Las emociones son el motor que tenemos para
ponernos en acción, pero al mismo tiempo son las responsables de nuestras
depresiones, miedos, temores, angustias y todas nuestras penurias. Forman parte
del triple cuerpo que la naturaleza nos ha dado. Todos saben que un mundo sin
sentimientos, sin anhelos, sería terriblemente aburrido y que los nos hace
crecer no es el conocimiento intelectual sino la vivencia que podamos tener de
lo que estudiamos y las sensaciones que nos deja la experiencia. Entonces,
¿dónde está el problema?
La sabiduría nos dice que en el devenir de la
evolución se produjo una inversión cuando el ser humano utilizó su poder de
voluntad con fines egoístas. El cuerpo astral, que es un cuerpo de luz, se
convirtió en el opaco
cuerpo emocional por el egoísmo y el deseo excesivo. Este
cuerpo no es “natural”, y ha creado su plano correspondiente, un plano falso e
ilusorio en donde se encuentran todos los deseos de posesión convertidos en “cosas”;
todo un plano de la existencia que es ilusorio y falso, que nos sigue afectando
aún después de la muerte. Es como un espejo en donde están reflejadas todas las
“cosas de este mundo”, aquellas que nos empeñamos en poseer, que deseamos, que
tenemos, a las que estamos aferrados o hemos querido tener. Y este cuerpo se ha
mezclado tanto con el intelecto que mucha gente desea y cree que piensa... y
con cada pensamiento enfocado en el tener, seguimos engordando un cuerpo que ni
Dios ni la Naturaleza han querido que tengamos.
Este cuerpo se ha convertido en una cárcel para el
alma humana. Creció y creció con cada deseo innecesario siendo la causa
principal del sufrimiento humano. También se convirtió en un obstáculo para la
libre circulación de la energía vital y nos enferma. Crea una barrera y
desconecta el intelecto y la mente superior que percibe la vida en su
totalidad, que sintetiza y une.
Casi podríamos decir que el Reino de Dios está
oculto por la nube gris de nuestros deseos innecesarios, pensados una y otra
vez.
Analiza cada deseo. Aplica el “test de la
necesidad” con estas tres preguntas:
1. ¿Qué quiero?
2. ¿Por qué lo quiero?
3. ¿Para qué lo quiero?
Así vamos descubriendo cuál deseo es necesario y
cuál no, y nos vamos liberando. Recuerda... rico no es el que más tiene
sino el que menos necesita...
La Naturaleza nos ha dado los cinco sentidos y la
mente para percibir el mundo objetivo material. Debemos estar muy atentos al
uso que le damos a los cinco sentidos. Por ejemplo, ¿te has preguntado si tocas
en exceso? ¿Discriminas al mirar? ¿O miras cualquier cosa? ¿Eres cuidadoso al
escoger lo que oyes? Cuando vayas a hablar pregúntate: ¿es verdadero lo que voy
a decir? – ¿es bueno? – ¿es necesario? De lo contrario, calla. Y recuerda...
sólo come cuando tengas hambre. No caigas en la trampa de comer cuando tu
cuerpo de deseos te lo imponga.
La Creación tiene un orden perfecto y nosotros,
sobre esa Creación, hemos hecho otra, creando un cuerpo emocional falso e
ilusorio, que tenemos que ir desmantelando poco a poco. De golpe no se puede,
porque es casi como arrancarnos la piel, así de pegadito está a nosotros. Pero,
paso a paso, regulando el uso de los cinco sentidos, discriminando cada deseo,
estando atento a aquellos impulsos irracionales, reconociendo las emociones en
el momento que se presentan podremos, un día, ser libres de esta cárcel que nos
hemos construido, y de esta manera percibir el verdadero plano astral, el plano
de las sensaciones divinas, en donde se refleja, como en un limpio y quieto lago,
el Plano Búdico. Entonces podremos cooperar con su Arcángel, el Señor Varuna,
que guarda los secretos de las sensaciones más excelsas del Universo y
sentiremos el Amor con cada partícula de nuestro ser. Descubriremos su gran
verdad que nada tiene que ver con el deseo de poseer sino con el estado más
profundo del ser: el amor.
Y en ese amor somos uno.
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