La mejor forma de ocultar algo es dejarlo a la vista de todos. Y esto lo sabían muy bien los iniciados del pasado, que camuflaron su doctrina secreta en juegos tradicionales y cuentos populares. De esta forma, estas manifestaciones culturales se convirtieron en cápsulas espacio-temporales que contenían un mensaje oculto reservado para aquellos que pudieran ver más allá de lo evidente.
Uno de estos entretenimientos infantiles contenedor de una enseñanza
profunda es la inocente rayuela.
Aunque se han
encontrado versiones primitivas de la rayuela en diferentes culturas antiguas a
los márgenes del Mediterráneo, la versión que hoy conocemos de este juego
proviene del renacimiento y se inspiró en “La Divina Comedia”, es decir que el
niño que entra en la rayuela está imitando el maravilloso viaje del Dante,
abandonando el Purgatorio hasta alcanzar el Paraíso, atravesando diferentes
planos o pruebas relacionadas con el Infierno.
La rayuela es un eje, un trazado bidimensional que representa un viaje
ascendente en el que se unen los tres mundos: el mundo subterráneo
(inframundo), la Tierra y el Cielo, también llamados Tribhuvana (tierra,
atmósfera y cielo). De acuerdo con Chevalier: “Esta misma jerarquía
[trina] corresponde simbólicamente a los estados de la manifestación y a los
estados del ser, como indican muy bien las etapas del viaje axial de Dante. A
lo largo del eje se eleva hacia los estados superiores quien llega al centro,
es decir, al estado edénico o primordial” (2). ¿Y qué personaje
tradicional conocemos que podía moverse con libertad por estos tres mundos?
Nada menos que Hermes, poseedor de las llaves de los tres mundos, los
cuales aparecen reflejados en el microcosmos como tres planos: físico, anímico
y espiritual. Por lo tanto, los jugadores de la rayuela no solamente
imitan al Dante sino también a Hermes Trimegisto, el tres veces grande, el dios
que nos anima a “unir lo de arriba y lo de abajo para hacer los
milagros de una cosa única” (3).
Aunque en nuestros días la rayuela se asocie con los niños, esto no
siempre fue así y está bien documentado que los Templarios jugaban a una
versión de la rayuela (marelle) en un tablero y con fichas. Juan Eslava Galán
revela que en la Orden del Temple “estaban prohibidos el ocio y las
distracciones, así como las apuestas y los juegos de ajedrez o dados, a los que
tan aficionados eran los caballeros de aquel tiempo. No obstante, se toleraban
la rayuela y las tabas, considerados juegos inocentes” (4).
Por otro lado, las diez casillas de la rayuela nos recuerdan a los diez
sefirots del Árbol de la Vida de la Kabbalah, el cual representa el
eje universal y donde también se muestra un viaje de regreso a casa, donde
Malkuth (el reino) es la “Tierra” y Kether (la corona) es el “Cielo”. Diez es
el número de la Tetraktys pitagórica, la suma de los cuatro primeros
números (1+2+3+4), la cual también nos habla de un regreso a la unidad (10 =
1+0 = 1).
Tanto en el Árbol de la Vida como en la Tetraktys existe un recorrido
sutil por los cuatro elementos, desde la Tierra al Fuego, que también aparece
en diversos rituales iniciáticos y donde los candidatos deben viajar (purificarse)
a través de la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego: desde lo más denso a lo más
sutil. Esta secuencia también se repite en las etapas de la Gran Obra
Alquímica, desde el Nigredo (negro=tierra), pasando por el Albedo
(blanco=agua), el Citrinitas (amarillo=aire) hasta el Rubedo (rojo=fuego) e
incluso en el ascenso de la energía serpentina de Kundalini-Shakti, desde la
Tierra (chakra muladhara) al Cielo (sahasrara).
Escargot francés
Esta odisea desde la materia al espíritu o desde la oscuridad a la luz
aparece en Francia como una versión espiralada de la rayuela conocida como
“escargot” (caracol) y que es una reminiscencia de los laberintos medievales,
los cuales continuaban una rica tradición que venía de Grecia, Creta, y que se
pierde en la noche de los tiempos. De hecho, el investigador Roger Callois dice
que “la rayuela simboliza, de hecho, el laberinto por el cual debe
deambular primeramente el iniciado” y -en su origen- “era un
laberinto en el que uno empujaba una piedra es decir, el alma, hacia la
salida. Con el cristianismo, el diseño se alargó y simplificó, reproduciendo el
diseño de una basílica”(5).
Esto, justamente, advertía el reconocido Mircea Eliade cuando
revelaba que “los niños europeos y americanos todavía juegan a la
rayuela, ignorantes del hecho que están participando de un juego
iniciático cuya finalidad es penetrar y regresar con éxito de un
laberinto; porque saltando a la rayuela, ellos descienden simbólicamente a los
infiernos y vuelven a la tierra” (6).
¡Buen viaje!
Imágenes
Diversas
versiones de la rayuela
En uno de los
mejores cómics de Alan Moore llamado “Promethea” aparece el Árbol de la Vida en
relación con la rayuela
Notas del texto
(1) Cortázar, Julio: “Rayuela”
(2) Chevalier, Jean: “Diccionario de símbolos”
(3) Tabla Esmeralda de Hermes Trimegisto
(4) Eslava Galán, Juan: “Templarios, griales, vírgenes negras y otros enigmas de la historia”
(5) Callois, Roger: “Les jeux et les hommes”
(6) Eliade, Mircea: “Occultism, Witchcraft, and Cultural Fashions: Essays in Comparative Religion”
(2) Chevalier, Jean: “Diccionario de símbolos”
(3) Tabla Esmeralda de Hermes Trimegisto
(4) Eslava Galán, Juan: “Templarios, griales, vírgenes negras y otros enigmas de la historia”
(5) Callois, Roger: “Les jeux et les hommes”
(6) Eliade, Mircea: “Occultism, Witchcraft, and Cultural Fashions: Essays in Comparative Religion”
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