Por Karen Berg
“En el principio creó Dios el Cielo y la Tierra”. Estas son las primeras
palabras del libro más famoso del mundo: la Biblia. La Biblia que ha logrado
llegar a todo el planeta con sus traducciones en miles de idiomas y que ha sido
impresa aproximadamente más de seis mil millones de veces. Es, por mucho, el
libro más vendido y más distribuido. Pero ¿de qué se trata e
ste texto antiguo?
Los kabbalistas relatan la historia del estudiante que le pidió a su maestro
que le resumiera toda la Biblia mientras lograba mantenerse parado en un solo
pie. El maestro le dijo al estudiante que la Biblia solo consiste en aprender a
amar al prójimo como a sí mismo y que lo demás es simplemente comentario. ¿De
verdad es posible que un libro de miles de años hable únicamente de amor? ¿El
amor tiene el poder de crear este gran movimiento que ha logrado viajar
alrededor del mundo por tanto tiempo? Yo sé que sí. Sé que el amor tiene el
poder de hacer esto y mucho más. Considero que la Biblia, en esencia, trata
solo de amor. Es el primer testimonio del poder del Creador y del amor que
emana infinitamente de Él. La Torá, los primeros cinco libros de la Biblia, es
el foco del estudio kabbalístico, nos provee un plano y un manual de
instrucciones para la vida. Se dice que el Creador usó la Torá para crear el
mundo. La Torá es el agua y el combustible de nuestro espíritu. Es el lugar en
donde encontramos el principio del amor y todo su esplendor. Es el lugar en
donde somos capaces de conectarnos con la Luz del amor del Creador y, en
consecuencia, nos da la energía necesaria para cumplir nuestro propósito en la
vida. Esta semana nace el amor. El amor nace en el cosmos, nos renueva y nos
reabastece. Este amor del Creador está en la esencia de nuestro ser, el génesis
de toda acción y el posicionamiento de nuestra alma. Nos encontramos en el
principio de nuestra historia y en el principio del amor.
Nuestro plano y mapa cósmico esta semana es, nada más y nada menos, el
principio de la mismísima Biblia, el capítulo llamado Bereshit. Bereshit
significa “en el principio”. Marca el inicio del primer libro de la Torá
conocido como Génesis. Leemos Bereshit al inicio del año, y esta porción marca
el principio del ciclo de nuestras porciones semanales de la Biblia. Sumida en
el misterio y una miríada de interpretaciones, en Bereshit encontramos la
historia de la creación del mundo. Cada día está diseñado y descrito. Día uno:
la creación del día y la noche. Día dos: la creación de los Cielos. Día tres:
la creación de la tierra y los mares. Día cuatro: la creación de las estrellas,
la luna y el sol. Día cinco: la creación de los animales en el aire y en el
mar. Día seis: la creación de seres vivientes en la tierra y del ser humano.
Finalmente, día siete: la creación del tiempo sagrado en el que el Creador
descansó de Su trabajo. En estos párrafos iniciales de la Biblia recibimos la
mayor fuerza y poder de la creación que jamás hayan existido. Es una reserva
infinita de energía que supera incluso al poder del sol. En estas frases
iniciales comenzamos a aprender y a sentir la Luz del Creador y su inmenso
amor. El mundo nació del amor que el Creador tiene por cada uno de nosotros,
Sus preciosos hijos.
La Kabbalah enseña que el mundo fue creado para nuestro disfrute. Fuimos
creados para ser felices. La tierra es un gran regalo del Creador. Antes de la
creación de nuestro mundo, estábamos en unidad con el Creador en una utopía en
la que no había carencia, tristeza, dolor, depresión ni problemas. Recibíamos
energía y bendiciones infinitas. Al igual que un niño pequeño en los brazos de
sus padres, cada necesidad y anhelo que teníamos era satisfecho. Pero como nos
enseña la vida, el niño crecerá y este proceso nos muestra lo que ocurrió hace
miles de años. Cuando comenzamos a madurar con el Creador en nuestro mundo
utópico, nos volvimos inconformes porque, a pesar de que recibíamos todo del
Creador, había algo que no recibíamos: no recibimos la satisfacción de dar y
sustentar por nuestra propia cuenta. Por eso el Creador, motivado por el amor,
nos dio este mundo para que desarrolláramos la chispa de Luz que está en cada
uno de nosotros. Como el dolor que todo padre siente cuando su hijo se va de
casa, el Creador sintió este dolor aún más, pero nos dio el regalo del libre
albedrío; sabía que era la única manera de que alcanzáramos la plenitud que
buscábamos. El amor que deja ir a alguien para que pueda madurar y crecer es el
amor más puro y abnegado de todos, porque el amor verdadero no tiene
intenciones ocultas, ni ataduras o control. Es un amor que libera. Este amor
nace esta semana, es un amor auténtico que se cultiva una vez más en nuestro
corazón.
A menudo podríamos pensar que amamos a alguien cuando en realidad
probablemente solo nos amamos a nosotros mismos. Quizá amamos lo que la persona
hace por nosotros o cómo nos hace sentir. Esto es llamado amor de sombra y
consiste en cómo la relación satisface nuestras necesidades. Pensamos
principalmente en nosotros mismos. Pero si decimos que amamos a alguien, ¿por
qué no siempre notamos cuando está sufriendo o tiene algún dolor? El amor
verdadero es abnegado. Consiste en entender que a veces amar a alguien
significa que debes dejarlo ir. A veces amar a alguien significa que no puedes
darle lo que quiere. A veces amar a alguien es permitir que la otra persona ame
a alguien más. El amor verdadero es tener la posibilidad de ser libre. Esto es
exactamente lo que el Creador, nuestro Padre en el Cielo, hizo por nosotros. Él
nos liberó, creó este mundo y campo de juego para que podamos desarrollarnos y
madurar espiritualmente. La historia de Bereshit, la historia de la Creación,
es la historia de amor. Es nuestra historia. Aquí en la tierra podemos aprender
a abrir más nuestro corazón, dar más, compartir más y, más importante aún, encender
la chispa del Creador en nuestro interior para que sea una llama luminosa.
Esta semana en tus meditaciones, visualízate en un hermoso campo. Un
hermoso campo abierto en el que las posibilidades del futuro son tan amplias
como el cielo. Mientras caminas por la tierra, inhala el aire fresco y
permítele entrar en tus pulmones. Ese es el Aliento de Vida y te sustenta.
Ahora arrodíllate y siembra delicadamente una semilla en el suelo. Esta semilla
representa los deseos más sinceros de tu corazón para el año entrante. La
siembras con la conciencia de que dormirá en los meses invernales, pero en la
primavera crecerá y florecerá. Esta es la semilla del amor. Sembramos esta
semilla cada vez que le sonreímos a un amigo, ayudamos a alguien, dejamos que
la gente viva su vida e incluso cuando dejamos ir a quienes no desean estar con
nosotros. Nos volvemos creadores cada vez que tratamos a los demás como
quisiéramos que nos traten.
Cuando sembramos semillas de amor, activamos los mismísimos poderes de
Creación. El amor siempre será el resultado, dado que cuando comenzamos con
amor, el amor siempre nos esperará al final.
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