El pasado 16 de noviembre de 2018 a las 10:50 UT, Venus culminó su fase
de retrogradación para nuevamente estar directo en los 25º de Libra. Justo al
momento de ponerse directo, formó una T-cuadrada con los Nodos Lunares, estando
el Nodo Norte en el signo de Leo y el Nodo Sur en Acuario, para posteriormente,
situarse en Escorpio en su fase post-sombra.
Venus es el planeta del amor, la armonía y la paz, está representado por
la diosa del amor, de nombre Afrodita para los griegos y Venus para los
romanos. En la astrología no sólo da su regencia al signo de Libra, sino que
también rige a Tauro, por lo que Venus representa dos aspectos importantes de
nuestra vida: Las relaciones y las posesiones.
Sin duda alguna, estamos en alineaciones planetarias de gran impacto
sobre el planeta, y por ende, sobre nosotros mismos; y debido a esto, a nivel
emocional estaremos muy proactivos pero a su vez, estaremos muy aletargados
mentalmente, ya que exactamente un día después de que Venus se puso directo,
Mercurio inició su fase de retrogradación a los 13º en Sagitario.
Lo que significa que todo este periodo estará marcado por una profunda
introspección, ya que no sólo Mercurio nos estará incitando a sincerarnos y
revisar si estamos siendo o no cónsonos con lo que queremos en nuestras vidas,
sino que además, Venus hará que nos replanteemos el justo valor que le damos a
los aspectos más personales y emocionales de nuestras vidas y, como dije en mi
artículo anterior, al ser cambios energéticos muy cercanos el uno del otro,
sentiremos que todo se detendrá.
Y es que sí, durante este periodo necesitaremos detenernos, pues
nuestros gustos han cambiado y Venus se encargará de colocar ante nosotros,
escenarios que requerirán de nuestra más sincera reflexión para determinar
aquello que en verdad valoramos y poder elegir conscientemente los nuevos pasos
a seguir para sentirnos a gusto con lo que queremos para nosotros en un futuro.
Cuando hablamos de Venus, hablamos de los sentimientos, el
placer de la vida y aquellas cosas que valoramos. Gobierna las artes, el
amor y el romance, así como también la belleza y el proceso de embellecimiento,
el dinero, el entretenimiento, el ocio, la sensualidad y la comodidad.
Ahora que inició nuevamente su movimiento directo en Libra, la energía
de Venus se dirigirá hacia adentro, haciéndonos más complicada la tarea de
expresar nuestros sentimientos más profundos. Sentiremos que esos sentimientos
que parecían haber sido olvidados resurjan, haciéndonos enfrentar a preguntas
del pasado y es posible que re-enfoquemos nuestras relaciones amorosas.
Debemos buscar el equilibrio de nuestro entorno personal a través del
valor que le damos a aquellos aspectos que consideramos importantes en nuestras
vidas. Esta tarea será todo un reto, pues, como dije antes, Mercurio en su fase
retrógrada intensificar un poco la forma en la que nos expresamos y hacemos
entender. Sin embargo, será su influencia quien nos ayude a determinar cuán
conscientes y agradecimos somos de las virtudes y bendiciones que nos rodean.
Si echamos un pequeño vistazo hacia atrás, veremos cómo el 2018 ha
representado grandes transformaciones en nuestras vidas, y esto es fácil de
deducir, pues el 2018 ha sido un año con grandes eventos astrológicos que han
marcado innumerables cambios para toda la humanidad, no sólo a nivel colectivo,
sino también a nivel personal.
Pero, a pesar de esas grandes transformaciones que hemos vivido ¿cuánto
valoramos aquello que ya no está y que significó un gran aprendizaje en
nosotros? Es importante recordar siempre que las elecciones que hicimos en el
pasado son las que nos trajeron a quienes somos hoy, y aunque hoy en día
pensemos que algunas de esas elecciones no hayan sido las más asertivas, sin
duda alguna marcaron un gran aprendizaje en nuestro crecimiento, y ya sólo por eso,
merecen ser honradas, pues se adecuaban a quienes éramos en ese entonces y
gracias a ellas estamos más claros de lo que en verdad nos gusta y queremos en
nuestra vida.
Asimismo, como debemos valorar aquello que fue, valorar lo que está en
nuestro presente y lo que pueda estar por llegar, será lo que en verdad nos
impulse hacia adelante para convertirnos en esa versión de nosotros mismos en
la que hemos venido trabajando.
¿Qué tanto valoramos lo que acabamos de recibir? Puede ser un nuevo
empleo, nuevos amigos, nuevas experiencias, nueva pareja, o incluso, nuevo
estilo de vida. Valorar, no sólo es agradecer lo que tenemos, es también
cuidarlo. Dar las cosas por sentado, le restará brillo a esos aspectos de
nuestras vidas que nos hacen ser quienes somos. Si no valoramos lo que ya
tenemos, ¿valoraremos entonces lo nuevo que está por llegar?
Cuando no valoramos, simplemente estamos desconectados de nuestro
presente, y así podemos pasar días, meses y años, sin aprovechar el tiempo que
tenemos para crecer, y es que a veces creemos que éste será eterno y le
restamos importancia a cuidar y a aprovechar las bendiciones que nos rodean.
En El Libro tibetano de la vida y de la muerte, Sogyal Rimpoché explica
que “aquellos que comprenden cuán frágil es la vida, saben mejor que nadie
hasta qué punto es valiosa. Que nos tomemos la vida en serio no significa que
debamos pasar toda nuestra existencia meditando como si viviéramos en las
montañas del Himalaya o como se hacía antaño en el Tibet”.
¿Cuál es el mensaje de fondo? Si bien es cierto que lograr los
objetivos en el campo material puede ser un estímulo que nos lleve a descubrir
nuestras capacidades, esto no puede convertirse en el centro de nuestra
existencia al grado de poner en riesgo la salud, el bienestar emocional y hasta
las relaciones afectivas.
Encontrar el equilibrio entre ir por las metas que nos hemos
propuesto y dedicar tiempo al autoconocimiento y a meditar sobre el valor
de la vida, puede parecer complicado, pues asumimos que esto último está
reservado solamente para ciertas mentes iluminadas y no para cualquier persona
que debe enfrentar día a día experiencias mundanas para que en muchos casos
aspire solamente a sobrellevar la vida.
Pero la realidad es que todos disponemos de un momento diario para
valorar, agradecer y disfrutar lo que tenemos alrededor, poder hacer uso de
todos los sentidos y experimentar en nuestro entorno. No necesitamos estar
expuestos a situaciones extremas para apreciar en todo su esplendor lo que nos
rodea y, por sobre todas las cosas, la salud y el privilegio de vivir.
Al comenzar a valorar conscientemente lo que nos rodea, logramos de
forma automática una de las transformaciones más importantes de nuestro
crecimiento personal, que es, sin lugar a dudas, nuestra propia felicidad.
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