por cristinalaird
Repito este post
sobre ERIS, pues debido a los acontecimientos del momento su presencia se está
haciendo sentir con potencia, a medida que se aleja de la conjunción con Urano
y se acerca a la cuadratura con Plutón, que por supuesto sólo ocurre una sola vez
en nuestras vidas.
La última vez que
Eris (en Piscis) estuvo en cuadratura a Plutón (en Géminis) fue en 1908.
Lleva en Aries desde 1927, por tanto todos los que nacimos después de esa fecha
tenemos a Eris en este signo. Así que aquí
La diferencia que
desde 1927, Eris ha continuado en Aries y Urano ha dado la vuelta al zodíaco
completamente, retornando a Aries en el 2011, y desde hace un par de años “ha
alcanzado ” a Eris ya en los últimos grados de este signo de Fuego.
Debido a su órbita tan
elíptica, el paso de Eris por Aries lleva unos 120 años, pero mirar el
cuadro debajo de este párrafo para ver la diferencia de años en cada
signo. Veréis que en Leo se tira menos de 20 años.
Eris nos confronta
con temas importantísimos de nuestra psique que ya no podemos negar. Me
gustaría decir que es un aspecto pasajero pero no lo es. Este es unos de esos
aspectos que no se repiten en nuestras vidas aunque evoca sentimientos
eternos.
El gran
revolucionario (Urano) junto con la gran revolucionaria (Eris), la Malíficent,
el hada mala de la Bella Durmiente. Juntos nos hablan de aquello que ha estado
durmiente en nuestra psique y que pide a gritos expresarse. Este es un grito
ancestral desde lo más profundo de nuestra psiquis que nos dice que algo debe cambiar
en nuestras vidas.
ISIS y su ataque
ante todo lo OCCIDENTAL es una de las expresiones de ello. La situación en
Catalunya, el Brexit, Trump, Argentina, Venezuela, Birmania, las dos Koreas,
también lo son. Esta conjunción ha estado activa desde hace un par de años y
seguirá activa por unos meses más, excepto que Urano entra en Tauro el 15 de
Mayo del 2018, lo que llevará el foco de nuestra rebelión a donde realmente
radica, que son las finanzas en el mundo. Nos habla de los rencores ancestrales
y la necesidad de dejar ir de ellos, ya que limitan nuestra evolución, ya que
no nos permiten cerrar página y abrir una nueva. Pero nos traen a la
consciencia lo que significan las oposiciones en el mundo y en nuestra psique.
Eris era la Diosa de la Discordia, el demonio femenino, es el símbolo de
la “No invitada”. En la Mitología Griega, ella fué la única Diosa no invitada a
la boda de Thetis y Peleo, en las fábulas fué el hada no invitada al bautismo
de “Aurora”, la Bella Durmiente. Representa la ira que emana de esa parte de
nuestra psiquis, cuando nos sentimos que nos quedamos “afuera”, sin ser
incluidos, sin ser reconocidos por el “establecimiento”, sin que se reconozcan
nuestros talentos y nuestra relevancia, cuando no nos sentimos valorados. Lleva
en el signo de Aries desde 1925. Es la hija de Hera y Zeus en algunas
historias, hermana de Ares o Marte, Dios de la Guerra, pero la más elocuente es
que es la hija de Nyx, la Noche. Los eventos políticos de los últimos meses,
con el Brexit, los seguidores de Donald Trump, los Húngaros que miran con
horror, la posibilidad de que los musulmanes entren en su país, la situación en
Catalunya, en Birmania, etc, son expresiones de esta conjunción, y nos conectan
con que siempre dejamos o queremos dejar algo “afuera”. La lucha por
formar parte de algo más grande que nosotros o salirnos de lo que nos hace
sentir oprimidos. Eris vive en el Kuiper Belt, ese anillo lleno de cuerpos
(asteroides) que no conocemos, que han estado en la oscuridad hasta hace poco,
que está muy concurrido y que parece amenazarnos. Sin embargo, lo que emerge de
allí, como los centauros que conocemos: Quirón, Folo y Nessus, no son cosas que
de las cual debamos guardarnos, sino abrirnos a ello. Es curioso que los
astrónomos hayan llamado “centauros” a esos asteroides, ya que en la Mitología
Griega, excepto por los ya mencionados, estas criaturas eran consideradas
bestias salvajes, de quien había que protegerse, que se paseaban en la
oscuridad, fuera del sistema y obedecían a nada ni a nadie.
