A lo largo de mi trabajo y
mi experiencia con todo lo que hago he comprendido que, una de las cosas más
fundamentales y necesarias que puede tener cualquier persona, es la fe. Hace un
tiempo, cuando cursaba mis estudios de Historiador del Arte, una profesora a
quien apreció muchísimo por su gran vocación y dedicación a la docencia,
mientras nos impartía clases de Arte Español, dijo algo que marcó totalmente mi
vida y que aún, a pesar del tiempo sigo recordando como si hubiese sido ayer.
Ella durante su clase nos decía: ‘Lo que realmente mueve al mundo, a
los hombres es la fe, indistintamente en lo que crea o no, el hombre siempre
pondrá su fe en algo y siempre la tendrá, nadie se la puede arrebatar’.
Qué ciertas esas palabras, que aún resuenan fuertemente en mi cabeza.
Cada hombre y mujer
cultivan dentro de sí, la fe en algo ya sea a nivel místico,
espiritual o físico. La raza humana siempre buscará satisfacer su
necesidad de sentirse protegido y cobijado por algo o alguien y eso lo logra a
través de la fe. Tener fe nos ayuda a mantener esperanza o viceversa, lo cierto
es que ambos conceptos podrían ir fácilmente de las manos. La fe proviene del
latín fides, y se le considera como la seguridad o confianza que se
puede tener hacia una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de
una religión. Por otra parte, es considerada como un concepto en
donde se sustenta una creencia, pero sin bases y pruebas claras.
Podríamos decir entonces
que la fe, consiste en una esencia propia del ser que establece su creencia de
que algo se logrará gracias a una deidad, persona o similar, en cuya manifestación se encarna la esperanza, ya
que, esperando que se logre lo que se quiere, terminamos alcanzando eso que
deseamos con fervor. Estamos, como sabemos, en tiempos realmente
difíciles, globalizados, en tiempos cargados de una energía única, sinigual.
Atravesamos momentos en donde lo único que nos queda, para gran parte de los
habitantes de este mundo, es tener fe y esperanza, alimentar nuestra
alma, corazón, nuestro cuerpo con muchísima fe que nos mantenga de
pie y esperanza, para ayudarnos a mantener la frente en alto.
Recordemos que, donde hay
fe, también nace la esperanza. El hombre en la actualidad ha estado sometido a
infinidad de cosas que le han hecho perder la noción de estos términos,
llevándolos a experimentar una especie de desesperanza nada normal que recae
esencialmente en la falta de objetivo y motivación para seguir avanzando. La
fe en nosotros mismos es otra cosa que nos motiva a ser mejorar, la esperanza
de que, incluso, nosotros mismos podamos cambiar, es el reflejo
esencial y el alcance de ambos conceptos en estos tiempos difíciles. Nadie
puede andar por el mundo sin fe, porque en algo debemos creer, incluso en la
medicina.
Debemos dejar claro que la
Fe y la Esperanza no son lo mismo. Por un lado, laEsperanza es el retrato
mental de tu promesa realizada, es la imagen clara de tu promesa
cumplida, la visión de lo que esperas con fe. Mientras que, por su parte, laFe,
es el poder y el motor que te mueve de tu presente a esa esperanza,
visión e imagen que ves. Sin esperanza la fe es fantasía y sin esperanza, la fe
queda inmóvil, inoperante, ciega pues no puede activarse hacia lo que no ve. La
esperanza sin fe nada puede, la fe sin esperanza nada ve.
Confiar y creer, son cosas
que debemos saber trabajar muy bien, pero, sobre todo, debemos saber cuidar muy
bien nuestra propia capacidad de ser seres espirituales. Confiar en nosotros
implica poseer fe inquebrantable y esperanza constante. Cada ser humano vive un
proceso difícil en donde el papel de la fe, la esperanza y la
constancia, juega un papel importantísimo y en donde, tenemos que
ser constantes en estos puntos para no caer en crisis. El hecho de que estén
jugando a la desesperanza en nuestro camino y estén generando inestabilidad,
solo debe servirnos para ser más fuertes, trabajadores, constantes y sobretodo,
más fortalecidos.
No caer en la desesperanza,
juega un papel importante de la propia existencia y ser constantes
en nuestra fe, sea en lo que sea, debe formar parte de nuestro día a
día, para de ese modo poder evitar cualquier tipo de situación que nos lleve a
experimentar sensaciones extrañas. Cumplir a cabalidad estos preceptos nos
augura, quizás un maravilloso período en donde el crecimiento espiritual nos
termina por conectar considerablemente con el mundo que nos rodea.
¿Tienes fe? ¿Posees
esperanza?
Trabaja en ello, para que
seas día a día una mejor persona. No dudes de ello.
EDUARDO LUZ
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