Inmersos como estamos en el medio de interminables crisis de todo tipo
en una situación mundial que parece retroceder en vez de avanzar, nos
preguntamos cómo es posible que no estemos viendo el amanecer de la Edad de la
Luz.
Uno se pregunta, ¿qué puedo hacer? Es la misma pregunta que se
hacen miles y miles de seres de buena voluntad que están despertando a esta
dura realidad en pleno siglo XXI. La Edad de la Luz ya llegó
porque los tiempos
cósmicos no esperan por una humanidad rebelde. Hoy, los tiempos son favorables
a la mirada interna, a la retrospección, al contacto con el alma. Y en ese
contacto la situación comienza a revelarse en su más profunda verdad. El
mundo que nos rodea no se limita a la situación mundial humana, porque el
planeta es mucho más grande y tiene dimensiones que para nosotros son todavía
invisibles, con criaturas que ya viven en la Edad de la Luz.
Así como la humanidad no es un sistema aislado del medio que lo rodea,
tampoco el planeta está aislado del sistema que lo contiene. Si los humanos
pudiéramos ver los múltiples intercambios que podemos hacer con las entidades
luminosas y lograr la verdadera comunión con el alma universal quedaríamos
sorprendidos y también enriquecidos por la luz, la gracia y la gloria que llega
a nosotros cuando transitamos la ruta del corazón.
La humanidad está viviendo de espaldas a esta realidad cósmica y se
encuentra envuelta en una especie de burbuja construida por su propio
intelecto. Dentro de esa burbuja se libra una guerra, la más cruenta de todas.
Se están matando a millones de seres humanos cada año, unos víctimas de armas
físicas, otros por contaminación y la mayoría por hambre. Nunca antes habíamos
conocido tanto dolor. Y el planeta y todo el sistema solar recibiendo las
primeras luces de la Era de Acuario...
¿Qué hacer? ¿Cómo podemos ayudar? Conocemos que cuando los sistemas se
aíslan y se cierran, mueren implosionando. Entonces, lo más urgente es mantener
el sistema abierto. Y éste es el trabajo de los discípulos y servidores
mundiales. El sistema se mantiene abierto cuando los humanos, desde el plano
físico, contactamos el alma que habita más allá de esta burbuja. Construir el
puente llamado Antakarana es ahora un deber social, porque a través de ese
puente que conecta con el alma, el sistema se ventila, entra una nueva luz que
puede, de alguna forma, iluminar e inspirar las mentes y los corazones de la
humanidad.
Tenemos que lograr un estado de flujo, un estado de gracia, que nos
permita trabajar por encima de ese plano. Es dejar de lado el esfuerzo y
la lucha y entrar en el camino de la entrega, del dejarse conducir por el alma.
Hacer contacto con los campos de resonancia de la luz, de la compasión, de la
bondad, con las corrientes iniciáticas que surcan el espacio. Tener presente
que somos una luz dentro de una luz aún mayor y permanecer confiados en esa
Luz.
La guerra nunca se termina con más guerra, si así fuera, con todo lo que
hemos batallado, tendríamos paz. Pero no. Tenemos que crear espacios de amor,
de neutralidad, en donde los pares en conflicto puedan reconciliarse. Esa
neutralidad es la esencia misma de nuestra alma, de nuestro ser Crístico, que
con su energía une en nosotros las dos polaridades de espíritu y materia. De
esta manera, cuando estamos en profunda comunión con el alma, nos convertimos
en centros de pura neutralidad que, como puertas, mantienen el sistema humano
abierto a energías que provienen de “La Luz Mayor” y esa Luz contiene la
semilla del Plan Divino para esta Tierra.
Construyamos ambientes de armonía que nos permitan acceder a estados
internos de flujo, de no esfuerzo. La música suave, los olores agradables, las
flores, el incienso, el fuego de una vela son pequeñas herramientas, que bien
utilizadas, nos pueden ayudar, mientras que la pureza física de una vida sana,
los sentimientos nobles y el pensamiento positivo son indispensables para
lograr ese estado interno de armonía que nos permite sentir y experimentar,
aunque sólo sea por fugaces instantes, la realidad del alma.
Abramos la puerta de nuestro corazón de par en par, contactemos el alma,
invoquemos la Paz y el Bien para salir de esta encrucijada en la que nos
encontramos, de manera que la burbuja que nos mantiene separados del mundo que
nos rodea se rompa y podamos entrar en la Edad de la Luz para que cada uno de
los seres humanos, transitando la ruta del corazón, pueda realizarse en
espíritu y en verdad.
Con el amor del alma te abrazo,
Carmen Santiago - fdnpcaracas@yahoo.es
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