El equinoccio
de primavera (otoño en el hemisferio sur) y la celebración de Ostara, llega con
el Sol salpicado de la conjunción con Quirón y la retrogradación de Mercurio en
Piscis. Con Mercurio retrógrado en Piscis, desde el martes 5, 18:18
UT, hasta el jueves 28 de marzo 2019, 13:58 UT, sufrimos profundas
reflexiones existenciales.
El
de 22 de marzo, 18:37 UT, la conjunción Sol-Quirón, nos expone a
nuestras heridas más profundas. Normalmente las energías con que empieza el año
zodiacal marcan el resto del año. A medida que retoma su
dirección Mercurio directo el 28 de marzo, un cambio de dirección trae
nuevas perspectivas de vida.
Es
hora de pensar muy bien antes de actuar. Un individuo con un comportamiento
impulsivo tendrá un umbral de tolerancia más bajo que los demás. Además,
sufrirá mucho en las situaciones cotidianas, ya que todo lo “pasan” a lo
emocional. La impulsividad lleva a la desesperación, a la pérdida del control
de sí mismo. Así como a la imprudencia, a la cólera, a la frustración,
a sentirse atacado por los demás, a la indignación, etc.
Las
personas impulsivas actúan sin pensar. Buscan experiencias
arriesgadas y tiene una baja tolerancia al aburrimiento. Son desorganizados y
no planifican actividades. Son olvidadizos y llegan tarde a todos lados.
También son inconstantes y cambian de tareas a cada rato. Les cuesta esperar su
turno para hablar y actúan de forma inapropiada.
La
personalidad Impulsiva también se caracteriza por la dificultad para aceptar
los límites y por una baja tolerancia al estrés y la frustración. No es capaz,
por ejemplo, de escuchar los miedos que pueden aparecer tras sus deseos, y se
vuelve contra-fóbica, para no tener que soportar esa emoción.
La
mayoría de los seres humanos son capaces de dominar sus impulsos, dado que la
experiencia y el aprendizaje nos enseñan que sacrificarlo todo por satisfacer
una necesidad inmediatamente no suele compensar.
Sin
embargo, en algunos casos esto sólo es aprendido a medias. Y es que hay
una gran cantidad de personas impulsivas, gente con serias dificultades a la
hora de confrontar esta clase de deseos.
Los
conflictos en los que es fácil que nuestras emociones de ira se expresen son
una trampa para las personas impulsivas, ya que les cuesta mantener una actitud
constructiva que permita transformar el conflicto en un encaje entre posiciones
con intereses propios. Dicho de otro modo, caen en el enfado fácilmente.
Eso
significa que en un conflicto la parte no impulsiva parte desde una situación
de ventaja, ya que su rango de posibles reacciones es mayor y, a la vez, puede
predecir mejor el comportamiento de quien se caracteriza por su impulsividad.
Por
supuesto, otra de las implicaciones de esto es que las personas impulsivas son
malas mediando en discusiones, dado que fácilmente se posicionarán en contra de
alguien.
Cuando
tenemos dificultad para controlar nuestros impulsos, nos vemos incapaces de
dejar de hacer algo que deseamos hacer, aunque sepamos que no debemos hacerlo o
resulte peligroso para nosotros mismos o para los demás. Simplemente no podemos
postergar el placer que nos proporciona esa acción. Pero, las conductas
impulsivas muchas veces se transforman en conductas de riesgo ya que, pese a
que vienen seguidas de consecuencias placenteras inmediatas, los efectos
negativos de las mismas pueden presentarse a largo plazo: baja tolerancia a la
frustración, problemas de autoestima, desorganización, atención,
planificación del tiempo, etc.
Para
trabajar la impulsividad lo más efectivo es aprender a gestionarnos
emocionalmente: autocontrol emocional. ¿Cómo ejerceremos un control sobre
nuestras emociones? A través de varías estrategias o técnicas que tienen que
ver con la cognición y la conducta.
La
clave está en la forma de interpretar nuestras emociones ya que es lo
que determina nuestra forma de actuar. La forma en que reaccionamos frente a
una emoción específica condicionará cómo actuará dicha emoción sobre nosotros.
Mientras que hay personas que pagarían lo que fuese para montarse en una
montaña rusa, otros no se montarían jamás. Ambas sienten los mismos nervios,
pero los interpretan de manera diferente: diversión frente a miedo. Por
tanto, el cuerpo nos proporciona la energía para hacer algo (emociones),
pero cómo usar esa energía es una decisión nuestra.
La
solución viene de la mano de la prevención, debemos aprender a actuar antes de
que la emoción nos invada, porque cuando ésta lo hace ya estamos a su merced.
¿Cómo hacerlo? Aprendiendo a identificar los síntomas, pero no solo esto,
debemos entender nuestro estado de ánimo, reconociendo cuando y porqué estoy
así y después actuar sobre tales causas.
Este
año será de mucha intensidad emocional y profundidad kármica. Los astros no lo
están advirtiendo.
La
meditación consigue disminuir la activación de la amígdala de forma duradera y
por tanto se presenta como una herramienta eficaz para prevenir pensamientos
negativos repetitivos y controlar los impulsos.
Intentar
relajarnos solo cuando nos asaltan las emociones adversas no es demasiado
eficaz, debido a la intensidad de las mismas. En cambio, meditar de forma
regular y respirar diafragmáticamente sí que consigue reducir esta intensidad
Seguramente
sea una de las maneras más efectiva de trabajar el autocontrol. Para la mente
es igual de importante sacar la “basura emocional” como llenar el cubo de
pensamientos positivos que favorezca el bienestar. Así que ayudarnos de
estrategias como dedicar 20 minutos al final del día para enfocarnos
exclusivamente en lo que nos pesa, y el resto del día tratar de desviar la
atención hacia pensamientos más positivos, hará que la mente se sienta en
equilibrio.
Hay
que entender que no siempre podemos conseguir lo que queremos y que no todas
las personas hacen las cosas como nosotros las haríamos, cosa que nos puede
frustrar y arrancar una respuesta impulsiva.
Entendiendo
que todos somos diferentes, que no siempre van a salir las cosas como nosotros
queremos y que lo malo que nos ocurre en la vida no dura eternamente, podremos
relativizar las situaciones que nos provocan frustración, calmando la ansiedad
y rebajando el nivel de impulsividad que nos perjudica en muchas ocasiones
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