Al parecer,
la costumbre de colocarse anillos en los dedos comenzó Oriente y, pasando por
Egipto y Grecia, llegó hasta Roma donde -en épocas de la República- su uso se
popularizó entre las clases altas y bajas, que utilizaban anillos de oro y de
hierro respectivamente.
Por su forma circular, sin
principio ni final, el anillo siempre ha representado lo eterno, una alianza
entre dos o más personas que las vincula a un proyecto común.
Anillos
nupciales
En una pareja que contrae
matrimonio, la alianza es la representación visible de un enlace invisible que
une a dos almas encarnadas. También es un símbolo exterior que advierte a las
demás personas que existe una ligazón o “encadenamiento” (en el mejor sentido
de este término) con otro ser al que se ha jurado fidelidad absoluta. Por lo
tanto, el anillo puede ser considerado el eslabón de una cadena simétrica de
dos. Sobre esto, Rafael Urbanocomenta que “donde quiera que vaya
un hombre o una mujer con un anillo se podra decir: ve ahí un desposado con
algo desconocido, pero cierto” (1).
Como una imitación a escala microcósmica de un
evento macrocósmico (la unión del Eterno Femenino -Yin- y el Eterno Masculino
-Yang), el matrimonio consiste en un punto de encuentro de dos energías
diferentes y complementarias que deben ser contenidas de modo simbólico
(“atadas”) a través de un nudo de gran resistencia. Este nudo (la alianza)
tiene por cometido “atar” todos los niveles existenciales de esas dos almas
derribando todo tipo de barreras a fin de propiciar una especie de comunión
“interdimensional”.
De acuerdo con Mircea
Eliade, “los griegos llamaban al casamiento telos, consagración, y el
ritual nupcial se parecía al de los misterios” (2), por lo tanto toda
la simbología relacionada al matrimonio tiene un contenido profundo, en
especial el anillo nupcial (annulus sponsalicius) que en épocas romanas “tenía
ciertas hendiduras y prominencias que recordaban el aspecto de una llave” (3)
lo cual puede interpretarse de dos formas, una exotérica (la entrega simbólica
de las llaves de la casa) y otra esotérica (la llave de “otras puertas”).
En ocasiones, los romanos
engarzaban una piedra de magnetita al anillo para evidenciar la mutua atracción
de los esposos, que aún separados por la guerra e incluso por la muerte seguían
formando parte de una misma cosa, de un vínculo suprasensible que puede vencer
las barreras del tiempo y del espacio.
Vena amoris
Los antiguos creían que la vena
del cuarto dedo de la mano izquierda estaba conectada con el corazón. A esta
vena se le llamó “vena amoris” y esta idea perduró en el tiempo hasta nuestros
días, donde el dedo anular sigue siendo el elegido para portar el anillo de
bodas.
Los cristianos de los primeros
tiempos no solamente adoptaron la tradición romana sino que la ritualizaron de
acuerdo a sus propias creencias. De acuerdo con las crónicas, el novio tenía
que recitar, al mismo tiempo que tocaba los dedos de su amada: “En el nombre
del Padre (pulgar), el Hijo (índice) y del Espíritu Santo (mayor), Amén
(anular)”, y finalmente colocaba el anillo en el dedo correspondiente (4).
Aunque la inmensa mayoría de
anillos se usa en los dedos, históricamente han existido algunas excepciones a
esta regla, como puede leerse en un manuscrito de la biblioteca de Troyes. En
éste se puede comprobar que -a veces- la novia llevaba el anillo en su cuello,
sujetado por una cadenita. Según cuenta Nicolay: “En tiempos pasados,
cuando un hombre quería tomar por esposa a una mujer, hacía esculpir su rostro
en oro o plata con el mayor parecido posible y luego daba esta sortija a
aquélla con una cadenita para que se la colgara al cuello, y luego le decía:
«¡Tomad, amada mía, esto os doy! Siempre que la veáis, acordaos de mí; colgadla
a vuestro cuello y no consintáis que nadie sino yo os toque.» La doncella
tomaba la sortija que su amado le daba y se la colgaba al cuello; y si después
alguno la quería en matrimonio, le contestaba: «Estoy ya prometida, bien lo
veis,» y le enseñaba aquel anillo. Y si quería hacer locuras o extraviarse,
incontinenti sus padres y amigos le decían: «Amada mía, mira lo que cuelga de
tu cuello,» etc.” (5).
