Por Karen Berg
Atascarnos
en temerle al futuro o arrepentirnos del pasado forma parte de la naturaleza
humana, pero nunca olvides que tu verdadero poder está en el presente.
Esto
es particularmente útil recordarlo cada vez que nos acercamos a una gran
abertura cósmica como Rosh Hashaná,
el día en el que se expone nuestra vida ante nuestro Creador. En nuestra
preparación espiritual para tal evento, podríamos terminar enfocando nuestra
vista “más allá del mar”, por decirlo de algún modo.
Claro,
todos tenemos aspectos de nuestra existencia con los que preferiríamos no
lidiar y podríamos tener obligaciones por cumplir que quizá nos gustaría
evitar, pero, aun así, hay mucha belleza y maravillas a nuestro alrededor y,
con mucha frecuencia, ignoramos todo eso. ¿Cuán a menudo nos despertamos en la
mañana y reconocemos las bendiciones que están aquí y ahora? ¿Acaso no
es fabuloso poder ver el amanecer? ¿No es maravilloso tener cosas por vivir en
un día que me hagan feliz sin importar lo pequeñas y simples que sean?
En la
porción de Nitsavim está escrito: “...no es muy difícil para
ti, ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, ni está más allá del mar.
Sino que está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”.
Por
eso, aunque anticipemos el evento de Rosh Hashaná y todas las oportunidades
espirituales del mes de Tishrei (Libra), cosa que ciertamente
es algo positivo y proactivo que podemos hacer, mi consejo es que al mismo
tiempo nunca pierdas conciencia de las oportunidades que están ante ti en este
momento… ¿Acaso no es eso todo lo que tenemos de todas formas? Eso me recuerda
una magnífica frase del Baal Shem Tov:
“El
mundo es nuevo para nosotros cada mañana. Ese es el regalo de Dios. Cada
persona debe sentir que renace diariamente”.
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