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12 de febrero de 2018

EL SECRETO DE LA PALABRA PACTO

MICHAEL BERG

La porción Mishpatim es una continuación, en cierto modo, de Yitró, la porción anterior, en la que ocurrió la Revelación del Sinaí, la revelación de la totalidad de la Luz del Creador y la Luz de la Inmortalidad.
Cronológicamente, está la Revelación del Sinaí, los Diez Enunciados, que llevan a Moshé a ascender la montaña por cuarenta días y cuarenta noches para recibir el resto de la Torá, el resto de la Luz y la sabiduría de la revelación. Pero hay un momento al final de la porción Mishpatim en el que dice que
Moshé escribió lo que recibió, despertó a la mañana siguiente y construyó doce altares, uno para cada una de las doce tribus (lo cual representaba un acercamiento a la Luz del Creador) e hizo sacrificios en cada uno de ellos. Moshé tomó la mitad de la sangre y la vertió en los altares, luego tomó el llamado Séfer HaBrit, el Libro del Pacto, y leyó a los israelitas: “Todo lo que diga el Creador, lo haremos y lo escucharemos”. Luego Moshé tomó la sangre y la roció sobre los israelitas, diciendo que era la sangre a través de la cual el Creador había hecho un Pacto con ellos, los israelitas.
Así pues, quiero enfocarme en este concepto llamado Séfer HaBrit, el Libro del Pactoy, aún más importante, en lo que el secreto de la palabra brit, literalmente “pacto”, representa para nuestro trabajo espiritual. En el capítulo ocho del Séfer Yetsirá, el Libro de la Formación, se habla de la Creación del mundo; dice que dentro de ella encontramos el secreto del significado de brit. El gran Kabbalista el Gaón de Vilna, en su comentario sobre el Libro de la Formación, habla de este secreto.
En la Torá encontramos muy a menudo la palabra brit, o pacto; por ejemplo, la circuncisión de Avraham es clasificada como pacto. Un pacto puede compararse con un individuo que ama mucho a alguien y quiere hacer algo para garantizar que nunca se separen. Así pues, el Gaón de Vilna pregunta: ¿Cómo es posible intentar crear un vínculo que no se pueda separar nunca? ¿Qué puede hacer una persona que ama tanto a alguien, pero que tiene que separarse de él físicamente, para asegurarse de crear un vínculo que permanezca para siempre?
Una de las maneras de hacerlo es que el individuo le dé a esa persona lo más importante para él o ella. Por ejemplo, digamos que un individuo ha estado coleccionando diamantes durante toda su vida, pasó sus últimos cincuenta años viajando por el mundo para coleccionarlos y tiene los diez diamantes más caros y hermosos del mundo. Si alguien le pregunta qué es lo más importante de su vida, respondería que su colección de diamantes. Ahora tiene un amigo que se marcha y no verá por cinco años y le da a su amigo su diamante más preciado. Lo que el Gaón de Vilna enseña es que el objeto físico (el diamante en este caso) no es realmente lo importante, sino la mente y el corazón de quien da, aspectos que están conectados con ese diamante para que ahora su amigo siempre piense en él y viceversa.
El Gaón de Vilna explica que esta persona le dio a su amigo algo que tiene toda la concentración de su mente y su corazón, por ende, la palabra pacto es en realidad una promesa. Él dice que el concepto de pacto es cuando entregamos lo más importante para nosotros a alguien más, y al dar eso, sin importar lo que ocurra, siempre pensaremos en esa persona. Es una promesa porque esa persona tiene lo que más nos importa y, en consecuencia, siempre querremos saber si está bien y protegida. Por eso, entendemos que la palabra pacto en realidad es una acción que crea la promesa de que ninguna separación puede ocurrir entre estas dos personas. Esa es la razón por la que encontramos el concepto de pacto con tanta frecuencia en la Torá, ahora entendemos que es una acción para crear la promesa de no separarse nunca.
El primer pacto sobre el que aprendemos es cuando ocurrió el Diluvio en el mundo, el Creador hace un pacto con Nóaj y el resto de la humanidad sobre que el mundo no sería completamente destruido nunca más. Y el secreto es que el arcoíris es el pacto ya que éste, tal y como explica el Zóhar, en realidad es un aspecto de la Luz del Creador dado a este mundo. El arcoíris es un elemento importante de la esencia de la Luz del Creador y, por lo tanto, al dar una parte de Su esencia con el arcoíris, el Creador no podrá destruir el mundo jamás.
Al entender esto, podemos llegar a ver ahora que el verdadero regalo de la Torá, los Diez Enunciados y el Zóhar es la Luz dentro de ellos. Es como si el Creador hubiese cortado una parte de Su esencia y Luz y nos la hubiese dado a través de esas herramientas. Luego el Creador dice a todo aquel cuyo enfoque de vida sea recibir ese regalo que Él tiene que encargarse de ellos, protegerlos y darles Luz y bendiciones porque ahora poseen lo que más le importa a Él.
Entonces podemos comenzar a entender cuál fue el pacto que hizo el Creador con los israelitas. Y esto debe darnos un entendimiento completamente nuevo sobre lo que llamamos estudio o conexión con la Luz de la Torá, la Luz del Zóhar. El Creador nos ha dado Su esencia y Luz dentro de ellos, si las conservamos, prácticamente forzamos al Creador a que se preocupe por nosotros. Casi forzamos al Creador a que nos proteja y nos dé bendiciones porque ahora hemos tomado lo que se nos ha dado: lo más importante para la Luz del Creador.
La Torá, y más importante aún: el Zóhar, representa al Creador que literalmente saca la esencia de Su Luz y nos da la oportunidad de tomarla. A diferencia del caso en el que un amigo le da algo a otro, aquí depende de nosotros tomarlo. Así pues, lo que ocurrió en el Sinaí a través de los Diez Enunciados, la revelación de la Torá y la manifestación posterior del Zóhar es que el Creador se quitó Su esencia y la puso en este paquete llamado el Zóhar y la Torá. El Creador le dice al individuo que toma la mayor parte de la Luz del Zóhar: “Me forzaste a estar adherido a ti, protegerte, irradiarte de Luz y bendiciones”. El Creador ha puesto lugares en este mundo donde existe Su esencia y tenemos la oportunidad de aferrarnos a ella. Una vez que lo hagamos, no sólo recibimos Luz y bendiciones; ahora tenemos en nuestro interior el aspecto más importante de la Luz del Creador y, sin importar qué más hagamos, hemos traído la protección y las bendiciones de la Luz del Creador a nosotros.

Este es el secreto de la creación del pacto a la que se refiere la porción Mishpatim. Ya que, antes del momento del Monte Sinaí, la esencia de la Luz del Creador podía ser atraída con trabajo espiritual, pero era algo que, por decirlo de algún modo, no se podía mantener. Antes de la Revelación del Sinaí, podíamos atraer algo de la Luz a nuestra vida y el mundo, luego llegó la manifestación de lo que llamamos la Torá y el Zóhar, el Creador puso dentro de ellos Su esencia y dijo: “Me pongo en sus manos. Ahora estoy a su disposición para que me puedan conservar”.

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