Círculo mágico
Salomón y los demonios
El anillo posee dos caras: una
parte exterior que actúa como escudo de protección y otra parte interior que
brinda contención y cohesión. Dicho de otro modo, los anillos marcan un límite
circular que determina un espacio cerrado.
Por otro lado, el agujero central
representa el espacio por el que debe pasar la energía celeste y -según
Chevalier- es “el que hace girar la rueda [y] contribuye a realizar la
vacuidad en el centro del ser, en donde debe descender el influjo celestial” (6).
Tradicionalmente, muchos anillos
tenían inscripciones grabadas, de carácter sagrado y como forma de protección.
Por lo tanto, el anillo como objeto puede ser considerado también un
“talismán”, que no es otra cosa que “cualquier objeto, sagrado o
profano (…) consagrado mediante un adecuado ritual mágico o meditación [que]
ejerce en quien lo lleva un efecto auto-sugestivo”, teniendo en cuenta
que “la sugestión evoca únicamente factores psico-espirituales innatos” (7).
La forma circular se asocia, en
primer lugar, al sol, proveedor de luz, vida y calor (amor) y en segundo
lugar a la eternidad, la serpiente que se muerde la cola (ouroboros).
Siendo así, algunos pueblos quitaban todos los anillos a los cadáveres porque
-según argumentaban- “el espíritu puede ser detenido y no podría
descansar” (8). Sobre esto, comenta Frazer en “La rama dorada”: “Aquí
es evidente que (…) se cree que el anillo ejerce una acción constrictiva que
detiene y aprisiona en el tabernáculo de barro al espíritu inmortal, a pesar de
sus esfuerzos para escapar; concretamente, el anillo, como el nudo, obra a modo
de traba espiritual” (9) y “por otro lado, la misma
comprensión circular que impide el egreso del alma, puede impedir el ingreso de
los espíritus malignos; por esto sabemos de anillos usados como amuletos contra
los demonios, brujas fantasmas. En el Tirol se dice que una parturienta no se
quitará su anillo de bodas para que los espíritus y brujas no se apoderen de
ella” (10).
De acuerdo a los relatos
tradicionales, el rey Salomón era el poseedor de un anillo que le otorgaba una
gran sabiduría y un inmenso poder con el que podía controlar y hasta esclavizar
a los demonios.
Esta idea puede observarse en
otros pasajes del Antiguo Testamento, por ejemplo cuando Faraón acepta a José
como consejero: “Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber
todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por
tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que
tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de
Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de
José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro
en su cuello” (Génesis 41:39-43)
En los relatos mitológicos
aparecen recurrentes referencias a anillos poderosos, como Draupnir, la argolla
mágica del dios Odín, o el conocido “anillo de los nibelungos”
inmortalizado por Richard Wagner en su magnífica ópera homónima y también el
anillo único de la Tierra Media, protagonista de los libros de J.R.R.
Tolkien, donde puede se habla de un anillo de poder que controla a los demás
anillos poderosos:
“Un anillo para gobernarlos a
todos. Un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos y atarlos
en las tinieblas” (11).
En el catolicismo, el sumo
pontífice es el portador del “anillo del pescador” que puede ser rastreado
hasta el siglo XII, cuando el papa Clemente habló del mismo en una de sus
cartas. Este anillo de oro es el sello pontificial y tras la muerte del papa es
destruido y vuelto a fundir. Con el papa Francisco esta tradición se
ha roto, ya que Benedicto XVI no falleció, por lo cual el actual
pontífice mandó hacer un anillo nuevo de plata, un acto simbólico muy evidente
y que supone una ruptura con una tradición antigua. Como este tema es
interesante por sí mismo le dedicaré un próximo artículo.
Fraternidades y
cadenas
Anillo encontrado en las catacumbas
Los cristianos
primitivos heredaron muchas de las costumbres romanas y acostumbraban
llevar anillos con símbolos propios de su fe: palomas, anclas o peces, con las
iniciales JHS (“Jesus Hominum Salvator”) o bien con el monograma crístico.
Esta práctica fue continuada por
diversas congregaciones cristianas en varios momentos de la historia.
Los Hermanos Moravos (Unitas Fratrum, siglo XV), por ejemplo,
llevaban un anillo con la inscripción “Heiwer undser-lebt inhaselber” (“Ninguno
de nosotros vive por si mismo”) y en la Irlanda de los siglos XVII y XVIII se
utilizaron anillos que ocultaban un decenario secreto (rosario de diez
cuentas), en una época conflictiva donde regían severas leyes contra los
católicos.
