Se creía que la sangre del útero que nutría al bebé
que estaba por nacer poseía “maná”, poder mágico.
Y las mujeres eran consideradas un nexo de conexión
con el misterio sagrado de la vida y la muerte.
En la tradición norteamericana (sioux, lakotas,
sénecas) se llamaba “período de la luna” a la menstruación ya dando cuenta de
la relación entre los ciclos de la luna y los ciclos hormonales femeninos.
Así como la luna afecta las mareas y el comportamiento
de los líquidos, afecta los fluidos del cuerpo.
Una mujer cuando menstruaba se la consideraba en su
momento más poderoso física y espiritualmente.
“El reposo durante la menstruación era considerado
imprescindible para que la persona pueda estar concentrada en los planos
espirituales adquiriendo sabiduría”.
Ese reposo tiene lugar en una tipi especial llamada
“la tienda de la Luna”.
Allí todas las mujeres que están menstruando hacen su
retiro y se dedican a hacer artesanías, cantar, rezar, meditar o simplemente
descansar en busca de su visión.
Para ellos durante la menstruación ocurre el despertar
de la mujer.
Lara Owen dice al respecto que según esta tradición “
la mujer menstruando está en el auge de sus poderes y no debe desperdiciarlos
en tareas mundanas, al contrario, todas sus energías deben ser dirigidas para
la meditación concentrada”.
Para los Incas, los mayas y los aztecas
“La sangre de luna (menstrual) de la mujer se halla
entre las substancias más nutrientes y bio-energetizantes de la Tierra.
Puesta sobre una planta, ésta se nutre en profundidad.
Nuestras costumbres nativas proponían, durante
nuestras ceremonias de siembra y nutrición de las cosechas, que las mujeres en
su tiempo lunar se movieran entre las plantas y derramaran su sangre.
Nuestras mujeres siempre dieron su sangre
honrosamente.
Se prsentaban sobre el suelo y la donaban directamente
o la derramaban sobre musgos que luego depositaban sobre la tierra, para
nutrirle y renovarla.
Se acompañaban con esta canción:
"Entrego esta sangre de vida a Todas Mis
Relaciones y abro mi matriz a la Luz.
Entrego esta sangre de vida a Todas Mis Relaciones y
abro mi matriz a la Luz.
Entrego, entrego, entrego, entrego; abro mi matriz a
la Luz."
Para los indios kogis, una sociedad precolombina que
sobrevive en algún lugar secreto de la Sierra colombiana, y mantiene casi
incambiadas sus costumbres ancestrales el mundo fue creado por la Gran Madre
mientras menstruaba: “su sangre es oro y ella permanece en la tierra, es
fertilidad”.
Muchas otras tradiciones toman este ritual de sangrar
durante la menstruación en la tierra como símbolo de reconexión con la Madre, y
donación de algo bueno y nutritivo.
En la tradición egipcia la joven menstruaba sobre un
poco de musgo de la orilla del río, por ejemplo.
Para los lamas tibetanos la primera menstruación de
una joven era la medicina más potente de la comunidad.
Se dice que el lunar rojo que las hindúes se pintan a
la altura del entrecejo (en el “tercer ojo” simboliza la visión que las mujeres
adquirimos durante el sangrado menstrual.
De hecho en las tribus norteamericanas cuando la
comunidad estaba por tomar una decisión importante a veces se esperaba que las
mujeres salieran de su retiro de la Tienda de la Luna para conocer sus visiones
del futuro.
Actualmente los shuar (de la selva ecuatoriana)
también mantiene un ritual que llaman
“pago a la tierra”
Éste es un ritual que se realiza una sola vez en la
vida, idealmente cerca de la primera menstruación, aunque puede hacerse a
cualquier altura de la vida, e incluso luego de la menopausia también las
mujeres lo pueden realizar acompañando a alguna mujer que aún esté en su ciclo,
claro que sin entregar sangre a la tierra.
Es un ritual complejo, con mucha preparación y que
continúa con la construcción de un altar para recordar lo sagrado de ese
momento.
Cuando comienza la menstruación, se dejan gotas de
sangre sobre todo el conjunto de ofrendas que muy cuidadosa y detalladamente
hay que recoger con determinada intención y “pedidos”.
Al rezar durante la ceremonia se pide con la
reconexión con la madre tierra y que el ciclo menstrual esté alineado con los
ciclos mayores de la vida, de ese modo “despertamos una memoria en el cuerpo que
recuerda que está unido al resto de la naturaleza de una manera armónica”,
según palabras de un curandero shuar.
Circulo de Mujeres Corazon de la Montaña.
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