Los signos cardinales
han sido y están siendo los más afectados por esta conjunción, aunque esto es
un tema que vivimos todos a nivel mundial, por que de alguna manera marcan el
“signo del tiempo”. Eris, indirectamente es la causante de la Guerra de Troya.
Pues al no ser invitada a la boda de Peleus, donde se encontraban las otras
diosas, en su ira, tiró una manzana de oro gritando: “Para la más hermosa de
todas”, creando así una discordia. Fué allí que Zeus le pidió a Paris, el hijo
del rey Priam y la reina Hecuba de Troya, que elija una Diosa, entre Atenas,
Afrodita y Hera, para dársela (algo que le divertía personalmente). Paris
eligió a Afrodita, después que ella le haya prometido la mujer más bella del
mundo, como esposa, si era elegida, y la mujer más bella del mundo era Helena
de Troya, casada con Menelaus. Fué así que Paris y Helena se enamoraron y
escaparon juntos, detonando así la guerra que duró 10 años entre Grecia y
Troya, donde Aquiles murió. Eris tuvo así su venganza en todos ellos. Estos son
momentos para que nos preguntemos en qué aspecto de nuestras vidas nos sentimos
“no conectados” al resto. Dónde nos sentimos “fuera”, sin ser incluidos, sin
poder conectar con los demás. Y si queremos ir un poco más allá, entonces
podríamos investigar qué voz femenina o masculina, en nuestra psique, en
nuestra familia, se sentía “fuera”, coloreando así nuestros sentimientos ante
los hechos de la actualidad. Podemos sentirnos fuera de un grupo social, de la
intelectualidad, de la creatividad, de la efectividad, del éxito,
etc. Sentirse “fuera”, normalmente va asociado a sentimientos de soledad,
de vulnerabilidad, de no sentirse incluido y sobre todo, apreciado. Nada de lo
que hacemos parece suficiente. Todos ellos sentimientos muy humanos, pero que
de alguna manera, los que escribieron las historias de la Mitología, como
Homero, les convirtieron en historias divinas, ya que Todos los humanos a
través de los tiempos nos sentimos de esa manera en algún aspecto de nuestra
vida. Este es uno de los motivos por el cual es tan fácil para los políticos y
las personas en el poder, detonar esos sentimientos en el pueblo. De esa manera
ellos consiguen lo que quieren y el pueblo reacciona a estos sentimientos
eternos, sin tiempo, donde todos son sentimos oprimidos, no comprendidos, no
escuchados, abusados, etc. Si hay algo externo que pueda detonar estos
sentimientos a nivel mundial, son las grandes empresas, los bancos, Google,
Facebook, la Telefónica, Endesa, Gas Natural, etc. Ellos sí que son todo
poderosos y nosotros en vez de dirigir esta ira hacia ellos, y empujar a
nuestros políticos que regulen y pongan límites a esas empresas, nos enfadamos
entre nosotros mismos. Hurgamos en nuestras diferencias, como ocurre en España,
en Korea, en Venezuela, en Argentina, en Estados Unidos, en Inglaterra, en
Birmania, en vez de darnos cuenta que estamos todos en el mismo barco. Qué
fácil es culpar a otro de sentirnos así. Eso evita que yo investigue el porqué,
el para qué, desde donde emanan estos sentimientos. Cuanto menos sepas más fácil
le resulta a los políticos llevarte a conectar con ello, pues estos
sentimientos emanan desde el inconsciente y por lo tanto, todopoderosos.
Los movimientos
#metoo y #timesup que parecen ser ignorados en las culturas latinas y que está
revolucionando el mundo sajón, empoderando a las víctimas de abuso sexual y
laboral, es la voz de Eris, que realmente nos dice desde su lugar lejano y
oscuro:
TIMES UP! Es hora de
denunciar, de hablar, de hacer paz, de resolver, de tender una mano a otros que
hayan vivido lo mismo, para curar, para evolucionar, no solo personalmente sino
como especie. Lo que hemos aceptado como normal, ya no lo es.
La cuadratura con
Plutón de ahora, que ya está en acción por unos 4 o 5 años, nos traerá más
muertes como están ocurriendo en Siria, con los kurdos, como en Birmania con
los Rohinyas o en Yemen, por nombrar algunos. Todos los que nos sentimos
"ninguneados", no aceptados, no incluidos, no invitados, activamos la
ira de Eris y sus deseos de venganza. Y seguiremos en guerra hasta que aceptemos
el mensaje, de que no somos tan diferentes y que los valores que nos separaban
antes, están siendo transformados en sentimientos más globales, de unidad y
compasión. Todos tenemos derecho a desplazarnos a lugares donde hay más trabajo
y donde podamos tener una vida más digna.
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