Venus terminó su tránsito por Acuario, y entró en
Piscis el pasado 10 de Febrero de 2018, a las 23:19 UT,
dándonos la oportunidad perfecta para conectarnos con el amor y hacer grandes
transformaciones internas.
Este hermoso planeta necesita aproximadamente 224
días para dar la vuelta al Sol, y, con sus 12.100 kilómetros de diámetro tiene
casi el mismo tamaño que la Tierra. Venus es el planeta más brillante y es
fácil de ver sin la ayuda de un telescopio.
En la astrología, Venus es el planeta del Amor,
representando todo lo bello y deseable. Representa el gran poder del ser humano
de dar un valor y un sentido trascendental a sus experiencias. Su posición en
la carta astral nos revela algo sobre nuestra necesidad de armonía, nuestra
vida amorosa y capacidad de entrega.
Con Venus nadando por el signo de los
mares, expresaremos nuestro Amor de manera sensible y profunda, con una
sutil pero poderosa combinación de entrega y compasión, pues Piscis es un signo
de agua que se comunica con su entorno principalmente por medio de sus
sentimientos. El Agua representa el mundo de las emociones, desde pasiones
compulsivas y temores irracionales, hasta sentimientos de compasión y amor
universales. Sobresale por su intuición y está consciente de que tiene que
cuidarse de influencias extrañas para poder entrar a las dimensiones más
profundas de su ser.
No es de Piscis ver el mundo en blanco y negro,
sino más bien en arcoíris. Ahora con Venus en este signo, nuestro amor lo
abarcará todo, siendo capaces de perdonar y comprender, mostrando nuestro lado
más humano.
Venus se encuentra aquí en su exaltación, por ello
el amor se manifiesta del modo más excelso y trascendente: la renuncia o el
sacrificio por amor, sin temer al dolor o al sufrimiento. Este evento
astrológico, sólo nos da lo mejor de sí mismo cuando nos sentimos
espiritualmente elevados sintiendo auténticas intenciones de crecer y poner el
punto final a lo que fuimos, para adentrarnos en la transformación de lo que
más adelante seremos. Llegó el momento que como humanidad habíamos estado
anhelando desde hace ya un tiempo, y es el de volver a conectarnos con la
verdadera esencia de nuestro ser, a través de la comunicación y la conexión con
la madre naturaleza, de la cual venimos y de la cual siempre hemos sido parte.
Es un momento para experimentar nuestro lado más natural, y sanar aquello que
ya no necesitamos en nuestra vida.
En La última década, ha aumentado mucho el interés
por probar otros enfoques terapéuticos. Muchas de estas técnicas “alternativas”
provienen de diferentes lugares del mundo y se han utilizado durante miles de
años. Los países orientales cuentan con una larga tradición de enseñanza de
estas medicinas alternativas. Pero hasta hace poco, la mayoría de los
hospitales de Occidente no proporcionaban ningún tratamiento alternativo y las
facultades de medicina occidentales no las enseñaban.
Las personas en los países occidentales se están
volviendo más receptivas en cuanto a probar las medicinas alternativas, y han
empezado a buscarlas. Como consecuencia, muchas escuelas de medicina occidental
están empezando a enseñar estas técnicas y teorías médicas. Algunos hospitales
y médicos están comenzando a complementar su práctica médica habitual con las técnicas
alternativas.
La medicina alternativa se basa en la idea de que
un profesional de la salud debe tratar a la persona completa: cuerpo, mente y
espíritu. Las técnicas utilizadas son mucho menos invasivas que las prácticas
médicas convencionales; esto quiere decir que no se basan en la cirugía ni en
los fármacos habituales.
No sólo están en boga las terapias alternativas,
sino también la medicina ancestral, quien ha tomado un rol protagónico en los
últimos años. Entre ellas están el Rapé, la Jurema, el Peyote, el Yage, y la
más conocida, la Ayahuasca. Esta última, siendo una de las más comunes hoy en
día, es la muy bien llamada “secreto de los dioses”, ya que nos ayuda a acallar
la mente y poder oír esta sabiduría profunda que está en cada uno de nosotros y
no escuchamos por el gallinero que se forma en nuestra mente debido a ese
no-parar de pensamientos, la mayoría de ellos, vanos y repetitivos.
La vida es demasiado compleja como para vivirla
desde la razón, cuando miramos el mundo desde la razón, suprimimos nuestra
intuición, un aspecto del desarrollo humano es la recuperación de la salud
animal, uno de los regalos que nos da la Ayahuasca es que despierta nuestro
animal interior, de ahí todas las visiones que se tienen del mundo primitivo e
instintivo durante el proceso de sanación.
La Ayahuasca adormece el hemisferio izquierdo, este
se calma, y comenzamos a sentir que no necesitamos hacer, sino dejarnos ser, y
se produce ese silencio contemplativo que siempre buscamos a través de la
meditación, para escuchar eso que consideramos como nuestra sabiduría
intrínseca, o la sabiduría de la Ayahuasca, “el secreto de los dioses”.
En los usos clínicos, la Ayahuasca nos puede traer
recuerdos eclipsados de la infancia resolviéndolos al hacerlos conscientes. Por
ejemplo, hay personas que llevan toda su vida llorando y en estados depresivos
sin saber porqué, al hacer conscientes episodios traumáticos de su infancia, se
permiten llorar estos episodios hasta que, “en un abrir y cerrar de ojos”
logran sanarlos, volviendo a ver la luz y conectándose de nuevo con nuestra
condición de humanos en una vida plena.
La ayahuasca se circunscribe junto con otras
plantas que son las plantas maestras que trabajan otros aspectos, como las
purgas que son plantas de limpiezas y tanto las dietas como las purgas son un
gran complemento en los procesos de curación, se toma tanto para solucionar
procesos de salud mental, como en crecimiento personal y para explorar el mundo
espiritual, saca a la luz un tema muy profundo y central que todos tenemos, nos
muestra qué hay más allá de lo que conocemos de nosotros mismos, potencia la
reconexión del ser humano consigo mismo, nos permite ver cuáles son los
aspectos nuestros que podemos mejorar y nos da las herramientas para poder
hacerlo.
Es sin duda una experiencia cumbre sumamente
transformadora que nos permite reconocer a “Dios” en nosotros mismos, dándonos
la capacidad de experimentar la divinidad en nuestro interior, para
re-descubrir quienes somos verdaderamente, identificándonos como una dualidad
con nuestra luz y nuestra oscuridad para poder convertirnos en la mejor versión
de nosotros mismos.
Con Venus en Acuario, se despierta nuestra memoria
ancestral. Te invito a explorar la naturaleza más profunda y sublime de tu ser,
y a sanar aquellas dolencias interiores que tanto te han perturbado, para que
desde el amor, te desprendas de ellas, y te liberes encaminándote hacia un
futuro en donde la Divinidad será indispensable en tu vida.
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