Investigación
Original de Nuestro ‘Código-Dios’ Genético
De
acuerdo a las Claves de Enoc®
El Futuro del Entendimiento Popular y Científico de lo Sagrado
El Futuro del Entendimiento Popular y Científico de lo Sagrado
La
conexión entre el ADN y el Nombre Divino de Dios (YHVH o YHWH) se remonta a más
de 30 años atrás en el trabajo de El Libro del Conocimiento: Las Claves
de Enoc® y de investigadores médicos que han trabajado con esta
información. Los Nombres Divinos son, generalmente, reconocidos como los
Nombres bíblicos y extra bíblicos de Dios usados en los escritos de los
pensadores proféticos a lo largo de los siglos que trajeron una senda superior
de servicio a lo que era considerado un mundo profano.
En la
enseñanza bíblica y kabalista la estructura del cuerpo humano surgió de la
pronunciación de la
Palabra Divina. El Libro del Conocimiento: Las
Claves de Enoc® (1973, 1975, 1977) establece una correlación de este
Nombre Divino como la clave que está detrás del código de trascripción de las
letras químicas que desarrollan el cuerpo humano. En 1973, mientras estaba en
la Universidad de California, Hurtak llegó a comprender que existía una
conexión entre las asociaciones lingüísticas y genéticas de las Letras que
conforman el nombre de Dios en el Hebreo Bíblico (YHVH). Elaboró una tabla de
recursos genéticos usando el Código del Nombre Divino en un arreglo triple de
letras, incluyendo el “inicio” y la “parada” en la codificación de las letras
para cada una de las secuencias de los aminoácidos y de los ácidos nucléicos.
Este trabajo fue presentado, de manera selectiva, ante la Academia de
Parapsicología y Medicina en junio de 1973 por el Dr J.J. Hurtak, y fue publicado
en su libro El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc®,
traducido a diez idiomas desde entonces, como una matriz para la
interrelación entre el lenguaje y la genética en el uso del nombre de YHVH.
En cuanto
a los códigos de combinación del ADN que conforman los muy complejos
aminoácidos, El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc®, Clave
202, delinea al código del ADN como una serie de matrices. La primera y
fundamental matriz cúbica consiste en las permutaciones del Tetragrámaton,
las cuatro letras en Hebreo que se traducen como Yahweh (Yod- Heh-Vav-Heh).
Esta matriz se denomina ‘Palabra-Espíritu’. La tabla ‘Palabra-Espíritu’ se
conforma de las tres letras del Nombre Divino que, en varias combinaciones,
crean las 64 celdas. Aunque el Nombre Divino se escribe con cuatro letras,
utiliza sólo tres del alfabeto (Y-H-V, con la H repetida), tal como el ADN o el
ARN tienen cuatro nucleótidos como “letras” pero solamente se leen tres a la
vez para formar el codón que codifica los aminoácidos de nuestro cuerpo. El
Nombre Divino no es estático, al igual que las secuencias del ADN, y se puede
volver a combinar para diferentes funciones (V-H-Y-H-Y-V-H-H-V, etc).
Se nos
dice en Juan 1.1: “En el principio era la PALABRA, y la PALABRA estaba con Dios
y la PALABRA era Dios”, y cita un acto creativo con la PALABRA que proviene del
Divino Yod-Heh-Vod-Heh como el código Dios dentro de la creación. Después de la
primera y fundamental tabla “Palabra-Espíritu”, finalmente, continúa la
secuenciación para conformar la tabla matriz de los nucleótidos del ADN que, a
su vez, codifican las secuencias de los aminoácidos mientras que las otras
caras del cuadrado (cubo) adicionan otras secuencias matemáticas y sonoro
vibratorias.
Ha tomado
varias décadas de investigación poder comprender la vastedad de los mecanismos
codificadores del ADN humano. A principios de 1970 los investigadores que
trabajaban con La Academia para la Ciencia Futura confirmaron la existencia de
un verdadero “código” en el nivel de nuestra estructura genética que
co-evoluciona la vida de acuerdo a un plan evolutivo superior. Esto desafía la
inherente indeterminación del mundo físico mismo y muestra niveles superiores
de simetría y equilibrio, es decir, un mundo no dominado originalmente por la
llamada teoría del caos.
Puesto de
manera simple, existe un proceso triple o trinitario que imprime las
instrucciones genéticas de la secuencia de aminoácidos gobernados por la
interacción de las tres letras del Nombre Divino- YHV- usadas para crear los
veinte aminoácidos básicos. Entiendan que el código genético humano, por un
lado, es la ‘tabla de instrucciones’ única de funcionamiento del genoma humano
con la gran variedad de instrucciones en la evolución del cuerpo humano
validada por la investigación y el descubrimiento científico. Den un paso más y
entiendan que en las enseñanzas místicas de las escrituras sagradas (el textus
receptus en Occidente) el mismísimo manual de instrucción para el cuerpo humano
en la forma de las moléculas de ATP es sostenido por la Palabra de Dios como un
alfabeto de instrucción biofísica para los ingredientes sustentadores del
bio-traje que arropa a cada persona como una biocomputadora.
