Alejandro Lodi
(Octubre 2018)
Quizás las claves más relevantes
de las conductas sociales y del pensamiento político, antes que ideológicas,
resulten psicológicas. Antes que una cuestión intelectual o filosófica, una meditación
de la historia de los humanos en comunidad involucre lo emocional, lo psíquico
y lo espiritual.
La Luna naturaliza formas de
operar en el presente y olvida que fueron conformadas en el pasado. La Luna nos
refugia en las construcciones de la memoria. La Luna nos convence de
que nuestros vicios son naturales, genuinas expresiones de nuestro ser. La Luna
nos asegura que nuestras patologías son herencia y tradición. Y nos pide,
además, mantener fidelidad con ellas, que el futuro replique el pasado.
Para su transformación o para su
adicción, en tiempos de Plutón en tránsito a Luna de Argentina se exponen a la
conciencia colectiva peligrosas costumbres de nuestra comunidad.
La fragilidad de la economía.
Cualquier movimiento financiero en el mundo puede provocar un colapso local. La
moneda segura no es la moneda que usamos. La economía ligada a ocultos
intereses. La fragilidad del orden social. Cualquier secreta acción de
servicios de inteligencia puede generar caos en las calles. Y un oscuro impulso
autodestructivo lo anhela casi como una profecía. La política organizada en
fantasías de apocalipsis. Un submundo -económico, político- sobre el que no
circula información. Una desconocida realidad paralela. Una trama del poder
ignorada y vigente.
Acciones violentas con
motivaciones incomprensibles (quema de escuelas, explosivos en hospitales).
Criminales ajustes de cuenta enmascarados de crisis social. Inauditas
justificaciones. Manipulación de la opinión pública para generar culpas,
obtener beneficios, encubrir delitos. Simulaciones de insuperable cinismo.
Descomposición social alimentando mafias. Pobreza estructural expuesta sin
puentes de inclusión. El venenoso ideal de progreso asociado a la ilegalidad
marginal.
Relatos ideológicos del siglo XX
desbordados por la incomprendida complejidad del siglo XXI. Progresismo
funcional a hábitos reaccionarios. La fascinación pre-democrática. La
excitación del odio. Posverdades que pretenden validar mitos. La opción por el
encanto y la negación de la realidad. La patología de adoradas y anacrónicas
visiones que confirman lo que necesitamos creer que somos: mejores, puros,
maravillosos… El valor de la democracia subordinado a la suerte (y destino) de
líderes y caudillos.
La revelación de una trama
corrupta en la administración pública que involucra a mandatarios, funcionarios
y empresarios, y que deja en evidencia la falsedad (o la perversión) del
discurso ideológico. El negocio narcótico que reúne a traficantes, políticos,
jueces, policías y dirigentes sociales. El Estado cómplice de horrores. La
cultura delictiva impregnada en el lenguaje cotidiano.
Es cierto, Plutón en tránsito a
Luna también lo es al Sol de Argentina. Las peligrosas costumbres de la
comunidad argentina en la relación entre pueblo y gobernantes. Hoy, como entre
1978 y 1980 (y antes entre 1928 y 1931).
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