una piedra está compuesta por los mismos elementos, la
misma esencia, de la montaña de la que
proviene. Cuando una simple piedra
regresa a la montaña se convierte en la montaña nuevamente. Nosotros también
somos como esa piedra. Somos hijos del Creador y distanciarnos de Él puede
provocar que olvidemos nuestra propia divinidad. Pero, en efecto, somos una
chispa del Creador. Somos Su esencia y somos santos. La Torá nos enseña que el
Sumo Sacerdote usaba una placa que decía: “Santo para el Eterno”. No debemos
pensar que sólo el Sumo Sacerdote portaba este título. Cada uno de nosotros
somos igualmente “Santos para el Eterno”. Nuestro viaje espiritual, como
pequeñas piedras, es volvernos conscientes de nuestra divinidad interna y
regresar a la montaña, recuperar nuestra Herencia Divina. Esta semana el cosmos
nos ayuda a ver esta verdad. Ha llegado el momento de recuperar nuestra Chispa
Divina interior y despertar al Creador que ha estado dormido dentro de nosotros
por mucho tiempo.
Nuestra porción de la semana es
Emor. Esta porción nos ofrece una vasta cantidad de Luz espiritual, una de las
que más lo hace en todo el año. Discute sobre las cualidades y características
del sacerdote. Los sacerdotes eran puros. Se comportaban, vestían e incluso
comían en el modo más puro posible. Pero no debemos olvidar que en realidad
estamos leyendo sobre nosotros mismos. En nuestro interior, nosotros también
somos puros, aunque externamente quizá nuestro comportamiento no esté alineado
con esa energía. Tenemos la divinidad en nuestro interior y cuando actuamos
motivados por la bondad amorosa, podemos permitir que esa pureza y santidad se
manifiesten también en el exterior. La porción de Emor también es especial
porque habla de todas las festividades principales del año. Es conocida por
este poder único. Esta semana están entre nosotros la Luz masiva y la santidad
de todas las festividades. Las festividades son “ventanas de tiempo” que
representan bendiciones invaluables. Nos ofrecen renovación, purificación,
abundancia, alegría, milagros, libertad e incluso una muestra de inmortalidad.
Estos son días en los que podemos regocijarnos en la santidad y la Luz del
Creador. Durante los “días sagrados” somos puestos nuevamente en la “montaña”
para reconectarnos y también recordar nuestra divinidad. Esta semana sale a la
Luz nuestra chispa de divinidad. El Creador quiere que recordemos que somos Sus
hijos y que accedamos a este gran poder para poder mejorar la vida de los
demás, el mundo y a nosotros mismos.
A veces en la vida podemos
olvidar esta sabiduría verdadera. Debido a que tenemos otra parte de nuestro
ser, un deseo de recibir sólo para nosotros, que nos puede apartar de este
conocimiento y de la energía del Creador. Podemos descubrir que después de años
de tomar decisiones que no están alineadas con el amor y la generosidad,
hayamos podido olvidar quiénes somos en nuestra esencia. Podría parecer
imposible que el hijo o hija de un rey olvide su herencia, pero ocurre. Cuando
compartimos y amamos, obtenemos un vistazo de la divinidad que llevamos por
dentro. Nuestro Padre, el Creador, nos dio el poder para mejorar este mundo y
la vida de los demás. Ese es el regalo más grandioso que jamás se haya
otorgado. El poder del amor y de ser una Luz para los demás es una de nuestras
cualidades más santas. Podemos comenzar a seguir este camino en cualquier
momento. La santidad es nuestro derecho de nacimiento y podemos activarla
nuevamente.
En tus meditaciones de esta
semana, visualízate en una de las montañas más altas del mundo. Cierra los
ojos, respira profundo y viaja al Lejano Oriente. Imagina que estás en el
Himalaya y en la cima del monte Everest. En tu visión, ve todo el mundo a tus
pies y el universo en tus manos. El Sol y la Luna bailan a tu alrededor. Es el
momento de recuperar la gloria que llevas por dentro, ¡y encenderla! Recuerda
que eres una chispa del Creador. Tienes el poder de amar ilimitadamente. Tienes
el poder de secar lágrimas y provocar sonrisas en la cara de los demás. Tienes
el gran honor de ser capaz de cambiar el mundo para bien. Puedes elegir el amor
en lugar del odio. Puedes elegir “dar” en lugar de tomar. El Creador brilla
hacia el exterior desde el interior. La pureza de un corazón bondadoso que se
preocupa por los sentimientos y las necesidades de los demás es, a fin de
cuentas, recordado y restaurado. Estás de vuelta en la montaña y en unión con
el Creador. Eres amor. Así ha sido siempre. Eres “Santo para el Eterno”, porque
Él es santo.
No olvidemos nunca cuán especial
somos todos y cada uno de nosotros. De este modo podemos tratarnos unos a otros
con la dignidad humana que merecemos y acabar con el dolor innecesario y el
sufrimiento en este mundo.
Al ver la divinidad que existe en
los demás, conoceremos y recuperaremos la divinidad que existe dentro de
nosotros.
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