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24 de septiembre de 2017

Post Tenebras Lux

By PHILEAS 

La Tradición Iniciática nos habla de un tiempo que no es lineal sino cíclico donde se suceden cuatro períodos, edades del mundo o “yugas”, vinculados al alejamiento progresivo del ser humano de la Fuente Primordial. Según el investigador Mircea Eliade: “A las disminuciones progresivas de la duración de cada nuevo yuga corresponde en el plano humano una disminución de la duración de la vida, acompañada de un relajamiento de las costumbres y de una declinación de la inteligencia. Esta decadencia continúa en todos los planos –biológicos, intelectuales, éticos, sociales, etcétera”. (1)
Este alejamiento paulatino está vinculado al Dharma, es decir al olvido o abandono del Propósito, tanto a nivel individual como colectivo. En otras palabras, al mismo tiempo que el ser humano ha olvidado su propósito existencial, la sociedad toda –es decir, como un conjunto de individuos– también ha perdido su rumbo, debido a la carencia de un propósito integrador, lo cual puede vislumbrarse en las diferentes disciplinas humanas, desde la Educación al Arte, pasando por la Economía, la Política, la Ciencia, etc.
En Occidente, fue Hesíodo quien describió con mayor claridad las cuatro edades en su obra “Los trabajos y los días”, vinculándolas con cuatro metales simbólicos: oro, plata, bronce y hierro, al mismo tiempo que en la India la fuente principal para encontrar referencias diáfanas sobre las edades son los Puranas, donde sus nombres aparecen relacionados con los dados indos: Krita (Satya), Treta, Dvapara y Kali.
En la cosmovisión de los indos, Brahma es considerado como el creador supremo y todo el universo acompaña el ritmo de su respiración, es decir que cuando exhala, el universo se manifiesta (Día de Brahma o Manvantara) y cuando inhala, éste se contrae (Noche de Brahma o Pralaya). Cada día de Brahma se divide, a su vez, en mil “Mahayugas” y cada uno de estos en cuatro “yugas” o edades de una humanidad, a saber:


La vaca sagrada representa para los indos esta progresiva pérdida de estabilidad. Siendo así, en la Edad de Oro la vaca sagrada camina con cuatro patas, en la Edad de Plata con tres en la Bronce con dos y en la de Hierro apenas puede mantenerse en pie apoyada en una sola pata. En el Linga Purana puede leerse: “La duración relativa de las cuatro edades es respectivamente de 4, 3, 2, 1”. Para todas las concepciones tradicionales el número cuatro se vincula con la estabilidad y la integridad (los puntos cardinales, los elementos, las fases de la luna, los vientos, las estaciones, etc.)
En palabras de Chevalier: “Su relación con la cruz hace (del número cuatro) un simbolo incomparable de plenitud, de universalidad; un símbolo totalizador”. (2)
Esta proporción 4+3+2+1=10 es fundamental para entender la duración simbólica de las cuatro edades, y las patas de la vaca sagrada se relacionan con la duración proporcional de cada una de las edades: cuatro tiempos la Edad de Oro, tres la de Bronce, dos la de Plata y una la de Hierro. Las cifras “exotéricas” de duración de cada una de las edades son las siguientes:
Krita Yuga (Edad de Oro) – 1.728.000 años
Treta Yuga (Edad de Plata) – 1.296.000 años
Dvápara Yuga (Edad de Bronce) – 864.000 años
Kali Yuga (Edad de Hierro) – 432.000 años
Si prestamos atención, veremos que estas cifras enormes son meramente simbólicas y aplicando a cada una de ellas la “reducción teosófica”, obtendremos:
Oro – 1.728.000 años, o sea 1+7+2+8+0+0+0=18, reducido 1+8=9
Plata – 1.296.000 años, o sea 1+2+9+6+0+0+0=18, reducido 1+8=9
Bronce – 864.000 años, o sea 8+6+4+0+0+0=18, reducido 1+8=9
Hierro – 432.000 años, o sea 4+3+2+0+0+0=9
Es decir, que –tras esas cifras gigantescas– se esconde el número 9, una cifra vinculada a los ciclos y que tradicionalmente se considera un número “completo”, pues es el producto de la multiplicación de 3×3, es decir que “cierra un ciclo”. Esto también era comprendido por los mayas que llamaban “bolon” al número 9, teniendo el sentido de “cosa completa o ciclo” y por los pitagóricos que establecían una correspondencia entre la circunferencia (360º, es decir 3+6+0=9) y el número nueve. Además, “es sabido que el número nueve es tenido por irreductible, ya que todos sus múltiplos y submúltiplos retornan siempre a él (9 x 5 = 45 = 4 + 5 = 9; 9 x 8 = 72 = 7 + 2 = 9, etc.), y por ese motivo era apreciado como perfecto y cíclico”. (3)
Desde una perspectiva simbólica, el 9 y el 10 están íntimamente ligados, pues mientras el 9 es un número relacionado a los ciclos y que “cierra un ciclo”, el 10 es 1+0=1, es decir un “regreso a la unidad” (4), y así puede entenderse tanto la Tetraktys pitágorica, los sephirots del cabalístico árbol de la vida y la proporción de las edades: 4-3-2-1.
Esta proporción llevó al escritor francés René Guénon a concluir que: “Si la duración del Manvantara es 4.320, las de los cuatro yugas serán respectivamente 1.728, 1.296, 864 y 432; pero ¿por qué número habrá que multiplicarlas para obtener en años la expresión de estas duraciones?
Es fácil observar que todos los números cíclicos están en relación directa con la división geométrica del circulo: así, 4.320 = 360 x 12; no hay por otra parte nada arbitrario o puramente convencional en esta división, pues, por razones que proceden de la correspondencia que existe entre la aritmética y la geometría, es normal que ella se efectúe según múltiplos de 3, 9, 12, mientras que la división decimal es la que conviene propiamente a la línea recta.
No obstante, esta observación, aunque verdaderamente fundamental, no permitiría llegar muy lejos en la determinación de los períodos cíclicos, si no se supiera además que la base principal de éstos, en el orden cósmico, es el período astronómico de la precesión de los equinoccios, cuya duración es de 25.920 años, de manera que el desplazamiento de los puntos equinocciales es de un grado en 72 años.
Este número 72 es precisamente un submúltiplo de 4.320=72 x 60, y 4.320 es a su vez un submúltiplo de 25.920 = 4.320 x 6; el hecho de que para la precesión de los equinoccios nos volvamos a encontrar los números relacionados con la división del círculo es por lo demás otra prueba del carácter verdaderamente natural de esta última”. (5)