El Libro
del Conocimiento: Las Claves de Enoc® da a entender que hay un patrón preexistente del ADN arriba que se
refleja abajo en la organización del material dador de vida, estableciendo un
homomorfismo. El Código Divino de “letras” opera como un mecanismo disparador
de codificación y re-codificación y muestra la dependencia sensible de toda la
vida humana en las condiciones iniciales del lenguaje vibratorio que existe en
otro plano de realidad parafísica.
En suma,
la relación entre el código lingüístico del Nombre Divino y las partes
celulares de la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda del
ADN de una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana a
través de 64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código Divino es el
mecanismo codificador comunicado a través de rangos de micro señales, donde el
vínculo vibratorio forma la “materia genética” dentro de las células como un
patrón de flujo de energía Divina. El cuerpo es visto como un bio-traje de luz
(lightware; n. de t. programa de luz) que opera vía un lenguaje de luz
bioquímica que da millones de instrucciones por segundo. La identidad de cada
individuo se alberga en este laberinto interno de letras químicas que equipa al
genoma completo con el mecanismo anímico de la vida. Únicamente podemos salir
de la inconciencia y entender las instrucciones codificadoras superiores al
seguir el hilo de la vida en las letras de los Nombres; la persona que ha
perdido este hilo se pierde en el laberinto del cuerpo y la mente. Una persona
así es impotente porque construye su torre hacia el cielo con promiscuidad
mental, fijándose sólo en los ladrillos y en las partículas de su cuerpo y no
en la fuente del biotransductor. Los secretos que constituyen el “pegamento”
que mantiene juntos los ladrillos quedan olvidados y hasta desatendidos por la
arrogancia del intelecto.
En la
Academia hemos usado Nombres Divinos específicos de Dios que han sido
compuestos lingüísticamente para estados superiores de creatividad,
particularmente, el nombre principal del Padre Eterno Divino (YHVH y sus
permutaciones). Más específicamente, hemos encontrado las reacciones
generadoras de energía que se producen al cantar o pronunciar un Nombre Divino
como mantra, junto con la energía de la música pueden incrementar el flujo de
energía en ciertos individuos y demostrar, por un proceso de retroalimentación,
que la salud corporal depende de las enzimas apropiadamente conformadas y
concentradas que, a su vez, dependen de un ADN y un ARN sanos en el núcleo de
nuestras células. No sólo las resonancias musicales actúan como disparadores de
nuestros estados de ánimo, la investigación demuestra que cuando se le aplican
diferentes frecuencias al cuerpo no sólo se producen células que combaten
infecciones, sino que el sonido o ciertas frecuencias específicas podrían
usarse directamente para destruir bacterias invasoras.
Tanto sus
vibraciones sonoras como los Nombres Divinos deben ser usados con sabiduría y
entendimiento, en cuanto a la profundidad y enfoque de cada Nombre y Letra,
para la alabanza del Dios Viviente y Su servicio, ya que, particularmente,
existe la tentación de usar el Nombre para obtener poder o poder material. Los
Nombres de Dios NO deben ser usados para mejorar el estado financiero u obtener
beneficios materiales. Los Nombres de Dios no deben ser usados o invocados por
razones vanas, ni deben ser usados para una aplicación puramente individual, ni
deben ser usados, exclusivamente, como un medio para sintonizarse al Divino.
Los Nombres son sólo un pequeño componente del holismo más grandioso de la
Sabiduría que debe incorporar oración, estudio, meditación, enseñanza y
sabiduría en un modo de vida santo. Durante muchos siglos de tradición los
Nombres Divinos fueron usados cuidadosamente por sacerdotes, rabinos, místicos
y estudiosos de las religiones para servir a las necesidades de la condición
humana sin recibir reconocimiento personal o recompensa monetaria por hacer el
trabajo de Dios para Su gloria.
Cada
Nombre Sagrado ilustra un poder o atributo de Dios. Por ejemplo, ABBA (Padre),
YAHWEH (El Dios de Israel) y EL EL ELYON (El Dios Más Alto) tienen diferentes
nombre/naturalezas y, sin embargo, son el mismo Dios. Creo que las diferencias
en el nombre/ naturalezas de Dios son la razón de la existencia de grandes y
diferentes religiones tales como el Judaísmo y el Cristianismo. Los diferentes
nombres/naturalezas son también la razón de que existan diferentes
denominaciones: Hinduismo, Budismo, Catolicismo, Bautistas, Metodistas, Judíos
Ortodoxos y Musulmanes. Cada grupo le da forma a su propio sistema de creencias
(ethos) basándose en su propio concepto particular de uno o múltiples
nombre(s)/ naturaleza de Dios. Pensamos que esta es la razón primordial por la
que, como comunidad humana, no nos llevamos muy bien y esperamos que dentro de
poco cambiemos para mejorar con el uso más grandioso del poder y la resonancia
que está detrás de los múltiples Nombres de Dios. En resumen, lo que está
detrás de los Nombres Divinos es una carta de amor de instrucción y
habilitación para realizar buenas obras, una carta que está incrustada en la
estructura humana célula por célula para poder compartir, en un compañerismo
ecuménico, un futuro positivo que nos lleve de nuevo hacia la onda de Luz.
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