Nuestro entendimiento más profundo nos
conduce a otra clase de poder, un poder que ama la vida en cualquier forma en
que ésta se nos muestre, un poder que no juzga lo que se le presenta, un poder
que percibe lo significativo y las intenciones hasta del más ínfimo detalle
sobre la Tierra. Éste es el auténtico poder.
Al sintonizar nuestros pensamientos, nuestras
acciones y nuestras emociones con la parte más elevada de nosotros mismos, nos
llenamos de entusiasmo, de objetivos y de significado. La vida es rica y plena;
dejamos de tener pensamientos rencorosos, y tampoco recuerdos del miedo. Nos
hallamos alegre e íntimamente comprometidos con nuestro mundo. Ésta es la
experiencia del verdadero poder.
Este poder auténtico hinca sus raíces en la
fuente más profunda de nuestro ser. El verdadero poder no puede comprarse, heredarse
o acumularse. Una persona auténticamente poderosa es incapaz de convertir a
otra en su víctima. Una persona auténticamente poderosa es tan fuerte, tiene
tal poder, que no acepta en el interior de su conocimiento la idea de utilizar
la fuerza contra otra (o utilizar la energía del otro). Una comprensión de la
evolución no es adecuada cuando no tiene como núcleo el hecho de que nos
encontramos realizando un viaje hacia el auténtico poder, y que la consecución
de un poder auténtico es el fin de nuestro proceso evolutivo y el objetivo de
nuestro ser. Vamos evolucionando desde una especie que persigue el poder
exterior hacia otra que busca el poder auténtico. Estamos dejando atrás la
exploración del mundo físico como único medio de evolución. Esta clase de
evolución, y el conocimiento que es el resultado de una conciencia limitada a
la modalidad de percepción de los cinco sentidos, no son ya adecuadas para lo
que nosotros estamos obligados a esperar.
Fuente: Escuela Claridad
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