Según estos cálculos de Guénon (que han sido reafirmados por otros autores vinculados al esoterismo oriental) las duraciones de los yugas serían las siguientes:
La perspectiva exotérica nos dice que ha transcurrido apenas un 2% desde el comienzo del Kali-yuga, mientras que la perspectiva esotérica tradicional nos dice –por el contrario– que esta edad de oscuridad está llegando a su fin. ¡Vaya diferencia! En otras palabras, si prestamos atención a la letra muerta que nos muestra el exoterismo indo, la edad de hierro habría comenzado en el 3.102 a.C. y entonces faltarían 426.884 años para que llegue la edad de oro.
Una civilización tóxica
De acuerdo a las concepciones tradicionales que venimos analizando, ahora mismo estamos inmersos en la Edad de Hierro, considerada la más corta de las cuatro edades y donde el vicio es la regla y la virtud la excepción. En esta época el hombre ha olvidado todo lazo con la Fuente Primordial y vive “hacia afuera”, en función de lo tangible y material, y desdeñando lo metafísico y espiritual.
La nuestra es una civilización suicida, altamente tóxica a todo nivel, que –al divorciarse de la Madre Naturaleza– ha provocado la ruina del medio ambiente. Jordi Pigem en su brillante obra “Buena Crisis: Hacia un Mundo Postmaterialista” analiza la ruptura de este vínculo con la Naturaleza y señala: “En la experiencia occidental de la Naturaleza (…) podemos distinguir, a grandes rasgos, tres etapas. La Naturaleza, vista como originariamente como un templo numinoso, pasó a convertirse en mero escenario de la actividad humana, para luego quedar reducida a objeto a medida que el ser humano emergía como sujeto autónomo y poderoso. En este recorrido hemos aprendido mucho, pero también hemos perdido algo que ahora urge recuperar”. (6)
Al final de ese largo recorrido involutivo que relata Pigem, Gaia –la Madre Tierra– ha sido “cosificada” y confinada a ser una mera fuente de mercancías, obedeciendo los mandatos insanos del llamado “progresismo” surgido en los siglos XVIII y XIX, que aisló definitivamente al ser humano de la Naturaleza y provocó una agudísima crisis ecológica que está emparentada no solamente con la polución sino también con la superpoblación y el consumismo.
Esta desviación provocada por la idea de un “progreso constante” no es otra cosa que “Adharma”, es decir una pérdida del propósito, donde el equilibrio natural ha sido destruido y donde la relación saludable entre el ser humano y los ciclos naturales se ha perturbado.
Esta época fue descrita por Guénon como el “reino de la cantidad” en detrimento de la calidad, donde existe un exceso de información y una escasez de sabiduría. En este reino de la cuantificación el “Tener” ha desplazado al “Ser” y domina la masa, la estadística, la acumulación –tanto de dinero y propiedades– como de información.