Del mismo modo que dos anillos
constituyen una cadena de amor entre dos personas, tres o más anillos conforman
una cadena más larga y poderosa, la cual es bien conocido en las órdenes
iniciáticas donde los anillos no sólo son una forma de reconocimiento entre
Hermanos sino que representan la unión fraternal.
En la Orden Masónica es
bastante habitual la utilización de anillos y joyas, siempre como una forma de
identificación sino también como recuerdo de los juramentos asumidos.
En la estatua bizarra
de Donald Trump desnudo titulada “The Emperor Has No Balls”, el
artista Joshua Monore colocó un anillo masónico en su mano derecha como único
atuendo dando a entender que el actual presidente de los EE.UU. está
relacionado con la Masonería. Esta vinculación, que es totalmente falsa, fue
asumida por el propio escultor de la obra que dijo lo siguiente en una
entrevista: “La razón por la que elegí poner un anillo masónico en el
escultura fue para simbolizar el hecho que Donald Trump, que yo sé que no es
masón, está definitivamente involucrado en tratos secretos” (12). Más
allá de la mala intención del artista, existe un acto simbólico evidente donde
-a través de un simple anillo- se busca establecer un vínculo entre el
personaje representado de forma burlona y la Masonería que es percibida entre
las masas profanas como un poder en las sombras.
En los cementerios anglosajones
podemos encontrar algunas lápidas donde puede apreciarse un triple anillo
enlazado, que simboliza la amistad (friendship), la luz (light) y la verdad
(truth), un lema perteneciente a la fraternidad de los “Odd Fellows”. Esta
costumbre posiblemente tenga un origen rosicruciano donde también existió un
triple anillo con las letras L-V-X, que significan “Luz, Vida y Amor”.
En el nacionalsocialismo
alemán, a los miembros distinguidos de las SS se les entregaba un
anillo de honor (SS-Ehrenring) también conocido como “anillo de la
calavera” (Totenkopfring) que -según los testimonios hitlerianos- era un
signo de fidelidad al Führer, de la obediencia a los superiores y de unión. La
calavera recordaba que los SS debían estar dispuestos a sacrificar su vida por
Alemania, y ésta aparecía acompañada por los símbolos más usuales del nazismo:
las hojas de roble, una esvástica y las runas hagal, sol y la doble sieg.
Cuando el miembro de las SS
moría, el anillo debía regresar al castillo de Wewelsburg, donde era recibido
por el Reichsführer Heinrich Himmler.
Próximos artículos de la
serie: El anillo del Rey Salomón – El anillo del pescador
Imágenes
Tumba con el triple anillo
Detalle del anillo de Helena Blavatsky
Detalles simbólicos del anillo de las SS
Francisco recibe su anillo
Notas del texto
(1) Urbano, Rafael: “El regalo de
los dioses”, en “Sophia”, febrero 1907.
(2) Eliade, Mircea: “Lo sagrado y lo profano”
(3) Nicolay, Fernando: “Historia de las creencias”, tomo III
(4) Foote Bingham, Joel: “Christian Marriage: The Ceremony, History and Significance”
(5) Nicolay: op. cit.
(6) Chavalier, Jean: “Diccionario de símbolos”
(7) Regardie, Israel: “Cómo construir y utilizar talismanes”
(8) Frazer, James: “La rama dorada”
(9) Frazer: op. cit.
(10) Frazer: op. cit.
(11) Tolkien, J.R.R.: “El señor de los anillos”
(12) Véase: http://freemasoninformation.com/2016/08/why-a-masonic-ring-on-the-donald-trump-statue/
(2) Eliade, Mircea: “Lo sagrado y lo profano”
(3) Nicolay, Fernando: “Historia de las creencias”, tomo III
(4) Foote Bingham, Joel: “Christian Marriage: The Ceremony, History and Significance”
(5) Nicolay: op. cit.
(6) Chavalier, Jean: “Diccionario de símbolos”
(7) Regardie, Israel: “Cómo construir y utilizar talismanes”
(8) Frazer, James: “La rama dorada”
(9) Frazer: op. cit.
(10) Frazer: op. cit.
(11) Tolkien, J.R.R.: “El señor de los anillos”
(12) Véase: http://freemasoninformation.com/2016/08/why-a-masonic-ring-on-the-donald-trump-statue/
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