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25 de julio de 2019

El ADN y los Nombres Divinos


Investigación Original de Nuestro ‘Código-Dios’ Genético
De acuerdo a las Claves de Enoc®
El Futuro del Entendimiento Popular y Científico de lo Sagrado

La conexión entre el ADN y el Nombre Divino de Dios (YHVH o YHWH) se remonta a más de 30 años atrás en el trabajo de El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc® y de investigadores médicos que han trabajado con esta información. Los Nombres Divinos son, generalmente, reconocidos como los Nombres bíblicos y extra bíblicos de Dios usados en los escritos de los pensadores proféticos a lo largo de los siglos que trajeron una senda superior de servicio a lo que era considerado un mundo profano.
En la enseñanza bíblica y kabalista la estructura del cuerpo humano surgió de la pronunciación de la
Palabra Divina. El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc® (1973, 1975, 1977) establece una correlación de este Nombre Divino como la clave que está detrás del código de trascripción de las letras químicas que desarrollan el cuerpo humano. En 1973, mientras estaba en la Universidad de California, Hurtak llegó a comprender que existía una conexión entre las asociaciones lingüísticas y genéticas de las Letras que conforman el nombre de Dios en el Hebreo Bíblico (YHVH). Elaboró una tabla de recursos genéticos usando el Código del Nombre Divino en un arreglo triple de letras, incluyendo el “inicio” y la “parada” en la codificación de las letras para cada una de las secuencias de los aminoácidos y de los ácidos nucléicos. Este trabajo fue presentado, de manera selectiva, ante la Academia de Parapsicología y Medicina en junio de 1973 por el Dr J.J. Hurtak, y fue publicado en su libro El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc®, traducido a diez idiomas desde entonces, como una matriz para la interrelación entre el lenguaje y la genética en el uso del nombre de YHVH.
En cuanto a los códigos de combinación del ADN que conforman los muy complejos aminoácidos, El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc®, Clave 202, delinea al código del ADN como una serie de matrices. La primera y fundamental matriz cúbica consiste en las permutaciones del Tetragrámaton, las cuatro letras en Hebreo que se traducen como Yahweh (Yod- Heh-Vav-Heh). Esta matriz se denomina ‘Palabra-Espíritu’. La tabla ‘Palabra-Espíritu’ se conforma de las tres letras del Nombre Divino que, en varias combinaciones, crean las 64 celdas. Aunque el Nombre Divino se escribe con cuatro letras, utiliza sólo tres del alfabeto (Y-H-V, con la H repetida), tal como el ADN o el ARN tienen cuatro nucleótidos como “letras” pero solamente se leen tres a la vez para formar el codón que codifica los aminoácidos de nuestro cuerpo. El Nombre Divino no es estático, al igual que las secuencias del ADN, y se puede volver a combinar para diferentes funciones (V-H-Y-H-Y-V-H-H-V, etc).
Se nos dice en Juan 1.1: “En el principio era la PALABRA, y la PALABRA estaba con Dios y la PALABRA era Dios”, y cita un acto creativo con la PALABRA que proviene del Divino Yod-Heh-Vod-Heh como el código Dios dentro de la creación. Después de la primera y fundamental tabla “Palabra-Espíritu”, finalmente, continúa la secuenciación para conformar la tabla matriz de los nucleótidos del ADN que, a su vez, codifican las secuencias de los aminoácidos mientras que las otras caras del cuadrado (cubo) adicionan otras secuencias matemáticas y sonoro vibratorias.
Ha tomado varias décadas de investigación poder comprender la vastedad de los mecanismos codificadores del ADN humano. A principios de 1970 los investigadores que trabajaban con La Academia para la Ciencia Futura confirmaron la existencia de un verdadero “código” en el nivel de nuestra estructura genética que co-evoluciona la vida de acuerdo a un plan evolutivo superior. Esto desafía la inherente indeterminación del mundo físico mismo y muestra niveles superiores de simetría y equilibrio, es decir, un mundo no dominado originalmente por la llamada teoría del caos.
Puesto de manera simple, existe un proceso triple o trinitario que imprime las instrucciones genéticas de la secuencia de aminoácidos gobernados por la interacción de las tres letras del Nombre Divino- YHV- usadas para crear los veinte aminoácidos básicos. Entiendan que el código genético humano, por un lado, es la ‘tabla de instrucciones’ única de funcionamiento del genoma humano con la gran variedad de instrucciones en la evolución del cuerpo humano validada por la investigación y el descubrimiento científico. Den un paso más y entiendan que en las enseñanzas místicas de las escrituras sagradas (el textus receptus en Occidente) el mismísimo manual de instrucción para el cuerpo humano en la forma de las moléculas de ATP es sostenido por la Palabra de Dios como un alfabeto de instrucción biofísica para los ingredientes sustentadores del bio-traje que arropa a cada persona como una biocomputadora.