Kalki Avatara

Este reino de la cantidad es presidido según las fuentes indas por el demonio Kali (¡que no debe confundirse con la diosa Kali!), que es quien intenta detener el inexorable avance de la Luz y la llegada triunfal del último avatara de Vishnú, llamado Kalki. (7)
Los Puranas describen con exactitud los sucesos del Kali-yuga, es decir las características fundamentales de nuestro mundo contemporáneo:
“En el Kali-Yuga, los hombres vivirán atormentados por la envidia, irritados, sectarios, indiferentes a las consecuencias de sus actos. Estarán amenazados por la enfermedad, el hambre, el miedo y terribles calamidades. Sus deseos estarán mal orientados, su saber será utilizado con fines malvados. Serán deshonestos. Muchos perecerán con crueldad.
La nobleza declinará, y los esclavos pretenderán gobernar y compartir con los sabios, el conocimiento, las comidas, los sitiales, y los lechos. Los gobernantes serán, en su mayoría, de bajísima cuna. Serán tiránicos dictadores. Se matará a los fetos y a los héroes. Los artesanos querrán desempeñar el papel de los sabios, los sabios el de los artesanos.
Los ladrones se convertirán en reyes, y los reyes en ladrones. Raras serán las mujeres hermosas. Se extenderá la promiscuidad. La armonía social desaparecerá por todas partes. La tierra no producirá casi nada en algunos lugares y producirá mucho en otros. Los gobernantes se apoderarán de los bienes, y dejarán de proteger al pueblo.
Mercaderes de baja cuna serán honrados como si fueran sacerdotes, y entregarán a gente que no es digna de ello, los peligrosos secretos de las ciencias tradicionales. Los maestros se envilecerán vendiendo su saber. Los pocos maestros puros se refugiarán en una anónima vida errante.
Los hombres de negocio se involucrarán en el pequeño comercio y ganarán su dinero engañando. Incluso cuando no haya emergencia alguna, la gente considerará bastante aceptable, cualquier ocupación degradada.
Nadie dejará de emplear un lenguaje grosero, nadie cumplirá con su palabra, todos serán envidiosos. (…) Gente sin principios predicará a los demás la virtud. Reinará la censura, y en las ciudades se formarán asociaciones de criminales que gobernarán. Los hombres se matarán entre sí, y matarán también a los niños, a las mujeres, y a las vacas. Los sabios serán condenados a muerte.
La violencia, las mentiras y la inmoralidad estarán a la orden del día. La piedad y la naturaleza del bien se desvanecerán lentamente. La pasión y la lujuria serán la única atracción entre los sexos. Las mujeres serán objetos de placer sexual. La mentira será la línea límite de subsistencia. La gente culta será ridiculizada y puesta en vergüenza; en el mundo la ley del más rico sera la única ley”.
En el libro hermético “Asclepios”, Hermes Trimegistollega a las mismas conclusiones diciendo: “El cosmos, ya no será algo digno de admiración ni de reverencia para unos hombres hastiados de todo. (…) Los hombres preferirán las tinieblas a la luz y juzgarán más útil la muerte que la vida. Nadie alzará sus ojos al cielo. Al hombre piadoso se le considerará demente, al impío sabio, el loco furioso será tenido por valiente y el más malvado por hombre de bien. El alma y su doctrina de que es inmortal por naturaleza o que se tiene por cierto que ha de alcanzar la inmortalidad, según yo os he enseñado, no sólo dará risa sino que será considerado una fantasía de la soberbia. Quien se consagre a la religión de la mente, creedme, será reo de pena capital. Se instituirán unos nuevos derechos y una nueva ley. Ya no volverá a oirse, ni albergará la mente humana, nada santo, nada piadoso, ni nada digno del cielo y de los seres celestes. Tras separarse, dolorosamente, los dioses de los hombres, sólo quedarán sobre la tierra los ángeles malvados, esos que, unidos a los hombres, los empujan con violencia, infelices de ellos, a todo tipo de osadía malvada, a la guerra, al robo, al engaño y a todo lo que es contrario a la naturaleza del alma”. (8)
El exagerado individualismo contemporáneo, donde cada persona se considera una entidad aislada de las demás y que debe buscar su propio beneficio, en desmedro del bien común, nos ha convertido en una sociedad de “perfectos idiotas”, teniendo en cuenta que esta palabra (“idiota”), en su etimología griega nos habla de “aquella persona que se ocupa de sus propios asuntos, desentendiéndose de los asuntos comunitarios”.
Mientras no tomemos conciencia de que lo que es bueno para la colmena es bueno para la abeja no dejaremos de ser una sociedad de perfectos idiotas.
Sin embargo –tal como veremos en un próximo artículo que publicaré dentro de dos semanas– no debemos desesperanzarnos sino tomar conciencia de que después de las tinieblas inexorablemente llega la luz: Post Tenebras Lux.




Notas bibliográficas
(1) Eliade, Mircea: “El mito del eterno retorno”
(2) Chevalier, Jean: “Diccionario de símbolos”
(3) González, Federico: “El simbolismo precolombino”
(4) La relación entre el 9 y el 10 también puede encontrarse en el simbolismo de la rueda, ya que el punto central se vincula con la unidad mientras que a la circunsferencia (3+6+0) se le asigna simbólicamente el número 9.
(5) Guénon, René: “Algunas observaciones sobre la doctrina de los ciclos cósmicos”
(6) Pigem, Jordi: “Buena Crisis: Hacia un Mundo Postmaterialista”
(7) Véase: Kalki Purana
(8) Corpus Hermeticum: “Asclepios”



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