Por Karen Berg
Estoy segura de que todos han visto y usado los emojis de
los monitos que se cubren los ojos, los oídos y la boca. Pero ¿alguna vez te
has preguntado de dónde vienen y qué significan? El origen de estos tres
personajes es un poco oscuro. Son de origen japonés, están dibujados en los
muros de un templo sintoísta, pero tienen posibles raíces budistas o
hinduistas. Aunque en la cultura occidental usualmente tienen una connotación
negativa ya que describen a alguien que se hace el ciego ante la maldad, su
significado original es que es sabio “no ver el mal, no escuchar el mal y no
decir el mal” (Por cierto, a veces hay un cuarto mono con los brazos cruzados
que quiere decir: “no hacer el mal”).
¿Te has dado cuenta de que cuando alguien no te cae bien por alguna
razón parece que todo lo que hace, aunque sea totalmente benigno, está mal?
Probablemente todos hemos pasado por algo así. La razón es que en realidad no
percibimos la realidad como es. Nuestros ojos ven o nuestros oídos escuchan
algo, pero todo es filtrado por nuestra mente. En el caso de alguien que no te
cae bien, lo ves con un lente interno que hace que todo lo que este individuo
haga sea desagradable.
Ninguno de nosotros es verdaderamente objetivo. De un modo u otro,
nuestra percepción ha sido adulterada. Nuestra manera de ver el mundo es
formada por una cantidad de cosas: el entorno en el que crecemos, la sociedad,
la religión, la cultura, nuestro sistema de creencias, etc. Sin embargo, está
escrito en la Biblia que cuando dejamos este mundo, no sólo seremos juzgados
por nuestras acciones, sino también por nuestros sentidos, por la manera en la
que percibimos la realidad. Entonces, ¿qué debemos hacer?
Ser consciente espiritualmente es vivir con discernimiento de lo que
permitimos entrar y salir de nuestros ojos, oídos y boca. Fuimos
bendecidos con el poder de elegir ver lo que está bien en los demás en lugar de
ver lo que está mal en ellos. Podemos ser conscientes de la oportunidad para
decir una palabra amable sobre alguien y para evitar oír chismes. Aunque haya
una persona con la que no te entiendas para nada, puedes encontrar al menos un
aspecto positivo y concentrarte en él, teniendo en cuenta que creamos una bendición
para nosotros por medio de ese esfuerzo.
Ser consciente de tus puertas no significa que te pongas en el camino de
personas perjudiciales o que renuncies a tu sentido común y buen juicio. Más
bien significa que consideres lo que dirás antes de decirlo o que retrocedas y
pienses en otro punto de vista antes de reaccionar.
Es muy fácil y rápido acercarnos a alguien, juzgar a esa persona e
instantáneamente compararnos con ella o encontrar defectos (aunque esto tiene
más que ver con nuestra propia inseguridad que con cualquier otra cosa). Ver
con lo que llamamos en hebreo “ayin tov” (buen ojo) significa percibir
las cosas con benevolencia, recordar que hay una chispa divina en cada uno de
los hijos de Dios. Parece un esfuerzo pequeño, irrelevante quizás, pero cuando
vemos la Luz en los demás, nuestra propia Luz brilla con más intensidad en el
mundo.
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