Una persona que se caracteriza por ser fuerte, especialmente en cuanto a
fortaleza mental y emocional se refiere, más allá de sus condiciones físicas,
siempre proyecta ante los demás, inclusive ante sí mismas esa sensación de poder
con todo, de tener capacidad de encontrar solución a todo y mientras la ubica,
tener la suficiente entereza como para no doblarse en el proceso.
Las personas más fuertes son las que quizás necesiten más cariño y
atención, porque estas cosas no resultan fáciles de demandar para ellas. Ellas
asumen su rol con todas las
consecuencias y efectos que puede generar. Se saben
capaces de soportar tormentas y bajo una condición particular, están
acostumbrados a ser el roble de los demás, resultando en apoyo, sustento,
cobijo y lo necesario para ayudar a quien lo necesite, lo que les dificulta
muchas veces pedir ayuda, inclusive para no incomodar o mortificar a quienes le
rodean.
Estas personas, son vistas con ojos de admiración, más que con ojos de
comprensión, se proyectan capaces atravesar caminos complicados y una vez
cruzados, mirar para atrás con la seguridad de que son un poco más fuertes, de
que se conocen algo más, de que no hay cosa que no puedan afrontar, de que cada
experiencia es para aprender, para cultivar y para agradecer,
independientemente de que no haya resultado de su agrado, pues reconocen que
sin ellas no serían quienes son hoy.
Conocen bien sus recursos, pero no por el hecho de que puedan atravesar
las peores adversidades, sin buscar apoyo, sin quejarse siquiera, significa que
estas personas no demanden atención, que no se sientan bien cuando alguien se
preocupa por ellas, inclusive sin ser la meta, le hace algún reconocimiento.
Nunca sobra esa palmadita en la espalda, no está demás un “lo estás haciendo
bien, no te rindas”, un “te quiero” oportuno, un “yo me encargaré de eso por
ti” o un sencillo “¿cómo estás?”.
No importa si vemos a una persona demasiado fuerte, quizás es una careta
de protección ante una fragilidad oculta o puede ser que efectivamente esta
persona sea tal cual como se proyecta, pero ningún escenario debe ser marco
para obviar las necesidades de afecto, de atención, de compañía de compresión
que cualquier ser humano demanda y mucho menos para asumir que por su condición
o lo que creemos de esa persona, siempre se encontrará bien.
Si eres una persona fuerte, entenderás que el afecto nutre y nos hace
más fuertes, que nos da la energía que necesitamos para seguir nuestros pasos.
No nos quebramos cuando demostramos nuestras debilidades, no nos hacemos
frágiles por demandar cariño, nos quebramos cuando somos demasiado rígidos y no
sabemos administrar nuestra fortaleza. Nutrirnos de afecto, siempre nos hará
más fuertes.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
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