El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc® da a entender que hay un patrón preexistente del ADN arriba que se refleja abajo en la organización del material dador de vida, estableciendo un homomorfismo. El Código Divino de “letras” opera como un mecanismo disparador de codificación y re-codificación y muestra la dependencia sensible de toda la vida humana en las condiciones iniciales del lenguaje vibratorio que existe en otro plano de realidad parafísica.
En suma, la relación entre el código lingüístico del Nombre Divino y las partes celulares de la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda del ADN de una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana a través de 64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código Divino es el mecanismo codificador comunicado a través de rangos de micro señales, donde el vínculo vibratorio forma la “materia genética” dentro de las células como un patrón de flujo de energía Divina. El cuerpo es visto como un bio-traje de luz (lightware; n. de t. programa de luz) que opera vía un lenguaje de luz bioquímica que da millones de instrucciones por segundo. La identidad de cada individuo se alberga en este laberinto interno de letras químicas que equipa al genoma completo con el mecanismo anímico de la vida. Únicamente podemos salir de la inconciencia y entender las instrucciones codificadoras superiores al seguir el hilo de la vida en las letras de los Nombres; la persona que ha perdido este hilo se pierde en el laberinto del cuerpo y la mente. Una persona así es impotente porque construye su torre hacia el cielo con promiscuidad mental, fijándose sólo en los ladrillos y en las partículas de su cuerpo y no en la fuente del biotransductor. Los secretos que constituyen el “pegamento” que mantiene juntos los ladrillos quedan olvidados y hasta desatendidos por la arrogancia del intelecto.
En la Academia hemos usado Nombres Divinos específicos de Dios que han sido compuestos lingüísticamente para estados superiores de creatividad, particularmente, el nombre principal del Padre Eterno Divino (YHVH y sus permutaciones). Más específicamente, hemos encontrado las reacciones generadoras de energía que se producen al cantar o pronunciar un Nombre Divino como mantra, junto con la energía de la música pueden incrementar el flujo de energía en ciertos individuos y demostrar, por un proceso de retroalimentación, que la salud corporal depende de las enzimas apropiadamente conformadas y concentradas que, a su vez, dependen de un ADN y un ARN sanos en el núcleo de nuestras células. No sólo las resonancias musicales actúan como disparadores de nuestros estados de ánimo, la investigación demuestra que cuando se le aplican diferentes frecuencias al cuerpo no sólo se producen células que combaten infecciones, sino que el sonido o ciertas frecuencias específicas podrían usarse directamente para destruir bacterias invasoras.
Tanto sus vibraciones sonoras como los Nombres Divinos deben ser usados con sabiduría y entendimiento, en cuanto a la profundidad y enfoque de cada Nombre y Letra, para la alabanza del Dios Viviente y Su servicio, ya que, particularmente, existe la tentación de usar el Nombre para obtener poder o poder material. Los Nombres de Dios NO deben ser usados para mejorar el estado financiero u obtener beneficios materiales. Los Nombres de Dios no deben ser usados o invocados por razones vanas, ni deben ser usados para una aplicación puramente individual, ni deben ser usados, exclusivamente, como un medio para sintonizarse al Divino. Los Nombres son sólo un pequeño componente del holismo más grandioso de la Sabiduría que debe incorporar oración, estudio, meditación, enseñanza y sabiduría en un modo de vida santo. Durante muchos siglos de tradición los Nombres Divinos fueron usados cuidadosamente por sacerdotes, rabinos, místicos y estudiosos de las religiones para servir a las necesidades de la condición humana sin recibir reconocimiento personal o recompensa monetaria por hacer el trabajo de Dios para Su gloria.
Cada Nombre Sagrado ilustra un poder o atributo de Dios. Por ejemplo, ABBA (Padre), YAHWEH (El Dios de Israel) y EL EL ELYON (El Dios Más Alto) tienen diferentes nombre/naturalezas y, sin embargo, son el mismo Dios. Creo que las diferencias en el nombre/ naturalezas de Dios son la razón de la existencia de grandes y diferentes religiones tales como el Judaísmo y el Cristianismo. Los diferentes nombres/naturalezas son también la razón de que existan diferentes denominaciones: Hinduismo, Budismo, Catolicismo, Bautistas, Metodistas, Judíos Ortodoxos y Musulmanes. Cada grupo le da forma a su propio sistema de creencias (ethos) basándose en su propio concepto particular de uno o múltiples nombre(s)/ naturaleza de Dios. Pensamos que esta es la razón primordial por la que, como comunidad humana, no nos llevamos muy bien y esperamos que dentro de poco cambiemos para mejorar con el uso más grandioso del poder y la resonancia que está detrás de los múltiples Nombres de Dios. En resumen, lo que está detrás de los Nombres Divinos es una carta de amor de instrucción y habilitación para realizar buenas obras, una carta que está incrustada en la estructura humana célula por célula para poder compartir, en un compañerismo ecuménico, un futuro positivo que nos lleve de nuevo hacia la onda de Luz.

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