MICHAEL BERG
La porción Mishpatim es una continuación, en cierto modo, de Yitró, la
porción anterior, en la que ocurrió la Revelación del Sinaí, la revelación de
la totalidad de la Luz del Creador y la Luz de la Inmortalidad.
Cronológicamente, está la Revelación del Sinaí, los Diez Enunciados, que
llevan a Moshé a ascender la montaña por cuarenta días y cuarenta noches para
recibir el resto de la Torá, el resto de la Luz y la sabiduría de la
revelación. Pero hay un momento al final de la porción Mishpatim en el que dice
que
Moshé escribió lo que recibió, despertó a la mañana siguiente y construyó
doce altares, uno para cada una de las doce tribus (lo cual representaba un
acercamiento a la Luz del Creador) e hizo sacrificios en cada uno de ellos.
Moshé tomó la mitad de la sangre y la vertió en los altares, luego tomó el
llamado Séfer HaBrit, el Libro del Pacto, y leyó a los israelitas:
“Todo lo que diga el Creador, lo haremos y lo escucharemos”. Luego Moshé tomó
la sangre y la roció sobre los israelitas, diciendo que era la sangre a través
de la cual el Creador había hecho un Pacto con ellos, los israelitas.
Así pues, quiero enfocarme en este concepto llamado Séfer HaBrit,
el Libro del Pactoy, aún más importante, en lo que el secreto de la
palabra brit, literalmente “pacto”, representa para nuestro
trabajo espiritual. En el capítulo ocho del Séfer Yetsirá, el Libro
de la Formación, se habla de la Creación del mundo; dice que dentro de ella
encontramos el secreto del significado de brit. El gran Kabbalista
el Gaón de Vilna, en su comentario sobre el Libro de la Formación,
habla de este secreto.
En la Torá encontramos muy a menudo la palabra brit, o
pacto; por ejemplo, la circuncisión de Avraham es clasificada como pacto. Un
pacto puede compararse con un individuo que ama mucho a alguien y quiere hacer
algo para garantizar que nunca se separen. Así pues, el Gaón de Vilna pregunta:
¿Cómo es posible intentar crear un vínculo que no se pueda separar nunca? ¿Qué
puede hacer una persona que ama tanto a alguien, pero que tiene que separarse
de él físicamente, para asegurarse de crear un vínculo que permanezca para
siempre?
Una de las maneras de hacerlo es que el individuo le dé a esa persona lo
más importante para él o ella. Por ejemplo, digamos que un individuo ha estado
coleccionando diamantes durante toda su vida, pasó sus últimos cincuenta años
viajando por el mundo para coleccionarlos y tiene los diez diamantes más caros
y hermosos del mundo. Si alguien le pregunta qué es lo más importante de su
vida, respondería que su colección de diamantes. Ahora tiene un amigo que se
marcha y no verá por cinco años y le da a su amigo su diamante más preciado. Lo
que el Gaón de Vilna enseña es que el objeto físico (el diamante en este caso)
no es realmente lo importante, sino la mente y el corazón de quien da, aspectos
que están conectados con ese diamante para que ahora su amigo siempre piense en
él y viceversa.
El Gaón de Vilna explica que esta persona le dio a su amigo algo que
tiene toda la concentración de su mente y su corazón, por ende, la palabra
pacto es en realidad una promesa. Él dice que el concepto de pacto es cuando
entregamos lo más importante para nosotros a alguien más, y al dar eso, sin
importar lo que ocurra, siempre pensaremos en esa persona. Es una promesa
porque esa persona tiene lo que más nos importa y, en consecuencia, siempre
querremos saber si está bien y protegida. Por eso, entendemos que la palabra pacto en
realidad es una acción que crea la promesa de que ninguna separación puede
ocurrir entre estas dos personas. Esa es la razón por la que encontramos el
concepto de pacto con tanta frecuencia en la Torá, ahora entendemos que es una
acción para crear la promesa de no separarse nunca.
El primer pacto sobre el que aprendemos es cuando ocurrió el Diluvio en
el mundo, el Creador hace un pacto con Nóaj y el resto de la humanidad sobre
que el mundo no sería completamente destruido nunca más. Y el secreto es que el
arcoíris es el pacto ya que éste, tal y como explica el Zóhar, en realidad es
un aspecto de la Luz del Creador dado a este mundo. El arcoíris es un elemento
importante de la esencia de la Luz del Creador y, por lo tanto, al dar una
parte de Su esencia con el arcoíris, el Creador no podrá destruir el mundo
jamás.
Al entender esto, podemos llegar a ver ahora que el verdadero regalo de
la Torá, los Diez Enunciados y el Zóhar es la Luz dentro de ellos. Es como si
el Creador hubiese cortado una parte de Su esencia y Luz y nos la hubiese dado
a través de esas herramientas. Luego el Creador dice a todo aquel cuyo enfoque
de vida sea recibir ese regalo que Él tiene que encargarse de ellos,
protegerlos y darles Luz y bendiciones porque ahora poseen lo que más le
importa a Él.
Entonces podemos comenzar a entender cuál fue el pacto que hizo el
Creador con los israelitas. Y esto debe darnos un entendimiento completamente
nuevo sobre lo que llamamos estudio o conexión con la Luz de la Torá, la Luz
del Zóhar. El Creador nos ha dado Su esencia y Luz dentro de ellos, si las
conservamos, prácticamente forzamos al Creador a que se preocupe por nosotros.
Casi forzamos al Creador a que nos proteja y nos dé bendiciones porque ahora
hemos tomado lo que se nos ha dado: lo más importante para la Luz del Creador.
La Torá, y más importante aún: el Zóhar, representa al Creador que
literalmente saca la esencia de Su Luz y nos da la oportunidad de tomarla. A
diferencia del caso en el que un amigo le da algo a otro, aquí depende de
nosotros tomarlo. Así pues, lo que ocurrió en el Sinaí a través de los Diez
Enunciados, la revelación de la Torá y la manifestación posterior del Zóhar es
que el Creador se quitó Su esencia y la puso en este paquete llamado el Zóhar y
la Torá. El Creador le dice al individuo que toma la mayor parte de la Luz del
Zóhar: “Me forzaste a estar adherido a ti, protegerte, irradiarte de Luz y
bendiciones”. El Creador ha puesto lugares en este mundo donde existe Su
esencia y tenemos la oportunidad de aferrarnos a ella. Una vez que lo hagamos,
no sólo recibimos Luz y bendiciones; ahora tenemos en nuestro interior el
aspecto más importante de la Luz del Creador y, sin importar qué más hagamos,
hemos traído la protección y las bendiciones de la Luz del Creador a nosotros.
Este es el secreto de la creación del pacto a la que se refiere la
porción Mishpatim. Ya que, antes del momento del Monte Sinaí, la esencia de la
Luz del Creador podía ser atraída con trabajo espiritual, pero era algo que,
por decirlo de algún modo, no se podía mantener. Antes de la Revelación del
Sinaí, podíamos atraer algo de la Luz a nuestra vida y el mundo, luego llegó la
manifestación de lo que llamamos la Torá y el Zóhar, el Creador puso dentro de
ellos Su esencia y dijo: “Me pongo en sus manos. Ahora estoy a su disposición
para que me puedan conservar”.
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