Debemos
amar de tal manera que la persona a la que amamos se sienta libre. El amor no
es un barco que necesite ser anclado. Al amor hay que dejarlo a la deriva pero
sin soltar el timón. Por supuesto que no es fácil, nadie dijo que lo fuera,
pero la recompensa merece el esfuerzo.
Tenemos que liberarnos de esa idea de esclavitud consentida que nos
somete en las distancias cortas y en las largas. Puede que una relación se
fundamente en un principio en el amor pero que, a su vez, coleccione motivos
para marcharse.
Así, aunque no es fácil, la construcción de una
relación enriquecedora y cálida depende de si cada uno tiene un tiempo
reservado para tejer sus alas, lavarlas, cuidarlas, mimarlas y echar a volar. O
sea, que no exista la coacción, solo la libertad
Cuando no queremos volar
A
veces nuestras alas se vuelven perezosas y se acomodan a la costumbre de una
vida en pareja. Nos amoldamos a la tranquilidad que nos ofrece la rutina y nos
relajamos hasta el punto de que se convierte en monotonía. Y la monotonía lleva
al tedio, al aburrimiento y la desidia, lo que ocasiona que perdamos el hábito
y que se nos olvide cómo se alzaba el vuelo.
Sin embargo, otras veces nuestras alas están
heridas y, por lo tanto, nos duele volar. Es probable que las
hayamos dañado al encadenarlas o que en su revoloteo desesperado se hayan golpeado
contra nuestra indiferencia, resultando vencidas por largo tiempo.
Podemos excusarnos en lo que queramos, pero no hay
motivos que justifiquen el hecho de no permitirnos volar. En este sentido, una
pareja debe ayudarse, incitarse a alzarse en su vida, a escalar para conseguir
otra pluma y, así, poder sostener una mirada en alto sobre el mundo.
La raíz hace sólido al árbol
Ayudar a que nuestro árbol eche raíces no significa tener que
controlarlo todo o esperar que lo que establezcamos prevalezca por siempre. Las relaciones libres y saludables son dinámicas y cambiantes, al
igual que lo somos las personas.
Arraigar
significa nutrir y dar alimento a nuestros sentimientos, insuflarles aire y
dejarlos respirar. En este sentido es muy importante la confianza y el
equilibrio que nos ofrece trabajar en nuestras alas y dejar que se comprendan
con las raíces.
Es
decir, que si queremos una relación sólida y fuerte tenemos que dejar que
nuestras alas vuelen en busca del sustento que nos mantenga fuertes y sanos. De
lo contrario, nuestras raíces no tendrán de dónde sacar los nutrientes que
necesitan para vivir, lo que ocasionará que el amor perezca.
Equilibrar
nuestras relaciones: volar coleccionando motivos
Para
equilibrar nuestras relaciones tenemos que coleccionar motivos para quedarnos.
Pero, ojo, coleccionar no es lo mismo que amontonar en un desván. Coleccionar
motivos es mimar cada momento que contribuya a mantener vivo el amar, cada
sonrisa y cada gesto.
La
metáfora del árbol nos ayuda a comprender la importancia de cuidar los pequeños
detalles y de no olvidarnos de que aferrándonos perdemos perspectiva y
alimento. O sea, que al igual que para crear el amor necesitamos abonar nuestra
ilusión, para mantenerlo necesitamos poder sustentar nuestras decisiones y
nuestra permanencia.
Dejemos
que nuestro amor se explique por sí solo y que nuestras semillas crezcan con
libertad. Permitamos que nuestras alas vuelen y ofrezcamos a los demás nuestra
ayuda para hacerlo. No nos esclavicemos, que el amor no es eso.
En
definitiva, que las raíces que echemos sean de libertad y que nuestras alas
estén vivas, que irradien ilusión y que respiren confianza. Porque, al fin y al
cabo, esta es la única manera que tenemos de encontrarle sentido a lo que
sentimos.
Via:
Lamenteesmaravillosa
Lo que pasó, pasó… deja de torturarte y sigue con tu vida
Errar
es de humanos, ante todas las situaciones que se nos ponen delante en la vida, podemos tomar
decisiones equivocadas, cometer errores o simplemente no obtener lo que esperábamos,
este aprendizaje es parte de la vida, si no cometemos errores lejos
estamos de comprender el verdadero sentido de las cosas, son las
equivocaciones las que contribuyen a aclarar nuestras acciones futuras.
En las relaciones de pareja son muchas las oportunidades que se
presentan para tomar decisiones, elegir, recorrer caminos y ser sensatos,
debemos en muchos momentos pensar que hacer, solos o con nuestra pareja, sea
cual sea nuestro plan, estamos constantemente
expuestos a cometer errores.
Sin
embargo, existen errores que suelen marcarnos, bien sea por el mal que nos
ocasionó o que ocasionamos, sino ambos, el caso es que cuando la gravedad del asunto partió de nuestra equivocación, las
cosas suelen pesarnos muchísimo más, ser más dolorosas y en momentos
nos atormentamos con lo sucedido, aún y cuando fue conversado y se llegó a un
acuerdo o peor aún, si se produjo una ruptura por consecuencia del error
cometido.
Atormentarse no enmendará el error
Por más que pese el error cometido, que nos torture, que nos cueste
realmente caro poder superarlo, no tiene sentido alguno
atormentarse, sencillamente ya pasó y si tuviste la oportunidad
maravillosa de reconocer tu error, para lo que hay que ser realmente valiente,
entonces que sea esa voluntad de honestidad la que te sirva de baluarte, no las
causas que te llevaron a cometer la equivocación y que además lo traigas a tu
mente una y otra vez.
Algunas
veces cometemos errores y accionamos de maneras terribles, incluso llegamos a
desconocernos a nosotros mismos, nos arrepentimos y quisiéramos dar vuelta
atrás, especialmente cuando lastimamos a quienes amamos, pero es bueno poner
en la balanza lo positivo y lo negativo, y poder ver que por un error no tiene sentido destruir todo lo bueno de la
relación.
Así que si pudiste enfrentar tu error y conversarlo y asumirlo, no te
atormentes, saca el recuerdo de tu mente y mantente alerta a
lo que vives, sin que sea el pasado tu motivación diaria.
Reconocer los errores es de valientes
Siempre
es más sencillo ver el error en la pareja, en la otra persona, en la
contraparte, cuando se trata de nosotros mismos, por un tema de orgullo, ego o
negación, siempre resulta más cuesta arriba, la soberbia incluso puede
llevarnos a nublar nuestra vista y entendimiento y jamás reconocer el error
cometido, hay personas que pasan su vida ciegos ante sus propias
acciones y peor aún culpando a los demás.
Reconocer
cuando te equivocas es de valientes, únicamente las personas con fortaleza, entereza y
madurez, pueden responsablemente asumir su equivocación, sin
excusas, sin argumentos inútiles e inoportunos y sin culpar al otro,
a fin de cuentas cada quién es responsable de sus propios actos y no tiene
mucho sentido decir que fuimos empujados a hacer tal o cual cosa.
Asume tus errores, libérate de ellos y continúa construyendo tu futuro
día a día.
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